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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Varvara Basilievna es una joven profesora que elige irse a Siberia donde muy pocos profesores se atreven a sacrificarse para enseñar a los niños de aquellas heladas tierras. Su vida como comprometida docente y como mujer enamorada, transcurrirá a lo largo de la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre y el auge del fascismo en Europa. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto a Sergei Eisenstein, Vsevolod Pudovkin y Alexander P. Dovzhenko, Mark Donskoy (1897-1951) conforma el panteón del cine clásico soviético. Con su trilogía sobre Maxim Gorki se ganó el reconocimiento internacional y mucha gente apreció su lírica composición de imágenes y su capacidad para despertad sentimientos muy gratos en los espectadores con su ternura y su sentido humanitario, cualidades que mantuvo a lo largo de sus veintitantas películas. En la, por entonces, llamada Unión Soviética, Donskoy fue reconocido como un hijo insigne y recibió numerosos premios por su labor cinematográfica como La Orden de Lenin, El artista del pueblo y Héroe del trabajo socialista, entre otros.

“LA MAESTRA RURAL” constituye un buen ejemplo del cine que realizaba Mark Donskoy. En ella reivindica a la mujer en su compromiso social a favor de los más necesitados, y logra que su carácter y su dignidad, reluzcan con toda su fuerza, situándola, así, en una sociedad igualitaria que creía en sus potenciales tanto como en los del hombre.

El filme tiene tintes autobiográficos, pues, Donskoy –como el personaje de Sergei-, también sirvió en el Ejército Rojo durante el proceso revolucionario, pasó varios años siendo prisionero de las fuerzas zaristas, y habiendo estudiado derecho, fue luego fiscal al servicio de Ucrania. Sobre su posible relación con la profesora, eje central del filme, no se sabe nada, pues el director fue siempre bastante reservado con su vida personal.

Varvara Vasilievna (Vera Maretskaya) es una atractiva joven que tiene un ideal muy claro: quiere servir a la formación de los niños y, aunque en tiempos del zarismo, lleva una vida de comodidad y holgura, ella siente que su lugar está en Siberia, la tierra de los exiliados por graves delitos, donde también habitan cientos de niños que tienen poco acceso a la educación, pues, muy pocos profesores se animan a emprender el viaje hacia aquellos nevados y mal recordados horizontes.

Como es habitual, al llegar a aquella fría aldea se encontrará con cierta resistencia al cambio, pero con afecto, claridad y firmeza, Varvara se irá ganando la voluntad hasta de Vorónov, el fortachón al que muchos temen, y cuyo hijo, Prov, se convertirá para ella en uno de sus predilectos. Las imágenes de Donskoy son muy cuidadas, abundan las analogías en las que se sirve bellamente de las aves y las flores, y el filme nada en aguas de perseverancia, solidaridad, y ternura… y una vocación como la que deberían tener todos y cada uno de los profesores del mundo.

Sin duda, Donskoy no era ajeno a la atracción por el cine hollywoodense, pues, la escena inicial cuando la profesora ensaya en el aula vacía la forma como se dirigirá a sus alumnos, la habíamos visto seis años antes en el filme de Tay Garnett “Dueña de su destino”.

En lo personal, “LA MAESTRA RURAL” me ha dejado un gusto a cine mesurado, emotivo, comprometido y se reafirman en él las palabras del educador brasilero Paulo Freire: “El maestro tiene que caminar con un pie en el sistema y el otro en su voluntad de cambiarlo”.
Luis Guillermo Cardona
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