31 de julio de 2019
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Brad Furman está haciéndose un hueco en Hollywood después de títulos tan interesantes como “The Take” (2007), “El Inocente” (2011).
En está ocasión nos narra la historia de Robert Mazur, basada en hechos reales y plasmada en su novela homónima.
Aunque Furman no esconde sus gustos por los trabajos de Scorsese, De Palma, Coppola, genios y artífices de las mejores historias sobre el hampa y a pesar de no llegar a la calidad de alguno de ellos si que firma un trabajo muy respetable y atractivo.
Es bueno ver como un actor como Bryan Cranston, conocido por la serie “Breaking Bad” nos muestra su mejor faceta en la gran pantalla y sale del entorno de actor televisivo.
La película no se apoya solo en Cranston sino en buena parte de su elenco, así cuenta con su actor fetiche John Leguizamo con el que ha participado en “The Take” y “El Inocente”.
También la inestimable aportación de Diane Kruger (“Malditos Bastardos”,2009), con Amy Ryan (“El Puente de los Espías”,2015), Joseph Gilgun (“El último cazador de brujas”,2015), Benjamin Bratt (serie “Ley y Orden”,1990), Juliet Aubrey (“El Jardinero infiel”, 2005) y hasta en pequeños papeles Simón Andreu y Olimpia Dukakis.
Con un guion bien elaborado por Ellen Brown Furman nos relata la guerra de dos agentes, Robert ´Bob´ Mazur (Bryan Cranston) y Emir Abreu (John Leguizamo) contra el narcotráfico de Pablo Escobar. Su acción transcurre en Tampa (Florida) en 1985.
Mazur es un agente serio, hombre de familia, mientras que Abreu es totalmente la otra cara de la moneda, es un agente callejero, impulsivo al que le gusta saltarse las reglas y que huele el peligro a kilómetros de distancia.
Ambos deberán ganarse la confianza del principal teniente de Escobar, Robert Alcaino (Benjamin Bratt).
Mazur trabajará infiltrado como experto en el lavado de dinero y fingirá estar enlazado sentimentalmente a Kathy Ertz (Diane Kruger), que le servirá de gran apoyo para ganarse la confianza de Alcaino.
Reúne los tics y lugares habituales de este tipo de películas, como son los clubes de striptease, amenazas recurrentes y las típicas infidelidades.
Tenemos alguna secuencia significativa que nos muestra el perfil que va labrándose Mazur en el que nos sitúa en un restaurante y como estampa la cara de uno de los camareros sobre una tarta de “Feliz Aniversario” fingiendo un ataque de ira.
En definitiva, aunque no nos encontramos nada nuevo en el horizonte si que destaca como una buena pieza de intriga y suspense y que está bien apoyada en su reparto de actores.
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