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España España · Oviedo
Voto de Gould:
8
Romance. Drama Manteniendo a la familia unida como la dejó en "Cuatro Hijas" (1938), de la que es secuela, ahora Adam Lemp (Claude Rains), tiene que vérselas con una hija viuda, Ann (Priscilla Lane), con otra soltera, Kay (Rosemary Lane) que ansía matrimonio, y con dos hijas casadas que tienen planes de aumentar la prole. Con ellas, la tía Etta (Flora Robson), sus yernos... y sus vecinas, ¡su hogar en Briarwood, va a estar bastante activo! (FILMAFFINITY) [+]
15 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continuación de “Cuatro hijas” (1938), consecuencia lógica, habida cuenta de su enorme éxito de esta entrañable producción- de hecho, hubo también una tercera parte, algo oportunista, que Curtiz se negó a dirigir-. La película empieza del mismo modo que la primera, un travelling que se acerca a la casa de Adam Lemp, para contarnos las nuevas vicisitudes de este músico gruñón pero de buen carácter y sus cuatro hijas, mientras tocan juntos música.

Curtiz repite en la dirección y el tono, ahora algo más dramático que en la primera película, al mezclar comedia y drama con ritmo exacto y su habitual maestría narrativa. Contó, para ello con el formidable equipo técnico y artístico de la primera – Julius Epstein en el guión, Max Steiner en la música y Sol Polito y James Wong Howe en el apartado fotográfico-.

Embarazos, disputas, recuerdos morbosos y dificultades que superan juntos se dan cita en la segunda parte de este delicioso díptico, donde los números musicales son, tal vez, algo monótonos, pero sirven para resumir los sentimientos de los personajes y su progresión dramática. La película culmina con una gran escena de concierto, muy bien rodada, que sirve de catarsis personal para todos los personajes y de cierre reconciliador de la película, con el repetido leitmotiv apaciguador de la verja.

La labor de actores es de nuevo excelente, desde el bonachón y cascarrabias Claude Rains, al encantador Jeffrey Lynn o las deliciosas hermanas Lane–Priscilla, Rosemary y Lola-. Priscila domina por completo con su angelical belleza y su gran trabajo la película, en lo que lamentablemente sería una corta carrera.

Emotiva y entrañable, canto de alabanza al amor y a la familia, tan necesario para un público necesitado de mensajes positivos, cansado de desgracias y premoniciones aciagas de guerra, se deja ver hoy con enorme deleite inocente e inconfesable placer naif. Gran película.
Gould
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