Media votos
4.2
Votos
2,755
Críticas
2,755
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
7
6.2
2,408
Drama
Para Marieme la vida es una sucesión de prohibiciones. Se siente agobiada por su familia, por la escuela y por la implacable ley de los chicos del barrio. Pero su vida cambia cuando conoce a un grupo de chicas de espíritu libre. Entonces cambia su nombre, su modo de vestir y abandona la escuela para ser aceptada en el grupo. Convertida en Vic, abraza el código de la calle donde se mezclan violencia, amistad y libertad. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2015
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me quiero imaginar lo que hubieran hecho otras manos menos sensibles y elegantes con este material tan delicado e inflamable; no es difícil pensar en un suma y sigue de atrocidades: violaciones, palizas, navajazos, pinchazos, reformatorios, cochambre...; pero no, afortunadamente la directora nos evita pudorosamente ese vía crucis, ese martirio o espectáculo tan habitual e indecoroso, tan sensacionalista y morboso.
Bueno, la historia es consabida, el trayecto, también conocido; desde el punto de partida (adolescente de barrio marginal y con un difícil entorno familiar) al de llegada (pocas expectativas demasiado agradables); lo interesante es presenciar el camino, el cómo, lo que se ve y lo que se oculta.
Y aquí se opta por narrarlo todo sin que veamos (casi) nada (de lo más doloroso o brutal); o de cómo decir lo esencial sin permitirse detalles escabrosos.
Entendemos a la guapa joven, vemos su rabia y su pena, su necesidad de encajar; observamos también a su familia, con madre triste y (casi) siempre trabajando, padre ausente, hermano mayor tiránico y abusivo y hermanas pequeñas cariñosas y desvalidas; nos cuentan que es mala estudiante y que no quiere ni la formación profesional ni trabajar, y también cómo se une a una pandilla de chicas de su edad, adolescentes, en el límite de la delincuencia trágica, tan brutas y pendencieras como tiernas y candorosas. Ella es "fuerte y solitaria", un carácter rebelde* que no quiere pasar por el aro; es más arrojada de lo normal, con nada que perder, o eso al menos siente ella. Se va cerrando caminos, quemando etapas, creando su propia cárcel, construyendo/descubriendo aceleradamente su inevitable destino, su irremediable encrucijada.
Y, aun así, a pesar de lo agrio del asunto, la mirada, que muestra los momentos definitivos (con ramalazos, brochazos de talento, casi como por encima), es luminosa, a favor, con cariño, se centra en lo "felices y bellas" que son, aun con todo, antes de todo, de la madurez, del fin de la inocencia; sin tremendismos ni desafueros.
Bueno, la historia es consabida, el trayecto, también conocido; desde el punto de partida (adolescente de barrio marginal y con un difícil entorno familiar) al de llegada (pocas expectativas demasiado agradables); lo interesante es presenciar el camino, el cómo, lo que se ve y lo que se oculta.
Y aquí se opta por narrarlo todo sin que veamos (casi) nada (de lo más doloroso o brutal); o de cómo decir lo esencial sin permitirse detalles escabrosos.
Entendemos a la guapa joven, vemos su rabia y su pena, su necesidad de encajar; observamos también a su familia, con madre triste y (casi) siempre trabajando, padre ausente, hermano mayor tiránico y abusivo y hermanas pequeñas cariñosas y desvalidas; nos cuentan que es mala estudiante y que no quiere ni la formación profesional ni trabajar, y también cómo se une a una pandilla de chicas de su edad, adolescentes, en el límite de la delincuencia trágica, tan brutas y pendencieras como tiernas y candorosas. Ella es "fuerte y solitaria", un carácter rebelde* que no quiere pasar por el aro; es más arrojada de lo normal, con nada que perder, o eso al menos siente ella. Se va cerrando caminos, quemando etapas, creando su propia cárcel, construyendo/descubriendo aceleradamente su inevitable destino, su irremediable encrucijada.
Y, aun así, a pesar de lo agrio del asunto, la mirada, que muestra los momentos definitivos (con ramalazos, brochazos de talento, casi como por encima), es luminosa, a favor, con cariño, se centra en lo "felices y bellas" que son, aun con todo, antes de todo, de la madurez, del fin de la inocencia; sin tremendismos ni desafueros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* Al final hasta muta en chico, como resistencia, disfraz y defensa ante un contexto tan agresivo, masculino y peligroso que violentaría, vejaría su feminidad a la menor ocasión.
