Pequeña película sin pretensiones, producida para televisión, pero que convierte un argumento destinado a ser un melodrama o una comedia estrambótica en una historia dulce y conmovedora: un matrimonio que ya ha cumplido las bodas de plata, con dos hijos, uno independizado y la otra una adolescente rebelde, ve trastocado su tranquilo mundo por la revelación que hace el padre de familia: se siente una mujer encerrada en un cuerpo de hombre. Este leit-motiv, un tanto surrealista, es tratado con una delicadeza y una ausencia de morbo muy apreciable, apoyado en unas interpretaciones estupendas por parte de la gran Jessica Lange y un Tom Wilkinson excelente como el transexual maduro. No se puede hablar de la fotografía, del montaje o de la música, sino que nos debemos quedar con la historia, tan simple como emotiva, en una desnudez artística sin alardes estéticos o técnicos que consiguen que nos enganchemos a un argumento agradable.