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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Drama Salem, 1692. El agricultor John Proctor ha hecho el amor dos veces con Abigail, una joven de 17 años que él y su esposa han acogido. Su esposa Elisabeth lo ha estado rechazando durante siete meses, por su puritanismo y frialdad. Cuando Elisabeth encuentra a John abrazando a Abigail, echa a la muchacha de su casa y John, sintiéndose condenado, está de acuerdo. Abigail jura venganza. Su oportunidad llega cuando acusa a Elisabeth de ... [+]
21 de mayo de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una gran habilidad asociativa, en su obra dramática, “The Crucible” (1956), el escritor estadounidense Arthur Miller, logró recrear un repudiable hecho histórico, La Caza de Brujas, el cual sirve de metáfora para plasmar lo que, de otra manera, pero no muy distinto, fue la abominable Era Macarthista que tuvo lugar en los Estados Unidos de Norteamérica a finales de los años ’40 del siglo XX.

En el primer suceso, acaecido en el siglo XVII, se trataba de desfogar la represión sexual y la violencia contenida que padecían algunos hombres de iglesia y dar espacio a la ambición desaforada de ciertos terratenientes que querían aumentar sus territorios, y para esto, se sirvieron de unas supuestas “posesiones satánicas”, interpretando a capricho los juegos eróticos y las expresiones de rebeldía con que algunas jóvenes expresaban su inconformidad con las familias y la sociedad que padecían… y así, asesinaron y violaron a cientos de muchachas, exterminaron familias completas, y se apropiaron de incontadas hectáreas de tierra… y a esta ignominia, cometida “en nombre de Dios” contra la sociedad inerme y crédula, se atrevieron a llamarla, La Santa Inquisición (¡!!!!¡)

En 1947, otra histeria colectiva se desató en los EE.UU., temiendo esta vez que, el comunismo, pudiese tener lugar en el país con la respectiva pérdida de los privilegios que siempre ha disfrutado la escasa minoría. Se desató, entonces, entre los indesligables aliados, iglesia y gobierno, una persecución contra numerosos intelectuales y artistas que, alguna vez -o en el presente- hubiesen tenido hasta la más mínima vinculación con organizaciones de izquierda… y como en la Caza de Brujas de varios siglos atrás, también ahora se condenó a gente muy valiosa, se llevó al banquillo y luego a la oscuridad a muchos entre los mejores escritores, directores y actores estadounidenses (incluso de otras nacionalidades) y muchos buscaron sacar partido político y económico de una más entre las muchas infamias que manchan la historia del coloso del norte.

Con gran eficacia, el también dramaturgo, filósofo y guionista, Jean-Paul Sartre, se ocupó de esta primera adaptación cinematográfica de la obra de Miller; y el actor y luego director, Raymond Rouleau, se encargó de bordar el conjunto con absoluta precisión, consiguiendo sacar a la luz una impactante obra cinematográfica que ya hace parte del arte por excelencia.

El diseño de producción, la fotografía, el vestuario, la edición y las soberbias actuaciones de Ives Montand (como el líder en desgracia, John Proctor), Simone Signoret (Elisabeth, la esposa que, quizás, deba despertar) y Mylène Demongeot (la tentación llamada Abigail Williams), confluyen en un logro cinematográfico que nos envuelve de principio a fin y nos deja bien plantada la manera como el hombre sigue repitiendo, generación tras de-generación, la misma suerte de aberraciones que nos alejan más y más del único plan de Dios: La Unicidad.

<<LAS BRUJAS DE SALEM>>, es la suerte de filme que deja una profunda huella.
Luis Guillermo Cardona
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