El final es un callejón sin salida: ni su familia, ella se fue y el hermano le haría la vida imposible si se atreviera a volver, ni las amigas, sería complicado recuperar un pasado tan frágil y efímero (una de ellas, de hecho, se dice que ya está trabajando en una tienda, que está siendo "una esclava más"), ni la vida de trapicheo, se niega a ser "la puta del jefe" y no podría volver sin ceder, ni el novio, tendría que casarse con él para recuperar la "dignidad perdida" y eso es justamente lo que menos quiere, ser como su madre.
Por lo tanto, le quedan dos opciones solamente: o tragar y apechugar con malos trabajos, poco dinero, relaciones sentimentales precarias y, en general, una vida muy limitada, de muy escasas posibilidades, o, parecido pero seguramente peor, tragar y apechugar con las humillaciones y miserias de una vida "fuera de juego/ley", o... nada, no hay más, ya que desaparecer, morirse, matarse, no es una opción en este caso, supondría solo el cumplimiento de una condena.
Película que puede despistar o confundir ya que juega con dos elementos aparentemente contradictorios que suelen ir normalmente separados o en películas diferentes: el canto del cisne de la niñez, la bella y triste despedida, ese momento inaprensible tan hermoso como cruel y fugaz, en el borde, en la frontera entre lo pueril ingenuo y lo corrupto maduro, y, por otro lado, el estudio, casi antropológico, de un sector de la sociedad, una especie de ensayo poético sobre una tribu adolescente femenina, con sus modos, ritos y maneras, con sus gustos, músicas y bailes, con sus códigos y travesuras de grupo. Y en ese cruce de asuntos o caminos se prefiere, sin negar por ello la parte más fea, injusta o implacable, hacer un canto, un himno delicado y amoroso a estas jóvenes sin caer tampoco en una exaltación ciega o en una hagiografía estúpida y ciega.
Tan gozosa como interesante. Bella y suavemente desgarrada. También un poco superficial, con una ligereza expresiva que descarta tormentos mediocres y repetitivos.
El final es un callejón sin salida: ni su familia, ella se fue y el hermano le haría la vida imposible si se atreviera a volver, ni las amigas, sería complicado recuperar un pasado tan frágil y efímero (una de ellas, de hecho, se dice que ya está trabajando en una tienda, que está siendo "una esclava más"), ni la vida de trapicheo, se niega a ser "la puta del jefe" y no podría volver sin ceder, ni el novio, tendría que casarse con él para recuperar la "dignidad perdida" y eso es justamente lo que menos quiere, ser como su madre.
Por lo tanto, le quedan dos opciones solamente: o tragar y apechugar con malos trabajos, poco dinero, relaciones sentimentales precarias y, en general, una vida muy limitada, de muy escasas posibilidades, o, parecido pero seguramente peor, tragar y apechugar con las humillaciones y miserias de una vida "fuera de juego/ley", o... nada, no hay más, ya que desaparecer, morirse, matarse, no es una opción en este caso, supondría solo el cumplimiento de una condena.
Película que puede despistar o confundir ya que juega con dos elementos aparentemente contradictorios que suelen ir normalmente separados o en películas diferentes: el canto del cisne de la niñez, la bella y triste despedida, ese momento inaprensible tan hermoso como cruel y fugaz, en el borde, en la frontera entre lo pueril ingenuo y lo corrupto maduro, y, por otro lado, el estudio, casi antropológico, de un sector de la sociedad, una especie de ensayo poético sobre una tribu adolescente femenina, con sus modos, ritos y maneras, con sus gustos, músicas y bailes, con sus códigos y travesuras de grupo. Y en ese cruce de asuntos o caminos se prefiere, sin negar por ello la parte más fea, injusta o implacable, hacer un canto, un himno delicado y amoroso a estas jóvenes sin caer tampoco en una exaltación ciega o en una hagiografía estúpida y ciega.
Tan gozosa como interesante. Bella y suavemente desgarrada. También un poco superficial, con una ligereza expresiva que descarta tormentos mediocres y repetitivos.