A uno le apasionan los animales, el otro los diseca. A partir de una secuencia inicial donde Garrone ya ha presentado ambos personajes desde la óptica de uno de esos animales que uno tanto ama y el otro tanto “mima”, "El taxidermista" comienza como un ejercicio curioso, atípico y en el que no es nada difícil entrar, básicamente, por esa introducción tan bien desenlazada, donde nos hallamos, igual que Valerio (el protagonista), ante ese fascinante mundo de la taxidermia que presenta el que, a partir de ese momento, será su tutor y maestro, Peppino.
Deshilvanando esa premisa base, y haciendo gala de una sapiencia narrativa y una confabulación de imágenes que van más allá de lo anecdótico, Garrone desenvuelve esa franca relación que se extiende a pasos agigantados, gracias a la concisión de un hombre que parece no querer terminar solo sus últimos días, y la indecisión de un muchacho inquieto, emprendedor y, sobretodo, muy comprometido.

Tras cimentar, en esos primeros instantes, una pequeña y arraigada amistad, el cineasta italiano desvela, acto seguido, la raíz del conflicto que devendrá en el inicio de la ruptura de ese vínculo que tan bien construido parecía.
Desde ese momento, todo se desenvolverá en un ambiente de turbiedad desatado por las sospechas otorgadas entorno a la figura de Peppino, las reacciones de un personaje que el espectador nunca sabe que rumbo quiere tomar o el peso de unas acciones (las de Valerio) que, resultan tan improvistas y desinhibidas, que terminan por fomentar un clima de misterio entorno a lo que rodea a ese enano taxidermista.

En todo momento, la espontaneidad de unas decisiones instantáneas, y la agilidad de unos diálogos bien conformados, contribuyen a que todo resulte verosímil e interese, amen de la realización de un Garrone que usa a las mil maravillas una banda sonora, ya de por si fantástica, combinándola a la perfección con unas imágenes que imbuyen respeto al espectador, y que le hacen entrar en una dimensión totalmente distinta, consiguiendo, en parte, hacer que ninguna de esas idas o venidas, pueda resultar verdaderamente molesta o poco creíble por el cauce que toman en determinados momentos.

Lo que parecía ser una obra compacta, sin embargo, se desmonta durante una conclusión, donde se puede achacar al personaje interpretado por un gran Mahieux que desvele todas sus intenciones, ya que podrían haber sido mostradas antes. Porque lo que empezó pareciendo un hombre aquejado por la soledad, y no por ninguna otra afección, termina sustentado como un pelele por una intentona de otorgarle un final cerrado al film, cuando en realidad no era necesario, desmontando así lo construido anteriormente, y dejando "El taxidermista" como una cinta curiosa, con las virtudes de un cineasta que promete (Garrone), pero los defectos de un guión que, mejor pulido, habría rematado un trabajo bastante bueno.