Qué decir de la nueva superproducción de Attemborough/BBC, binomio que siempre supone la vanguardia en lo que a documentales de naturaleza se refiere. Esto no quiere decir que no existan magníficos documentales realizados por otros equipos, cadenas y países; pero cuando vemos ese apellido y esas siglas sobre la pantalla tenemos la garantía de que vamos a disfrutar de lo lindo a la vez que aprendemos algo nuevo.

La habilidad para sorprender otra vez, serie tras serie, se mantiene intacta. Dejemos a un lado el hecho de que la tecnología de filmación siempre será la más avanzada, los aparatos serán los más caros, y el equipo humano el más preparado. La maravilla es que para alguien que ha visto muchísimos documentales a lo largo de su vida, cada nuevo capítulo le siga dejando la boca abierta mientras descubre paisajes, plantas, animales y comportamientos hasta entonces nunca explorados a través de una pantalla, de manera amena y rigurosa. Esta gente no se duerme en los laureles, no tira hacia lo fácil ofreciendo "simplemente" un digno espectáculo visual en alta definición... No se limita a mostrar, sino que se esfuerza en enseñar, en transmitir un conocimiento y unos valores de forma sencilla y atractiva para todo el mundo, usando de la mejor manera posible el gran despliegue de medios y presupuesto que tienen a su alcance.

Tiburones blancos haciendo cola para comer, rinocerontes socializando, espectaculares batallas entre jirafas, hormigas con traje de astronauta, ratas subterráneas y un largo etcétera; acompañado por un maravilloso capítulo dedicado a la conservación del continente, imprescindible para completar una visión global del mismo, y que pone sobre la mesa el hecho de que el tiempo de dejar cuatro rincones recónditos vírgenes y alejados del contacto humano ya pasó, y que es hora de actuar y gestionar los recursos de los que somos responsables.

Imágenes, guión, música, locución, contenidos... Un nuevo clásico.