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España España · Marte
Voto de Gort:
7
Drama. Romance Hong Kong, años 60. Yuddy, un joven atractivo y seductor, descubre que la ex-prostituta alcohólica que le ha criado no es su verdadera madre y que además se niega a revelar la identidad de ésta. Esto provoca en Yuddy serios conflictos emocionales que le llevan a forzar a dos mujeres a luchar por su amor... (FILMAFFINITY)
23 de junio de 2008
87 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sostengo una teoría que, cada vez que vuelvo sobre ella, no deja de resultarme sino descabellada: todo el cine de Wong Kar-Wai nace de un momento ínfimo y cotidiano de la biografía de este cineasta. En mi imaginación este momento se postula como algo apenas significativo, ni tan siquiera una mera anécdota, un instante trivial y común cuyo carácter realmente fundador pasaría completamente desapercibido para cualquiera. Me lo represento como la contemplación distraída de los zapatos de tacón de una de sus amantes o del reflejo de ésta en un espejo mientras sorbe un vaso de whisky, ensimismada y dejándose llevar por la música; o tal vez acicalándose cuidadosamente el pelo en una buhardilla cochambrosa, cigarrillo entre los labios, anticipando una noche de juerga y mujeres.

Porque, en realidad, ¿cuánto dura un momento, un instante? Eso es lo que Yuddy le muestra a So Lai-Chun, la taquillera del estadio: el minuto que pasa desde las 15:00 a las 15:01 del 16 de abril de 1960 todavía dura para ella a pesar de que lo desmientan las hojas del calendario, la sucesiva conmemoración anual del Día del Presidente, o todos los nuevos rostros que conozca en su vida. Ante todos ellos descubre la insospechada fuerza que residía -reside, porque para ella es su verdadero presente- en ese minuto, atrapándola alrededor de su centro de gravedad, en lo que sin duda constituye la verdadera relatividad del tiempo.

Al igual que la de Morel en la novelita de Bioy Casares, la invención de Wong, todas y cada una de sus películas con sus bellísimas mujeres orientales de vestidos ceñidos y estampados, sus donjuanes displicentes y su Hong-Kong occidentalizado de ritmos latinos, sería también una tentativa en busca de la eternidad, ya que un instante que no se acaba, que se demora y que funda todas esas presencias bien puede trascender el fluir de los acontecimientos.
Gort
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