Cuando ya todo parecía perdido para el género de aventuras, que no contaba con una representante digna desde la última entrega de "Indiana Jones", Stephen Sommers se puso al frente de una revisión de "La Momia" de Karloff, adaptándola a los tiempos con más acción, efectos especiales, romance y aventuras.

La jugada le salió bien: aunque no tiene nada que hacer cuando se la compara con cualquiera de las aventuras del arqueólogo más famoso de todos los tiempos (no obstante hay muchos homenajes/plagios a ésta), "La momia" se erige como una entretenida y disfrutable cinta de principio a fin. Brendan Fraser, Rachel Weisz, y Arnold Vosloo como la temible momia conforman un reparto decente para ésta. La acción se sitúa, como no podía ser de otra manera, en los áridos desiertos egipcios, y la historia se nos presenta con un interesante prólogo en que descubrimos a una momia al más puro estilo Drácula, perdiendo un amor por el que volverá a la vida.

Los efectos especiales están aquí al servicio de la película, no al revés, lo que nos pemite disfrutar de escenas auténticamente impresionantes, como la tormenta de arena en que ésta adquiere la forma de la cara de Vosloo. El argumento avanza correctamente combinando dosis de humor, terror, acción y romance. Destacar también al personaje de Oded Fehr, guardián del secreto de la momia, y que compone uno de los mejores del filme.

En resumen, aunque no una gran película, esta momia sí que constituye una cinta de las llamadas palomiteras, para toda la familia, que nos permite con su buen hacer adentrarnos en ella y hacernos olvidar la realidad durante un rato, que, en definitiva, es lo que pretende ese arte llamado cine.