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Voto de el chulucu:
8
6.9
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Comedia. Romance
París, 1908. En su mansión francesa, Lord Burnstead tiene un mayordomo inglés, leal e intachable llamado Ruggles (Charles Laughton). Un día el Lord se ve obligado a confesarle que lo apostó y lo perdió en una partida de póker, así que tendrá que servir a otro señor. Ruggles viaja entonces a Washington, donde su vida cambiará por completo junto a la familia Floud. La señora Floud tiene la esperanza de que Ruggles ejerza una influencia ... [+]
19 de septiembre de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ruggles, mayordomo sobrio y ejemplar de Lord Burnstead, es ganado en una partida de póker por un matrimonio americano de carácter bien distinto. Miss Floud sólo busca integrarse plenamente en los círculos aristocráticos de su ciudad, mientras que Mister Floud acoge a Ruggles como un igual y se lo lleva de juerga en juerga sin importarle un pimiento lo que piensen los demás.
Formidable película que parte de una idea magnífica: exquisito mayordomo inglés ganado al póker por un matrimonio americano. El guión es excelente y los diálogos inmejorables: rápidos, certeros y de una sutileza admirable. Esta sutileza propia de McCarey no sólo está en las palabras sino en las miradas y gestos de los personajes, en la puesta en escena y en el propio manejo de cámara del director. En lo que no es sutil McCarey es en el tratamiento de la lucha de clases. Todo se evidencia con claridad desgarradora, el tono cambia y Ruggles (maravillosamente interpretado por Charles Laughton) comienza a hablar de igualdad. Y se debate entre ésta y la lealtad, pero este debate no durará mucho. Primero porque tiene a su lado a una mujer muy especial Prunella Judson (otra magnífica interpretación de Zasu Pitts) y segundo, porque ha descubierto que la vida sólo tiene valor si se es libre y el futuro está en manos de uno mismo.
Formidable película que parte de una idea magnífica: exquisito mayordomo inglés ganado al póker por un matrimonio americano. El guión es excelente y los diálogos inmejorables: rápidos, certeros y de una sutileza admirable. Esta sutileza propia de McCarey no sólo está en las palabras sino en las miradas y gestos de los personajes, en la puesta en escena y en el propio manejo de cámara del director. En lo que no es sutil McCarey es en el tratamiento de la lucha de clases. Todo se evidencia con claridad desgarradora, el tono cambia y Ruggles (maravillosamente interpretado por Charles Laughton) comienza a hablar de igualdad. Y se debate entre ésta y la lealtad, pero este debate no durará mucho. Primero porque tiene a su lado a una mujer muy especial Prunella Judson (otra magnífica interpretación de Zasu Pitts) y segundo, porque ha descubierto que la vida sólo tiene valor si se es libre y el futuro está en manos de uno mismo.