Si os pregunto cuál es la mejor película de Michael J. Fox, todos vais a decir ‘Regreso al Futuro’. Bueno, es posible que digáis ‘Regreso al Futuro 2’, como es mi caso, o, qué demonios, la trilogía al completo, con lo que también me declaro el culpable. Esa legendaria saga es lo mejor en lo que ha estado implicado el carismático interprete, pero ahora viene la pregunta del millón, esa cuya respuesta quizás exija que te estrujes el seso. Ahí va: ¿Cuál es la peor película de Michael J. Fox?

La verdad es que no tiene una filmografía nada desdeñable, plagada de simpáticas comedias que, sin llegar, ni de lejos, al nivel de la sagrada trilogía, tienen si aquel y son bonitos escaparates nostálgicos al servicio del mítico actor. Que sí, que queréis la respuesta… Venga, no lo retrasemos más, aunque duela. La peor película de Michael J. Fox es… Dadme un respiro (Life with Mikey).

Lo sé, os habéis quedado igual. Yo no tenía ni idea de su existencia, y mira que me gusta el actor, pero se ve que ha estado bien oculto, sepultada por el paso de los años. ¿Por qué será? A raíz del estupendo documental que ha estrenado en Apple TV, que os vuelvo a recomendar, me he acercado a esta producción producida por Disney en 1993, presentando la típica historia de un adulto inmaduro e irresponsable, el cual se ve obligado a convivir con una niña madura para su edad y que se las sabe todas, conformando una de esas extrañas parejas diseñadas para derretirnos el corazón de los espectadores.

Es un cóctel que no suele fallar, ya que comedias de este estilo las hay a patadas, y siempre tienen un componente agradable e inofensivo que te deja la sensación de que, como mínimo, sirven para pasar el rato. Pues no, Dadme un respiro no tiene nada de todo eso, siendo la nada absoluta, un producto sin vida y que te deja igual que estabas. Os juro que hacía tiempo que no veía una producción tan insípida, sin nada que ofrecer y que se olvida en cuando aparecen los créditos finales, con un desenlace patético y que es la guinda del pastel de una película terrible.

Ahora entiendo muchas cosas, como que nadie hable de este engendro, ni tan siquiera el señor Michael J. Fox, siendo uno de esos productos infantiles que pasaron con más pena que gloria, y que ya nadie recuerda, a pesar de tener a ese gran protagonista. Oye, reconozco que la idea no es mala, ya que coge la figura de Fox como manager de estrellas infantiles, haciendo que el actor intérprete a un ex niño prodigio, que es básicamente lo que él era antes de Regreso al Futuro. Por ahí bien.

Tampoco negaré que la película arranca bien, haciéndonos creer que al menos estaremos ante una comedia con el encanto de los 90. Pero no, a medida que avanza la película, nos damos con la verdad de bruces, ya que todo se diluye bien pronto, abusando de todos los clichés que os podáis imaginar, siendo predecible como ella sola, y sin ni un solo momento para el recuerdo.

Una película te puede enfadar, pero que no te haga sentir absolutamente nada es el peor escenario posible, y os aseguro que cuando ha finalizado esta obra cumbre del género, he deseado volver al pasado para no darle al play. En qué momento…

Y bueno, lo peor de todo es que se supone que es una comedia, pero no hace gracia… NUNCA. El gran pecado de una cinta que se supone que tiene que hacer reír es no hacer gracia, pero oye, hay casos en los que no te despiertan risas, pero al menos sí sonrisas. Aquí no hay nada de eso, más bien tristeza, pesadumbre, sufrimiento, y todos los adjetivos negativos que os vengan a la cabeza por tener que asistir a semejante producto sin alma.

No me quiero enrollar mucho más, dejando claro que Fox no está mal, pero tampoco al nivel que estamos acostumbrados, siendo una cinta en la que el actor ya conocía su enfermedad, como relata en su documental. Hay un detalle que no desvelaré, pero si veis dicho documental, lo entenderéis, y es duro. En cuanto a la niña protagonista, hace bien de niña borde, y Nathan Lane pues… es una pena verlo aquí, porque es un actor que merece mucho más… Bueno, como todo el que aparece en esta bobada olvidable.

En conclusión, Dadme un respiro es, indiscutiblemente y por derecho propio, la peor película del gran Michael J. Fox, siendo una olvidable comedia que merece seguir relegada en el olvido, y que no recomendaría ni a mi peor enemigo, porque no quiero aburrir a nadie. No soy tan cruel. Hacedme caso y no perdáis el tiempo, aunque dudo que nadie caiga en las garras de una de las comedias más sosas e inútiles de la década de los 90. Hagamos como que no ha existido. Vosotros lo agradeceréis. Michael J. Fox también. Nos vemos en el futuro, porque en el pasado, no se nos ha perdido nada.

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