Una especie de vuelta de tuerca supone este film con respecto a dos cintas que dirigió George Marshall.
Me estoy refiriendo a la afamada " Arizona" de 1939 con James Stewart y Marlene Dietrich de protagonistas y a su remake, dirigido por el propio realizador en 1954 con Audie Murphy y Mari Blanchard, titulado " Honor y venganza".
Esta película, que no podemos afirmar que sea una versión de esa historia, cuyo hilo argumental difiere bastante, no cabe ninguna duda que está inspiradísima en ella, en la que no sólo retoma en todas sus características al personaje principal de Destry, aquí encarnado con gran solvencia por Joel McCrea, en su papel de sheriff tranquilo, flemático, pacífico, defensor de la ley y el orden y muy amante de los chascarrillos y anécdotas, que si en aquellas tenía que demostrar a toda una ciudad que no era un pardillo, aquí ya lo ha demostrado limpiando la ciudad y se limita a seguir cumpliendo con su labor, atento a las nuevas amenazas que provienen del exterior.
Y una de estas amenazas proviene de Shelley Winters, propietaria del nuevo saloon casino de la ciudad, mujer de armas tomar cuyos oscuros intereses para asentarse en la ciudad no sólo tienen que ver con el juego.
Pero es que a mí esta película me ha parecido un tótum revolútum de aquellas cintas y no lo digo en plan peyorativo.
La Winters viene a ser la Dietrich o la Blanchard de aquellas, solo que aquí se le otorga un papel más activo, casi, casi, como la versión femenina del pistolero que busca venganza, que aquí empleará sus armas de mujer para conseguir sus propósitos. Joel McCrea esperará, pacientemente, tallando madera, que la dama ejecute un paso en falso para conseguir echarla de la ciudad que ha venido a revolucionar, pero es que, entre anécdota y anécdota y búsqueda de escondrijos de pistola encantadores, a ver quién se acuerda de hacer cumplir la ley.
También aquí tenemos a un alcalde en un papel relevante, aunque esta vez esté de parte del sheriff y no del maloso de aquellas. Y también tenemos a un borracho muy simpático con cierto quehacer en la trama.
Dos damas que pierden los papeles igual, igual que en aquellas- y cuya escena a mi parecer no sobra en absoluto como sugieren mis compañeros de críticas-, pero ya no por un sombrero sino por algo más sustancioso...un hombre.
Y cómo no, el maloso. Si en aquellas ese personaje lo encarnaba el cacique del lugar, aquí es el propietario del casino del pueblo de al lado, con quien la Winters tiene una cuenta pendiente que se remonta a años atrás, junto con otro hombre misterioso cuyo nombre deberemos averiguar. También habrá una investigación criminal por medio, como en aquellas, así que, como veis, esta película está repleta de asuntos interesantes que la hacen entretenida de principio a fin.
Joel McCrea espera, talla madera y siempre va desarmado, pero no pierde ojo a lo que se cuece en la ciudad y aunque es más partidario de desarmar a sus oponentes hablando o contando historias, siempre llega un momento es que es necesario pasar a la acción.
Tampoco estoy de acuerdo con los dos usuarios que me preceden con respecto a la actuación de McCrea.
Su papel es sobrio, austero, poco llamativo, precisamente lo que requiere la personalidad del personaje durante la mayor parte del film. Quizá a esta película lo que le falta en realidad, es un poco más de humor que George Marshall, en las otras, sí supo introducir con discreción. Porque esta película no se decide del todo entre la comedia o el drama y ese, creo yo y no otro, es su punto débil. Y no se dejen obnubilar por el vestuario llamativo de la Winters que, en realidad, casi, casi, sobreactúa en más de alguna ocasión. Desde luego, la Winters, tiene actuaciones más solventes en otros films aunque aquí está hermosísima vamos a reconocerlo.
No he hablado del excelente plantel de secundarios, fantásticos todos ellos, ni del interesante duelo final. Vamos que, esta cinta, no será de las grandes pero no creo que nadie niegue que te lo pasas muy bien hasta el final.