En Navidad, un ladrón perseguido por la policía toma como réhenes a un matrimonio de mediana edad que está a punto de divorciarse. Suena horrible pero en peores plazas hemos toreado.

Se puede ver gracias a los puntuales chispazos de comicidad, es cinismo pronunciado con despreocupación, sin otro ánimo que el de entretener. Es una característica de hacer cine propia de los noventa.

Hacia el final termina virando a una reflexión de hasta qué punto la situación económica puede condicionar la vida de una pareja en EEUU, resolviendo que si no tienes dinero es imposible vivir feliz, por muchos recuerdos puntuales entrañables que se pueda tener en tiempos de carencia; el ser humano tiende a rememorar lo bueno pero esa es una trampa de la nostalgia, en su momento esas vivencias que ahora puedes añorar no eran suficientes para una auténtica existencia de bienestar, de ahí la necesidad que afloró
en su día de buscar un cambio. Al vivir en sociedad uno va a tender a equipararse con los demás para poder interactuar, y si no se es capaz de alcanzar el nivel de vida que tiene el entorno, queda rezagado.

No obstante la encajo en ese cajón de películas olvidables, que aunque algo entretienen, no dejan poso ni deleitan con momentos extraordinarios. El guión podría haber sido más divertido. Además, me parece algo absurda.