Algunos pueden considerar un auténtico milagro y dignificar el Goya que recibió “Las manos” como mejor película extranjera del 2006 de habla hispana. Sería una cuestión de fe. Algo que ha olvidado el veterano director argentino, autor de la estupenda “Esperando la carroza”, al enfrentarse a la vida y milagros del Padre Mario Pantaleo.
No se debate si hacía milagros o no, simplemente se impone dicha circunstancia no dejando lugar a dudas de los más ateos y agnósticos y perdiendo fuelle de cara a un clímax narrativo (rememórese el inmejorable desenlace de “Ordet” y sus descendientes como “Rompiendo las olas”).

Puede que ésta sea una de las trabas con las que el espectador tenga que enfrentarse al filme de Alejandro Doria ya que en realidad “Las manos” no pretende ser un biopic, pero busca su senda melodramática habitual respaldada en la banda sonora, sino una película de emociones, fe y amor con dosis de ficción. Y precisamente esa ficción añadida resulte manida y forzada, demasiado encaminada a encontrar las emociones en el espectador con un milagro cinematográfico que no es tal al vérsele sus evidentes trucos narrativos.
Aunque el resultado final es el de una película tan correcta, académica y que ofrece buenas interpretaciones que resulta imposible no creer y emocionarse, al menos por un momento, en los milagros que nos ofrece Alejandro Doria.