Entre los 45 episodios emitidos dentro de la serie Cuentos asombrosos, sólo cuatro se salieron de la norma de la misma: uno fue completamente rodado en blanco y negro, dos se alargaron hasta los 50 minutos (siendo la duración estandar de 25-30 min.) y uno más, el cuarto, fue animado: Family Dog. Dirigido y escrito por Brad Bird, con Tim Burton como diseñador de personajes y Danny Elfman encargándose de las melodías, nos encontramos aquí ante el que quizá sea el mejor episodio surgido de la serie producida por Spielberg, un trabajo de tanta altura que casi cuesta creerse que provenga de un director sin demasiada experiencia, aunque la que tenía le acreditaba de sobra.

Bird, que había trabajado como animador en películas como "Tod y Toby" o "The Plague Dogs", ambas protagonizadas por perros (curioso cuanto menos), colaboró en algún guión de la citada Cuentos asombrosos para pasar a dirigir Family Dog en la segunda temporada de la serie. En su carta de presentación decidió narrarnos la historia de una familia de clase media americana, formada por un matrimonio y sus dos hijos, todo visto a través de los ojos de su perro. El inicio del episodio ya da muestras de lo que vamos a ver: mucho diálogo en off, la cámara centrada en el chucho, que por cierto es la representación más realista que he visto de un perro (especialmente por su comportamiento) y sobre todo un dominio del ritmo y de los recursos disponibles: 25 minutos, que se aprovechan primero para presentar a la familia y posteriormente para contar una historia extra, más larga, en la que unos ladrones entran a robar a la casa.

Protagonizada por un perro brillante, tanto a nivel de diseño como por su expresividad, sus gestos y las situaciones a las que da lugar, el resto de personajes no le van a la zaga: cada miembro de la familia está perfectamente definido, al igual que los ladrones. Mucho eco al expresionismo alemán (anda que no se nota que Burton estaba por aquí metido), juegos de luces y sombras y la animación como medio para hilvanar gags al más puro estilo clásico. Total, una joya de trabajo que supuso el debut de Brad Bird y que se cuenta, a título personal, entre los mejores episodios que he visto jamás en televisión, sea de la serie que sea. Memorable, pese a que su eco (la serie que generó a posteriori) no esté ni mucho menos a un nivel tan alto.