Cuando viajaban por una carretera del Sur, los hermanos Josh y Mike Cameron (Wings Hauser y Lee Montgomery), son echados de esta a un río por unos rednecks con los que poco antes habían tenido un incidente de tráfico; salen ilesos del accidente y buscando ayuda van a parar a un pueblo en el que los vertidos radiactivos de una empresa química están convirtiendo a los lugareños en unos mutantes que lucen como los zombies de Romero y son tremendamente agresivos y letales.

Desde luego dista mucho de ser una película de referencia en cuanto al tema tratado y a la atmósfera que impregnaba este tipo de producciones en los 80, pero a la que te la tomes con un poco de manga ancha respecto a el modus operandi de los zombies (los llamaremos así, aunque en realidad son mutantes radiactivos), puede llegar a hacer pasar un rato entretenido, en base a algún que otro buen hallazgo (con zombies niños de por medio) y un aceptable maquillaje (aunque en principio pelín cantoso) y escenas finales de acción (casi, casi, como "La noche de los muertos vivientes 1968").