De la mano de Alberto Olmedo y Javier Portales, se presenta este ciclo de humor que propone un esquema de personajes con una rutina más o menos semejante, sobre la que se hacían infinitas variaciones (p. ej. el Manosanta protagonizado por Olmedo que, en un escenario apropiado, con imágenes de un mono, velas encendidas, máscaras asiático/africanas, parodiando a un curandero farsante, debía atender a una joven con pocas ropas y complejo de fea, sobre la que siempre terminaba abalanzándose con fines non sanctos, y siempre descubierto por el padre despavorido que debía interponerse f'ísica y verbalmente para malograr su objetivos; Chiquito Reyes, un personaje timorato, siempre blanco de una probable infidelidad conyugal, etcétera.
Como dije, se trata de una sucesión de personajes previamente delineados, en general con mujeres más o menos pulposas y un humor de índole picaresca, con alusiones eróticas indirectas por el uso corriente del humor de doble sentido, con mucho éxito local en la década del 80. De un humor a mi criterio desparejo, pero en conjunto gracioso, se lo puede puntuar alrededor del 7.