Notable y semidesconocida película del gran Cukor que, concede todo el protagonismo a la magnífica Thelma Ritter, mostrando ésta la naturalidad, desparpajo y el inmenso talento que atesoraba. Desde luego, la Ritter no desaprovechó la oportunidad, pergeñando un personaje lleno de carisma y de amor, que deslumbra en cada escena con insólita sencillez.
Cukor, apoyándose en espléndido guión del gran Charles Brackett, va un poco más allá. Y, en "La modelo y la casamentera", de manera sutil, casi imperceptible, va abandonando el tono de comedia, para exponer de forma descarnada, ese gran drama social que es la soledad. Y, por si no fuéramos capaces de percibir la dulce transición, usará el acerado discurso de Doberman frente a Kitty Benett, para avivar conciencias y arrojarnos a la cara la cruda realidad: "No, usted es muy guapa y no forma parte de estos ficheros. Aquí están las mujeres ordinarias, hombres con alopecia, personas sin facilidad para expresar las emociones. ¿Solo, tímido? Resultan graciosos en un anuncio. Menos graciosos cuando se refieren a uno."
Así las cosas, Cukor nos viene a decir que podemos reírnos cuanto nos venga en gana, pero no burlarnos de Mae Swansey. Burlarnos de ella es burlarnos de nosotros mismos.