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España España · Oviedo
Voto de Gould:
10
Intriga. Drama. Comedia Tres "peregrinos" se encuentran durante la guerra cerca de Canterbury e intentan resolver el misterio del "fantasma del pegamento", que ataca a las chicas por la noche. Sus investigaciones los llevan a sospechar del magistrado de la localidad, un acérrimo defensor de los valores tradicionales... (FILMAFFINITY)
25 de agosto de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la segunda guerra mundial tres personajes, un sargento americano, un soldado británico y una joven enviada por el Comité agrícola para trabajar en el campo se detienen en Chillingborne, junto a la ciudad de Canterbury en Inglaterra. Mientras entran en el pueblo, Alison, la chica, es atacada por "El hombre del pegamento", un bromista que vierte pegamento en el pelo de las mujeres. Los tres cargan con una cierta culpa, un dolor, un anhelo y empiezan a investigar para descubrir al "Hombre de Pegamento" al tiempo que conocen al misterioso juez de paz de la localidad, un historiador local gracias al cual conocen la historia de la región y las leyendas y cuentos del llamado Camino del Peregrino.

Esta anécdota mínima resume la más extraña, la más ascética, la menos excéntrica pero la más desconcertante y esteticista producción de los Arqueros, su particular sinfonía pastoral, en forma de alegoría contemporánea.

Tercera aportación del genial dúo “The archers” (Los arqueros), formado por el director británico Michael Powell y el guionista austro-húngaro, nacionalizado británico, Emeric Pressburger que escriben producen y dirigen este sentido homenaje de Powell a su amado condado de Kent.

La película comienza con una impresionante elipsis, un maravilloso salto en el tiempo de 600 años desde el antiguo camino de peregrinación medieval a la tumba de Thomas Becket, hasta los tres protagonistas de la película, a través del vuelo de un halcón de cetrería convertido en un moderno avión “Spitfire”. John Sweet era realmente un soldado americano con base en Inglaterra que atrajo a Michael Powell por su dicción puramente americana, su rotunda sencillez y humildad, su sabiduría natural –es maravilloso el dialogo sobre la madera con el aserradero local- algo decepcionado porque su novia le ha olvidado y no le escribe. Sheila Sim, por su parte, es una mujer de ciudad que trata de olvidar la pérdida de su amor en combate, cambiando de vida mientras Dennis Price arrastra una frustración musical.

Maravillosamente fotografiada por Erwin Hillier, que mezcla a partes iguales la iluminación del expresionismo alemán con el tono documental británico, tan propio de las producciones de Powell y Presburger, es un canto al otro lado de la guerra, un canto sosegado y humilde a la Inglaterra rural y tradicional. Bucólica y a contracorriente, bañada de un humor feérico, pocas veces se ha reflejado con semejante belleza y emoción contenida, casi panteísta, la comunión con la naturaleza y el pasado histórico –en estos tiempos de mal llamada memoria histórica-, impregnada de un optimismo consolador e inteligente, de una ironía resplandeciente y cegadora.

Toda la parte final, desarrollada en una Canterbury afectada por los bombardeos alemanes, donde las calles han desaparecido o hay indicaciones de negocios que ya no existen, permite a los personajes conseguir resolver sus dudas, frustraciones o problemas como si hubiesen recorrido un camino místico, en la ciudad simbólica donde se mezclan pasado y presente, el presente de los soldados en lucha contra el enemigo alemán como los nuevos peregrinos que van a la guerra. Un final que adquiere una lógica absoluta y concluye con un cierre extraordinario esta obra maestra.

De ritmo pausado, a ratos hipnótica, a ratos inquietante, es la más enigmática y sin embargo la más transparente obra maestra del inolvidable dúo.

Inigualable y fascinante joya del cine.
Gould
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