Buena película de género realizada y protagonizada por Germi, que cumple con notable eficacia en ambos apartados, proporcionando un filme francamente entretenido para el espectador.

En una casa burguesa del centro de Roma tienen lugar, en una semana, un robo de joyas y un asesinato, delitos que se perpetran en domicilios contiguos, lo que hace sospechar a la policía acerca de las posibles conexiones entre ambos. Como suele ocurrir en este tipo de historias, rápidamente se delimita el campo de sospechosos, que abarca a criadas, vecinos, parientes y esposos, aparte de a ladrones desconocidos.

Como suele ocurrir en el cine italiano, la película mezcla las convenciones del género negro con las de la comedia, circunstancia que mejora el resultado final, dado que la trama policiaca no es muy original ni está especialmente bien resuelta, recurriendo a los habituales giros y pequeñas sorpresas hasta el último momento. Ese humor es canalizado por los personajes, especialmente algunos secundarios, como el policía Saro, expeditivo, popular y tragón, así como por la forma en que se presentan o resuelven algunas situaciones; la pelea entre las dos mujeres en un tugurio (con extracción dentaria incluida), la reacción de un niño ante la llegada de la policía a la chabola en la que vive con su padre, o el apresamiento muy meritorio de un marchador en plena carrera, son algunos ejemplos destacables.

El filme se apoya esencialmente en las interpretaciones, en general correctas, y en un guión francamente bien trabajado, con abundantes y buenos diálogos. Predominan los planos cortos y fluidos, privilegiando el desarrollo de la narración, y llama la atención la única secuencia violenta de la cinta, bien concebida y filmada. Por último, y aunque su papel no sea nada del otro mundo, ni tampoco su interpretación la más destacada, reseñar la estimulante presencia de Claudia Cardinale, tan guapa como siempre.