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Voto de Luis Guillermo Cardona:
3
Comedia Christopher Pride es un joven artista que gana un concurso de pintura cuyo premio consiste en diez mil dólares y el encargo de pintar unos frescos en un edificio de París. Encantado por la noticia, le anuncia la buena nueva a su prometida, con el deseo de que le acompañe. Ésta, psiquiatra de profesión, tiene a tres pacientes con verdadera aversión a los hombres... (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2011
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Soy multifacético, talentoso, saludable, un genio de fama internacional. Tengo un cociente intelectual de 190, lo que supuestamente me hace un genio. Mi respuesta a todos mis críticos es sencilla: Me gusta, me gusta en lo que me he convertido”. Jerry Lewis

A Jerry Lewis yo lo considero un buen comediante. Le debo momentos muy gratos, un buen número de películas muy entretenidas y, como suele ocurrirle a todos los artistas, también le hemos visto uno que otro fiasco. Pero, ya lo hemos dicho: De tanto en tanto, la musa a todos nos juega sus malas pasadas.

“TRES EN UN SOFÁ” es, para mi gusto, una de las apariciones más infortunadas que haya tenido este actor y director. Su salida de la Paramount, por razones que apuntaban al insatisfactorio resultado económico que venían teniendo sus últimos filmes, no le sirvió para reflexionar seriamente sobre lo que seguía para él de ahí en adelante, y al llegar a la Columbia, siguió haciendo lo mismo convencido, de seguro, de que el problema era de los demás y en ningún caso suyo. Si su IQ estaba en 190 como el mismo Lewis afirma, creo que su ego andaba por los 750 sobre un máximo de 500.

Como “Jerry Calamidad” o “Las joyas de la familia”, “TRES EN UN SOFÁ” nos sigue mostrando a Jerry inflándose e inflándose (el cuerpo pronto seguirá a la mente como precisa metáfora)… y además de que deja a las mujeres como tontas, requetetontas, incluida su enamorada Elizabeth Acord, una psiquiatra que consigue una peligrosa transferencia con sus pacientes, en ambas direcciones (Janet Leigh creo que debió sentirse como una codorniz bailando con un avestruz), Jerry Lewis vuelve a aparecer casi todo el tiempo haciendo, él mismo, cinco insulsos papeles con tres de los cuales vuelve a jugar al “seductor irresistible”. De paso, nos regalará el que podría ser el striptease de peor gusto que haya habido en la historia del cine.

Para pisotear la psiquiatría, profesión de muy alta acogida entre los norteamericanos, Lewis osa poner en un obstetra, y en su propio “talento seductor”, la solución “simplísima” que, en meses, no había podido visionar la atractiva, pero ilusa psicoanalista, para sus tres pacientes. No obstante, todo esto lo habría aceptado de buena gana -¡pues también es cierto que hay psicoanalistas que dejan muy mal parada la profesión!- si Lewis, por su parte, se hubiese mostrado cáustico y divertido. Pero, siendo justos, lo que aquí vemos es a un requetetonto mofándose de cuatro tontas. Por esto, quizás el mejor acierto del filme, sea esa toma donde vemos a Christopher-Lewis colgado, como un niño, de la falda de la psiquiatra.
Luis Guillermo Cardona
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