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Voto de Herr Jasper:
9
6.4
37,606
Comedia
En su más tierna infancia, el niño P. Tinto tiene una revelación: su propósito en la vida debe ser la procreación de una abundante descendencia. Sueña con un montón de hijos que crezcan a su alrededor sanos y fuertes. Quince años después, P. Tinto y Olivia, una mujer ciega y tacaña, forman un hogar en un aislado valle por el que sólo pasa, cada veinticinco años, el Expreso Pendular del Norte. Los P. Tinto desean tener hijos, pero pasan ... [+]
29 de diciembre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo aquel dia en el que tuve la feliz idea de acompañar a una chica que me quería ligar a una obra de teatro rarísima, así como muy conceptual. Yo contaba con que la cosa iba a ser un tostón de cuidado y ya me frotaba las manos pensando en el lotazo que me iba a dar.
Se abrió el telón, y en efecto, la obra era un peñazo y no había quien la entendiera. O mejor dicho, yo no podía concebir que alguien en el mundo fuera capaz de entender (no digamos disfrutar) aquello. Pero teníais que haber visto a la chica. La emoción en su rostro. La mirada fija en el escenario. Así todo el maldito rato, hasta que cayó el telón.
Hace poco me llevé a una chica (otra) a ver un derbi Madrid-Barça. Fue un partido maravilloso y le pegamos un buen repaso a los culés, con tiki-taka y colleja al final. La belleza del juego del Madrid era tan manifiesta como la cara de palo de la chavala, que en cuanto pudo, tomó las de Villadiego y nunca más me cogió el teléfono. Totalmente inconcebible, qué duda cabe.
¿Qué hice yo durante las dos horas que duró la obra de teatro? ¿Qué hizo la pobre chica durante el partido? Pues está claro: Tralarí, tralarí. ¡Y tan contentos!
Se abrió el telón, y en efecto, la obra era un peñazo y no había quien la entendiera. O mejor dicho, yo no podía concebir que alguien en el mundo fuera capaz de entender (no digamos disfrutar) aquello. Pero teníais que haber visto a la chica. La emoción en su rostro. La mirada fija en el escenario. Así todo el maldito rato, hasta que cayó el telón.
Hace poco me llevé a una chica (otra) a ver un derbi Madrid-Barça. Fue un partido maravilloso y le pegamos un buen repaso a los culés, con tiki-taka y colleja al final. La belleza del juego del Madrid era tan manifiesta como la cara de palo de la chavala, que en cuanto pudo, tomó las de Villadiego y nunca más me cogió el teléfono. Totalmente inconcebible, qué duda cabe.
¿Qué hice yo durante las dos horas que duró la obra de teatro? ¿Qué hizo la pobre chica durante el partido? Pues está claro: Tralarí, tralarí. ¡Y tan contentos!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El Milagro de P. Tinto es, más que una peli, un estado de ánimo inducido que habría hecho posible que esta chica comprendiese en toda su profundidad la belleza extrema del gol de Benzemá, o yo mismo, el calado de los aspavientos que hacían todos esos actores locos. Qué ostias, El Milagro de P. Tinto es una bendita, surreal, divertidísima, originalísima y entrañable marcianada.
Fesser, uno de los grandes.
Fesser, uno de los grandes.