Una serie vulgar llena de tópicos, con un guión cuando menos flojo y unos actores que pese a sus nombres no están a la altura. La trama roza lo absurdo y los diálogos son previsibles, ramplones y sin gracia; el ambiente de intriga no se sostiene y la música tampoco ayuda.
La única excusa que puede hacer que alguien la vea es ver cómo aparecen lugares conocidos o ver en ellos a Charlton Heston o Anthony Quinn. Mención aparte merecen los actores españoles, que sobreactúan como sólo ellos pueden hacerlo, y las supuestas gracietas que no consiguen arrancar la más ligera sonrisa.
Como siempre que alguien decide llevar a la tele algo de Pérez-Reverte el resultado es de lo peor. No sé quién habrá mirado mal al pobre Arturo, pero lo cierto es que debería haber una ley que pusiera el veto cada vez que a alguien le diera por intentar algo así.
En definitiva, si alguien no es de Santiago o de alguno de los lugares por los que pasa el Camino, la serie resulta totalmente despreciable.