Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sibila de Delfos:
8
Drama. Thriller El joven doctor Martin Blake (Orlando Bloom), que lleva toda su vida buscando ser respetado, conoce a una joven de 18 años llamada Diane, que sufre de una infección de hígado. Con su mejoría de salud la autoestima del joven doctor aumenta pero, al mismo tiempo, su miedo a perder a Diane también. Decide, entonces, mantener a Diane enferma en el hospital, cerca de él. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El buen doctor es una auténtica sorpresa y desde luego una película mucho más interesante de lo que pudiera parecer a simple vista.
Sobreponiéndose a una de las estéticas más feístas vistas en una película (esa ausencia de color, ese mar de tonos blancos, esa fotografía desvaída... aunque claro, todo resulta muy simbólico y contrapuesto al alma del personaje principal), Lance Daly dirige de forma correcta aunque sin brillantez el estupendo libreto de John Enbom, que se adentra de un salto sin red no sólo en los peligros de la medicina mal entendida, sino también en la obsesión rayana en la psicopatía de un hombre de ego incontrolable y gigantesco que acaba metido en una peligrosa espiral. Y como tal la película es tremendamente eficaz. Es entretenida, aunque es cierto que le cuesta un poco arrancar, no le falta ni le sobra nada, y en su último tercio, que es de auténtico aplauso, las piezas encajan de una forma extraordinaria componiendo un thriller de primer orden. Mejor no decir nada más, pero el giro que dan los acontecimientos una vez se produce cierta muerte en el hospital es todo un acierto de los responsables.
Y qué hubiera sido de la película sin el trabajo de un portentoso Orlando Bloom. Sí, han leído bien, portentoso. Porque puede que Bloom no sea un excelso actor ni esté al nivel de otros contemporáneos suyos (de hecho, en Troya está simple y llanamente pésimo), pero su oficio y voluntad siempre han quedado más que probados, y en la atormentada y siniestra piel de Martin Blake realiza la que quizá sea su mejor interpretación. Bajo ese peinado imposible y esa pinta lechuguina tan alejada de su estatus de sex-symbol, al protagonista de Piratas del Caribe le bastan dos escenas para contarnos con los ojos, el cuerpo y la ausencia de sonrisa que el buen doctor Blake es un tipo raro que va a tener y generar problemas graves. Y eso es mérito única y exclusivamente del actor inglés.
En definitiva, un gran descubrimiento a recomendar y ver.

Lo mejor: Orlando Bloom (atención a su interacción con el siempre eficaz Michael Peña o cuando se adentra en el mar) y los últimos 40 minutos de película, absolutamente soberbios.
Lo peor: No deja sensación de ser una película memorable ni tampoco sobresaliente y le cuesta un poco entrar en materia.
Sibila de Delfos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow