Saliéndose de lo hecho hasta ahora pero creando poco a poco su propio sello, así es este corto del director checo que deja atrás la animación para empezar a dirigir a personajes de carne y hueso.
Extraño, cierto es que muy extraño pero no he visto hasta ahora nada que sea normal en Svankmajer.
El otro lado es que él siempre analiza el mundo surrealista pero con un fondo muy realista pues en cada uno de sus cortos Svankmajer se adentra en la mente humana y analiza sus pánicos, sus miedos, sus angustias, esas cosas que quedan reflejadas en nuestros sueños.
Esos miedos producidos por una situación angustiosa que se vivía por entonces en los países bajo el dominio comunista, Svankmajer dibuja a su manera este periodo.
Muy peculiar y original es la idea de formar una valla de jardín a base de personas, la simbología es simplemente fantástica, el ver como las personas no son nada sino una parte más de un conjunto dominada por un jefe que los mueve a su antojo, sin duda, la idea es genial.
Sin llegar a ser un corto genial pues su práctica no reside en los actores de carne y hueso sino en los fabricados por él mismo, a pesar de eso, es un corto muy interesante pues la obsesión por los primeros planos de cosas sin importancia como el sonarse la nariz o tomarse dos pastillas empieza a ser el sello personal del director.
Sin duda, Svankmajer estaba creando su sello.