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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
8
Cine negro. Intriga Amargado después de estar en la cárcel por un robo que no cometió, Joe Bell pronto vuelve a prisión, en una cárcel con plantación. Su amor por la hija del capataz les lleva a un enfrentamiento entre ellos, lo que hará que el viejo capataz muera de un ataque al corazón. Joe y Mabel se fugan porque piensan que nadie creería a un tipo como él. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un momento en esta cinta impregnada de un inopinado romanticismo en el que la dulce Mabel le dice al duro Joe: "Es lo que siempre había soñado, encontrar a alguien con quien hablar." Nos puede parecer poca cosa pero si ella es maltratada por un padrastro borracho y él acaba de pasar año y medio en la cárcel de forma injusta, una apacible conversación con alguien que en lugar de despreciarte te ama, puede concebirse entonces no como una mera rutina sino como un bálsamo capaz de sanar las heridas del alma, aunque ésta haya sido pisoteada con saña e indiferencia.
Así las cosas, la pareja protagonista (memorables interpretaciones de Garfield y Lane) inicia la huida. Su fachada, es decir, lo que se expone y se ve a primera vista, revela una hechizante dulzura en Mabel y una rudeza de colegial en Joe. Sin embargo, en su interior, la resistente, dura y tenaz es ella; el blando de corazón, noble y valiente es él. Mabel cree a pies juntillas en un futuro digno; Joe, aun descreído, nunca pierde su honestidad. Por lo tanto, ese "Defiendo mi vida" que da nombre a la película se convierte en un "defiendo mi integridad" (y no me refiero al físico) por parte de la atribulada pareja.
Seiler envuelve algunas escenas con un halo de romanticismo fascinante. Es cierto que en ocasiones lo anula de manera abrupta. Pero cuando lo deja fluir, extenderse, acariciar o susurrar, es una bocanada absolutamente mágica y purificadora. Lo hace dos veces. Primero, en la prodigiosa secuencia de la despedida en la carretera (duelo de miradas acorde a los virtuosos cambios de plano) y, más tarde, en la habitación de un hotel. Ocultos entre luces y sombras, el persistente rótulo de neón emite señales en blanco y negro mientras los enamorados se abrazan, apasionada, casi dolorosamente, y se escucha el dulce susurro: "Sabía que no serías capaz de robar".
el chulucu
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