La mitad demás película son cortes de corridas de toros que para el que no nos gustan los toros, resulta tedioso. Se cuela en la plaza de toros de Córdoba una pancarta en donde sale: "San Sebastián de los Reyes". Un error de montaje.

En cuanto al argumento, resalta el tráfico de influencias de los apoderados de las plazas con los toreros. Especialmente aquí representado por el hijo del padre, dando a entender que los viejos tiempos tenían en sí una serie de valores que la modernidad de los 60 había echado al suelo. Esa ambición trajo el ladrillo y la aniquilación de las zonas verdes. También llenó las ciudades de egoísmo en busca de la pasta, el único Dios en el que creían.

Alfredo Landa se vuelve a comer su papel, y al torero, andaluz, le vuelven a poner un acento castellano. Qué grandísimo error...

Este torero se suicidó en el año 2000 con solo 54 años. Qué triste final para un torero que, sí la película es fiel a la realidad, tuvo en contra al poder desde el principio.