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Voto de Ferdydurke:
6
6.2
1,502
Drama
En una inmensa pradera, al este de Francia, se reúne un grupo de amantes del estilo de vida country del lejano oeste americano. Alain baila con su hija Kelly, de 16 años, mientras su esposa y Kid, su hijo pequeño, los miran. Ese mismo día Kelly desaparece, y Alain la busca desesperadamente, recorriendo lugares siniestros e inquietantes. Sólo cuenta con la ayuda de Kid, dispuestos ambos a entregarse en cuerpo y alma a una misión que ... [+]
9 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desaparecido de Costa-Gavras. En el valle de Elah de Paul Haggis. Los Dardenne. Winterbottom. Me gusta mucho el principio y el final, la mitad menos, bastante menos.
La primera elipsis es brutal y salvaje, hermosa. Todo lo del padre es terrible, obsesivo, abrupto, bello. Tras el corte y el viaje del chaval, decae y se enreda y se fuerza y se afea un poco todo. Y al final
La primera elipsis es brutal y salvaje, hermosa. Todo lo del padre es terrible, obsesivo, abrupto, bello. Tras el corte y el viaje del chaval, decae y se enreda y se fuerza y se afea un poco todo. Y al final
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
se ven, se miran y entienden, no hay nada que hacer o sí, con el tiempo, ahora no, quién sabe, ya se verá.
Lo de C. Reilly y lo de la chica de Pakistán está un poco cogido por los pelos. Pero está también presente ese rigor duro y ascético y entretenido francés, samurái, casi zen, El silencio de un hombre de Jean-Pierre Melville, casi documental y lleno de acciones y grandes problemones. El contexto es tópico, la captación para el mal islamista de ciudadanos nacidos en europa pero de raíces u orígenes magrebís que se llevan a chicas europeas enamoradas/engañadas consigo, en la lucha santa o yihad. Pero la forma de contarlo no, en off, a través del otro lado, de lo que deja atrás, de esa inmensa herida sin cerrar, que no para de sangrar, gota a gota de agonía, de tanto dolor y desesperación.
Es un cine impactante, bien hecho, seco, austero, que maneja de forma inteligente sus pocos parcos elementos, los planos, la música, los silencios, las caras de los actores, razón por la cual, cuando se aleja del minimalismo y mezcla demasiados aspectos, se pierde un tanto, en lo pequeño crece, en lo grande desaparece, se entontece.
Cada hermano tiene una vida hecha, ha pasado mucho tiempo, ahora todo es más difícil, pero ella sabe donde están y que todavía se preocupan por ella, el hermano ha dejado la puerta abierta aunque seguramente cerrada para (casi) siempre por el ambiente en el que ella se mueve.
Puede parecer que se cargan las tintas con los musulmanes, contra su justicia y modo de vida, corrupta, pero en Francia se peca por omisión, nada hacen para ayudarles las autoridades más allá de dos o tres preguntas absurdas e inútiles, se lavan las manos, tienen que recurrir al submundo. Y además el padre del chico huido está presentado de forma positiva, ataca a su hijo, se queja, no está de acuerdo con lo que califica como su basura política, al igual que la chica con la que tiene el niño. El personaje de la madre europea, en cambio, queda demasiado desangelado, escaso, errático, casi como un florero, y sorprende, para mal, al principio cuando casi ni reacciona ante la desgracia radical que supone perder a su hija de repente, le recrimina, de hecho, al padre que incluso rebusque entre las cosas de ella, qué menos, se dice el espectador, y le da a entender claramente que es mejor no meneallo, no ir detrás de ella, para qué, que mejor dejarla hacer su vida, sorprende esa sangre fría, que piense así de su hija de solo dieciséis años.
Ya digo, salvo ese paréntesis (Reilly, el tiro, la cárcel, la escapada), el resto es una emocionante y dolida historia, una especie de viaje al fin de la noche, Zodiac, investigación existencial obsesiva, Pororoca, tal vez superficial en la resolución de las escenas, pero muy potente en su desarrollo, muy bien urdida y expresada, muy bien interpretada y montada. Bien.
Y en la pareja interracial final y en su hijo están resumidas las buenas, las mejores intenciones de la película, la unión, el amor, di no a la guerra.
Lo de C. Reilly y lo de la chica de Pakistán está un poco cogido por los pelos. Pero está también presente ese rigor duro y ascético y entretenido francés, samurái, casi zen, El silencio de un hombre de Jean-Pierre Melville, casi documental y lleno de acciones y grandes problemones. El contexto es tópico, la captación para el mal islamista de ciudadanos nacidos en europa pero de raíces u orígenes magrebís que se llevan a chicas europeas enamoradas/engañadas consigo, en la lucha santa o yihad. Pero la forma de contarlo no, en off, a través del otro lado, de lo que deja atrás, de esa inmensa herida sin cerrar, que no para de sangrar, gota a gota de agonía, de tanto dolor y desesperación.
Es un cine impactante, bien hecho, seco, austero, que maneja de forma inteligente sus pocos parcos elementos, los planos, la música, los silencios, las caras de los actores, razón por la cual, cuando se aleja del minimalismo y mezcla demasiados aspectos, se pierde un tanto, en lo pequeño crece, en lo grande desaparece, se entontece.
Cada hermano tiene una vida hecha, ha pasado mucho tiempo, ahora todo es más difícil, pero ella sabe donde están y que todavía se preocupan por ella, el hermano ha dejado la puerta abierta aunque seguramente cerrada para (casi) siempre por el ambiente en el que ella se mueve.
Puede parecer que se cargan las tintas con los musulmanes, contra su justicia y modo de vida, corrupta, pero en Francia se peca por omisión, nada hacen para ayudarles las autoridades más allá de dos o tres preguntas absurdas e inútiles, se lavan las manos, tienen que recurrir al submundo. Y además el padre del chico huido está presentado de forma positiva, ataca a su hijo, se queja, no está de acuerdo con lo que califica como su basura política, al igual que la chica con la que tiene el niño. El personaje de la madre europea, en cambio, queda demasiado desangelado, escaso, errático, casi como un florero, y sorprende, para mal, al principio cuando casi ni reacciona ante la desgracia radical que supone perder a su hija de repente, le recrimina, de hecho, al padre que incluso rebusque entre las cosas de ella, qué menos, se dice el espectador, y le da a entender claramente que es mejor no meneallo, no ir detrás de ella, para qué, que mejor dejarla hacer su vida, sorprende esa sangre fría, que piense así de su hija de solo dieciséis años.
Ya digo, salvo ese paréntesis (Reilly, el tiro, la cárcel, la escapada), el resto es una emocionante y dolida historia, una especie de viaje al fin de la noche, Zodiac, investigación existencial obsesiva, Pororoca, tal vez superficial en la resolución de las escenas, pero muy potente en su desarrollo, muy bien urdida y expresada, muy bien interpretada y montada. Bien.
Y en la pareja interracial final y en su hijo están resumidas las buenas, las mejores intenciones de la película, la unión, el amor, di no a la guerra.