Fragmento #1 - "Camino de la parada del bus Bill vio a un conocido que caminaba hacia él, pero no recordaba su nombre. Empezó a pensar en cosas que decirle cuando estuvieran lo suficientemente cerca. A medida que se acercaron sus miradas se cruzaron sin saber si el otro se pararía a hablar. La persona saludó a Bill, mientras éste mezcló "Qué tal" con "Cómo va": "Qué va". Confusa, la persona farfullo "Gracias". Antes de saber qué responder a Bill se le atragantaron las palabras y respondió "Wey". Se giraron torpemente y siguieron, ya seguros de que el otro no pararía a hablar. Nunca se volvieron a ver, y al día siguiente ya lo habían olvidado todo." - Everything Will Be OK (2006)

Fragmento #2 - "Si pudiera volver atrás para impartir algo de sabiduría a sus yoes pasados. Si pudiera decírselo a los jóvenes de este cuarto... Alza un brazo para hablar, pero inexplicablemente dice: "Huele a polvo y luz de luna" (...) Hace años que se olvidó de cambiar las pilas del barato reloj de pared de su cocina y por siempre marcará las 11:57. Ni siquiera recordaba por qué lo había puesto allí pues era un rincón apartado en el que nunca se preguntaba la hora." - I'm So Proud of You (2008)

Fragmento #3 - "Pasará cientos de años viajando por el mundo, aprendiendo cuanto se puede aprender. Aprenderá cada idioma. Leerá cada libro. Conocerá cada lugar. Pasará miles de años creando increíbles obras de arte. Aprenderá a meditar para controlar su dolor. Y librará batallas y encontrará grandes amores, y los perderá. Y los encontrará. Los perderá... y encontrará (...) Aprenderá más de la vida que ningún otro ser de la historia." - It's Such a Beautiful Day (2011)

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Bill es un hombre con problemas normales, con dolencias comunes. Está formado por líneas simples y lleva un sombrero. A veces, ve a gente por la calle y trata de interactuar con ella. Intenta hacer las cosas bien con su exnovia, y le sale a medias; y tiene filias y fobias, como todos. Como tú, y como yo. Durante 62 minutos vivimos su vida. Sus instantes cotidianos y los no tan comunes, respiramos su filosofía. Vivimos lo ajeno y lo hacemos propio, somos voyeurs consentidos de su realidad y cosmos. La puerta hacia su existencia queda abierta, de par en par, como enseñanza, reflejo de lo que alguna vez fue. Consiguiendo además que cada línea de guión tenga una razón de ser en global, que una historia sobre la pérdida permita encontrar, que la memoria se mantenga intacta. Y que una situación supuestamente al azar encuentre réplica en el momento más inesperado.

En las primeras proyecciones de una de las obras primigenias más famosas de la historia del cine, "Llegada del tren a la estación de La Ciotat" (Hermanos Lumière, 1895) apenas unos segundos conseguían que su audiencia se implicase al ver cómo un tren 'salía de la pantalla' para arrollarlos. Más de un siglo después, Don Hertzfeldt replica esta sensación con sabiduría en algo que lleva cociendo a fuego lento desde 2006. Y así en 2012 nace "It's Such a Beautiful Day", una película que conmociona, deja KO, que usa el medio (la animación) para llevarlo a unos niveles de expresividad hasta ahora inexplorados. Y no necesita tres horas, le sirve una. Y un personaje que podías ser tú, o yo, de rasgos simples y pensamientos complejos, un ser humano con una ilimitada escala de grises, que no suelta discursos ni juzga, que se limita a ser quien es, con todos sus aciertos y errores.

La animación ha sido desde el nacimiento del cine uno de los medios de llevarlo a cabo más libres, si no el que más. Todo es posible aquí. Pero pocos autores han tenido, en más de un siglo, una mirada tan clara y personal como la de Don Hertzfeldt. "It's Such a Beautiful Day" es, hasta la fecha, la mejor película de 2012. Y lo es porque no tiene miedo de ser distinta, de mostrarse claramente, de utilizar todas las posibilidades del medio para desarrollar una historia que aborda tantos temas como el espectador quiera encontrarle. Vida, muerte, enfermedad, familia, relaciones sociales, crisis existenciales, lugares de los que no nos sentimos formar parte.

Y pese a los golpes, suspiramos confiando en que todo esté bien. En que estén orgullosos de nosotros, aspirando a que haga un día maravilloso cuando tengamos que enfrentarnos al mundo. Hertzfeldt nos devuelve a la realidad. Nos muestra, sin emitir juicios; nos deja ver. Y vemos. Porque en su concreción, en su mirada, en la forma y en el fondo, y en cada aspecto posible, "It's Such a Beautiful Day" es una una excelente obra artística que eleva el cine y demuestra, una vez más, que no todo está dicho ni oído. Que hay más, a poco que uno sepa ver, y no sólo mirar. Un trabajo superlativo de una altura poética difícil de alcanzar.