H. P. Lovecraft se merece más después de traer y parir al mundo desde la ficción el libro de Necronomicón, que tan buenos momentos ha aportado al género. “Terror en Dunwich” aparentemente contaba con Roger Corman a la producción y Daniel Haller a la dirección, quien también había lidiado con el autor de los “Mitos de Cthulhu” en “El monstruo del terror”.
Ni el casting encabezado por Dean Stockwell y Sandra Dee, ni los efectos cutres de película típica de liquidación, ni sus devaneos con los aluciónogenos cinematográficos con envoltorio de psicodelia hippie con final satánico, ni su inaguantable ritmo. “Terror en Dunwich” no es tan mediocre que podría apuntar y re-visionada desde el tiempo uno encuentra como guionista a Curtis Hanson (“L.A. Confidential”), tiene cierto encanto en la construcción de la atmosfera aunque las resoluciones sean bastante desastrosas y apariciones nobles en los secundarios.

Y es que con esa puerta que oculta al hermano cthulhuniano del protagonista sacerdotiso- lovecraftiano que se abre y se cierra a su antojo poco se puede aportar en esa interesante mansión. Mucho menos si los rituales son tan irritantes y poco orgásmicos. Se esconde mucho una entrada y salida a otra dimensión pero ahí adentro (y fuera) simplemente existe una abertura (y obertura con tortura) del terror sin terror.