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España España · Granada
Voto de Kikivall:
5
Romance. Drama Cuando la famosa fotógrafa Christina Eames muere inesperadamente, su hija Mae Morton (Issa Rae) se queda confundida, enfadada y llena de preguntas. Cuando encuentra una fotografía escondida en una caja de seguridad, Mae comienza a investigar la vida de joven de su madre, comenzando al mismo tiempo un apasionado e inesperado romance con un periodista, Michael Block (LaKeith Stanfield). (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La famosa y conocida fotógrafa Christina Eames muere de forma súbita e inesperada. Su hija Mae Morton (Issa Rae) queda en una especie de shock, desorientada y con muchas interrogantes en su interior. En una caja de caudales, Mae encuentra sendas cartas manuscritas de su madre, una para ella y otra para quien fue el amor de su vida, lo cual que la joven emprende una labor de investigación para conocer la vida de su madre cuando era joven. Al hilo de esta búsqueda comenzará un imprevisto y pasional idilio con un periodista, Michael Block (Keith Stanfield).

Cuarta película de la afro-canadiense Stella Meghie, con un guión de la propia Meghie que por vez primera confecciona el libreto ella sola. La película, no sin esfuerzo y excesos consigue llevar a puerto la historia, tanto a través de las imágenes, acompañadas de una fotografía excelente de Mark Schwartzbard, como con la sustancial y en ocasiones excesiva banda sonora de Robert Glasper. S. Meghie transpone y trenza las vidas sentimentales de una madre y una hija a lo largo de los años ochenta hasta el momento actual, desde los orígenes en un sur pobre, al sofisticado Manhattan. Es una cinta de múltiples capas, con un lenguaje visual exuberante y preciso, que pretende invitar al espectador a mirar debajo de la superficie, lo mejor y más bonito de un encuentro azaroso y providencial. Pero no siempre lo logra.

Se trata de un film de verano un tanto meloso, donde un un periodista que se siente guapo, se cruza con la historia de la recién fallecida fotógrafa y la de su hija, a la sazón una conservadora del Museo de Queens en New York, muchacha de color plan pija con ropa cara y bolsos de Prada en ristre, que confluirá en un amor almibarado que acaba siendo digerido mejor que peor, gracias entre otras a la banda sonora firmada por el pianista y productor Robert Glasper, una música sensual y envolvente que acompaña bien la historia; aunque en ocasiones tanto jazz envuelve de más; y música de la cultura afroamericana, que va desde Al Green a Kendrick Lamar, pasando por los temas de Mos Def o Anderson Paak.

La historia de amor entre los protagonistas, Mae y Michael, entre el joven egocéntrico y carismático y una muchacha bien, amor a primera vista, una relación que Meghie no acierta a dibujar bien, el romance carece de ímpetu y exaltación, y a la mitad del metraje ya se hace aburrido. Unos personajes confrontados a unos miedos un tanto triviales que finalmente pueden unirse plenamente de manera forzada en la cual la protagonista cede ante el apuesto galán que se ha marchado a Londres llevado de su ambición (como antaño hiciera su madre).

En el reparto destacan los protagonistas Keith Stanfield e Issa Rae que aunque sintonizan o mejor, tienen eso que se denomina química en la pantalla, sin embargo acaban por resultar impostados y artificiales, con un exceso de gestos manuales y falta de repertorio para los matices. Para mí, los mejores actores del film son la importante actriz Chanté Adams, que consigue dotar a Christine de una incandescencia de mujer encantada, y Y’lan Noel, que encarna el eterno amor de Christine y pescador de cangrejos en el sur. Acompañando con nivel y profesionalidad actores y actrices como Chelsea Peretti, Kingsley-Ben-Adir o Courtney B. Vance, entre otros.

Una sentida y entrelazada historia de querencias y arrumacos, algunas pinceladas de calidad, un guión al que le falta un hervor cuando poco e historias de amor, la antigua agridulce tirando a amarga (la mejor), y la de los protagonistas jóvenes, predecible y dulzona como para disfrutar durante las vacaciones, sobre todo a los de corazones de delicados.
Kikivall
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