A Martín, unos bandoleros le han quitado todo lo que tenía: su rancho, su padre y su pequeña hermana. Desde entonces, solo aspira a cobrar venganza… y pareciera comenzar a sentir que, sus últimos días de vida quiere dedicarlos en favor de la justicia que tanta falta hace en este mundo. Por esto, cuando se encuentra con Amparo y su hija Lina, es como si el Universo le estuviera dando la oportunidad de resarcirse por lo que no pudo hacer por sus seres queridos, así que, él toma esa oportunidad y asume su causa como propia.

Aunque de veras, Amparo ama a su esposo ausente, cuando Martín la entera de que en el pueblo afirman que él está muerto, ella parece sentirse en libertad de expresar su afecto por el silencioso y reservado amigo que ahora la acompaña, pero, ambos se niegan a dar un paso adelante, como si presintieran que, entre ellos, el amor de pareja no puede ser.

Historia impregnada de esa solidaridad que a tantos permite redimirse; y también de ambiciones desmesuradas, de esas que, como siempre, impiden que se viva en paz, <<EL SILENCIOSO>>, surge como una historia escrita por, José María Fernández Unsaín, trasladada a guion por Fernando Galiana, quien aquí aparece como, Fernando Cavanillas, ya que su apellido completo en España era, Galiana de Cavanillas. Quizás, la razón para ésto, es porque la historia -¿o su guion?- se inspira evidentemente en, “Shane”, el magnífico western que, George Stevens, dirigiera en 1953.

Cuando uno ha seguido la filmografía del protagonista, Gastón Santos, de pronto advierte que él se sentía el Alan Ladd mexicano, pues, además de que tenían una clara semejanza física, la ropa que Santos lleva en algunos de sus primeros filmes (“La Flecha Envenenada”, “El Potro Salvaje”, “El Grito de la Muerte”…), es muy semejante a la que usa, Ladd, en su celebrado “Shane”; e incluso, varias de las historias siguen el patrón de la trama de este inolvidable filme.

En, <<EL SILENCIOSO>>, los hechos son más evidentes: la mujer con una hija (en, “Shane”, es un niño), que se apega bastante al forastero; el sentimiento que nace entre la madre y su amigo sin poder expresarse; el tipo ambicioso que pretende quedarse con su tierra a como dé lugar; la pelea en el bar, que la niña observa procurando no ser vista… y también, ese dramático desenlace que conmueve al más pintado.

El director, Alberto Mariscal, demuestra una vez más que tiene talento para hacer un cine calificado, y con suficientes variables como para que la película conserve un buen grado de autenticidad, logra llevarla a buen puerto con un eficaz diseño de producción; la dirección de actores resulta muy atinada; las escenas de acción son bastante efectivas… y hasta la banda sonora del prolífico, Gustavo César Carrión, favorece el realce de las situaciones.

El reparto -además de Gastón Santos-, incluye gente de renombre como: Luis Aguilar, Emilio Fernández, Roberto Cañedo y Adriana Roel; y hasta la niña, Mary Carmen González, consigue un emotivo rol con el que logra conmovernos.

Lo que ocurre en aquel pueblo llamado, Santa Rosa, hay que darse el gusto de verlo. Allí estará, El Silencioso, plenamente dispuesto a que triunfe la justicia.