Hartos de que se asocie al hip hop con diamantes, zorras y prepotentes crecidos por la fama. Hartos de oir críticas contra la calidad musical, las letras y los artistas. Hartos de ver por la tele coches brillantes con amortiguadores que saltan al ritmo del bombo. Pero, sobre todo, hartos de ver como algunos se llenan los bolsillos con este boom, despojando al hip hop de sus rasgos más positivos. Entre toda la violencia, los malos modos, el mal gusto y el borreguismo, hay miles de personas, generalmente con poca educación musical y pocos medios, que encuentran en el rap una vía de escape a una vida gris. Es cierto que en el rap se dicen muchas tonterías y se oyen muchas cosas musicalmente muertas, paja, más de lo mismo... Es el precio que hay que pagar por ser la música más democrática que existe. Cualquiera lo puede hacer. No necesitas instrumentos, ni material, ni si quiera un grupo. Hoy en día puedes escribir lo que quieras en un cuaderno, bajarte una instrumental de internet, grabar en el pc de tu casa y colgarlo para que millones de personas puedan acceder a tu pequeña obra, por muy infumable que sea. El simple hecho de escribir una letra y cantarla con tus amigos en un parque da vida a montones de chavales que, a lo mejor, no han tenido la suerte de tener unos padres que les hayan llevado a clases de piano o de guitarra. Toda esa gente tiene un sueño, sea salir en la mtv, sea tener una maquetilla grabada, y día a día entrenan, escriben, andan por la calle con rimas en la cabeza, que les ayudan a comprender lo que tienen ante sus ojos. Son artistas por necesidad.
Por cierto, la película habla de todo esto, lo demás es secundario.