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Voto de Archilupo:
7
Drama Una pareja de tendencias voyeurísticas (Maury Chaykin & Gabrielle Rose), un tasador de seguros (Elias Koteas) obsesionado con solucionar la vida a sus clientes, y una censora de películas pronográficas (Arsinee Khanjian), se convierten en sujetos cinematográficos por el capricho sexual de sus vecinos. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2008
35 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Un liquidador, cuenta Egoyan, se mueve en zona fronteriza, sin horario de oficina. En su apartada casa aguarda a cualquier hora aviso de un siniestro, casi siempre un incendio.
Una vez en el humeante lugar, se presenta a los afectados:
—Soy de la Aseguradora. El liquidador, tasador de daños.
Sabe que las víctimas sufren un shock y posa la mano en su hombro. Y que en el motel donde las aloja provisionalmente siguen así, mientras se tramitan las pólizas.
Las víctimas viven confusas la pérdida de vivienda y enseres, ansiosos por saber cuánto indemnizará el seguro según dictamen del liquidador, ese hombre discreto y atento que aparece para cuidar, resarcir, estudiar una justa valoración de lo aniquilado, paliar la catástrofe.

2) Dependen de ese hombre que a cualquier hora llega sigiloso al motel donde desde el gerente a las limpiadoras todos le saludan como a un benefactor. Se acerca a los damnificados, mostrando humana preocupación, mucha más empatía que esos fríos burócratas pendientes sólo de regateos y cuentas de resultados.
Las íntimas ansiedades se tratan mejor acostados, intercambiando fluidamente expectativas y comprensión, promesas de agilización, de justa tasa de cada mueble, de cada colección de abanicos o libros antiguos, objetos que se valoran mejor si hay fotos donde examinarlos, del dormitorio siniestrado, fotos que por casualidad incluyen a personas sobre el lecho, cuerpos entrelazados, y precisamente uno de esos cuerpos, cuyo rostro jadeante se identifica en una de las fotos, es el de quien se halla en el mismo cuarto del motel, su porvenir en el aire tras el desastre, todo en manos del liquidador quien, insiste, sólo trata de hacer su trabajo y que a los asegurados, a cada poco la mano en el hombro, no falte de nada.

3) Un liquidador, según Egoyan, vive en un mundo limítrofe: en casa-piloto de una urbanización paralizada, erigida en terrenos desiertos, rodeada de carteles promocionales.
Su mujer es censora de películas pero copia clandestinamente los pasajes prohibidos y se los da a su callada hermana, quien los ve de noche, y de ahí los jadeos y gemidos que inundan la casa.
En la oficina censora los hombres tienen debilidades: confiesan preservar material para sí, pero la gélida mujer usa una compleja argumentación para desmarcarse de ellos y reírse en su cara.
Compleja es también la pareja que finge rodar un film y alquila la casa-piloto para realizar fantasías sexuales con que desbordar el vacío.

4) El sombrío paisaje de siniestros humeantes es el hábitat del liquidador, confiado en que su desaprensiva y poco disimulada rapiña cuele indefinidamente como atención caritativa, amparado en la calculada borrosidad desplegada por Egoyan, útil para aislar escenas entre sí, enrarecer su ritmo y saturarlas de imprevisible extrañeza.
Ese efecto atmosférico está muy logrado, aunque en detrimento de otros aspectos del film, como el relato, todo estatismo y sin embargo apresuradamente rematado.
Archilupo
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