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Voto de Jark Prongo:
6
3.1
117
Drama. Terror. Intriga
Beth y Steve son miembros de los "Cowboys de Cristo", un grupo evangélico que hace proselitismo fuera de los Estados Unidos. El apostolado lleva a la pareja a un pueblecito escocés llamado Tressock, donde son invitados a asistir a una celebración. La pareja acepta, sin saber que la ceremonia se basa en rituales paganos. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1973 se estrenaba The Wicker Man. Un film atípico por ser británico y tratar el horror desde unas premisas bastante alejadas del terror gótico tan en boga de aquellas en el parque fílmico de UK, las producciones de la Hammer. Robyn Hardy (director) y Anthony Shaffer (guionista) decidieron tantear otro tipo de terror tras leer la novela de David Pinner ”Ritual”, de la que tomaron la premisa básica para el film, consistente en una investigación policial llevada a cabo por un devoto cristiano acerca de lo que parecía ser un crimen ateo. Fueron más allá con una genialidad que consistía en crear un juego de opuestos: la férrea devoción a la fé del policía cristiano (célibe a los 40 años en la película, como Seymour Skinner) en contraste con una comunidad pagana residente en una isla apartada de la civilización, entorno en el cual se enmarca la investigación. Esta sabia decisión sirve para articular una película donde el espectador es testigo del pulso que mantienen dos cultos, el cristiano (condenatorio y casi inquisitivo) y el pagano (en apariencia más sensato y razonable), en una lucha constante donde los personajes ponen de manifiesto lo absurdo del culto que les es contrario sin necesidad de que el guión se posicione de manera tramposa. Finalmente, y sentimos destripar lo que subyace de todo pero nos vemos impelidos a ello de tan preclaro que nos resulta, cada cual (cristiano y paganos) permanece montado en su propia burra demostrando que el problema quizá no sea tanto las religiones (a fin de cuentas un sistema de valores éticos y morales para garantizar la paz social sin aprenderse todo el Código Civil y demás zarandajas reguladoras de la convivencia) sino que reside en sus creyentes, obcecados y cabezones las más de las veces: los paganos sacrifican al policía en una espectacular secuencia donde le queman vivo dentro de un hombre de mimbre gigante mientras que este no deja de recitar salmos, rogar por la segunda venida de su alma y bramar condenado lo pagano sin dejar de clamar que el cristianismo es la única religión válida. Lo que se dice poner en solfa la estupidez humana, como es tradición en el Reino Unido desde tiempos inmemoriales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En el año 2010 aparecía The Wicker Tree, segunda parte de una trilogía que quedará inconclusa por haber doblado el gorro Robin Hardy hace escasos días. Basada en una novelización previa del propio Hardy, expande y actualiza los sucesos de The Wicker Man y sirve de puente a lo que iba a ser el cierre, una tercera parte que acontecía en un parque de atracciones temático sobre las deidades de las sagas mitológicas nórdicas, algo así como cuando Njorl visitara North Malden en el Flying Circus. The Wicker Tree es una de las películas más puestas a caer de un burro de la historia reciente, y en la subcategoría de continuaciones apedreadas sólo le puede hacer sombra en términos de incomprensión Samantha Darko, aquella joya que expandiese el universo Donnie Darko a través de su hermana menor y con la inestimable ayuda de incontables saltos de raccord. En The Wicker Tree sucede igual, pero lo que para algunos espectadores es un problema, el que un plano de diálogo sea con luz de mediodía y la réplica en su contraplano exterior noche, no hace más que concederle un aire eerie al poblacho escocés donde se desarrolla la trama. Porque en esta ocasión se sigue hablando sobre cómo sería lo pagano en la actualidad y su choque con la contemporaneidad en todos sus ámbitos; y eso se hace bien, incluso escenas que contraponen que el mundo ecuestre y la tenencia en propiedad de un Ferrari la mentalidad pagana, en su aperturismo de miras, no se consideran elecciones excluyentes entre sí, molan. Con tonterías de ese palo y los pertinentes números musicales -nunca hay que olvidarse de que The Wicker Man era un musical encubierto, además de altísimo nivel (por dónde ubicaba cada número en la trama, la información que desvelaba cada canción y las brillantísima OST de Magnet y Paul Giovanni)- se perfilar detalles que hablan sobre de qué manera han ido evolucionando los paganos y cómo de grandes siguen siendo sus diferencias insalvables respecto a otras confesiones, choque de civilizaciones y aprensiones morales que se introduce con la figura de Los Cowboys De Cristo, yanquis en la onda mormona que van al poblado a evangelizarles con su pop-rock cristiano. Y claro, el mensaje de Dios, salvo que seas Candi Staton, está feo que vengan a cantártelo a casa. Porque vale que los Cowboys estos vayan con la mejor de las intenciones, pero joder, que es lo mismo que cuando Raphael iba a la Rusia comunista a cantarles las cuarenta a las gentes de allá, y eso sí que no. Y luego pasan movidas, y hay un giro simpático al final respecto a lo que pasaba en The Wicker Man con la pira de fuego. Y que toda la peli la gente habla muy raro, como ralentizado y extremando la dicción de una forma surreal, y ya sólo por eso mola. Y ojalá un remake donde en vez de ir a cantarles por la conversión los dos Cowboys De Cristo fuesen las Prussian Blue o Andy y Lucas, que con esas y esos seguro que achantáis de hacerles nada, paganos, hijos de puta.