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Voto de TOM REGAN:
9
6.8
465
Comedia
Dos estrellas del vodevil están rodando una película, pero el director no está satisfecho con ella. Para contentarle, deciden contratar a un guionista joven de desbordante imaginación. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
245/45(26/06/21) Sorprendente comedia muy adelantada a su tiempo en surrealismo, meta-cine, humor absurdo, ruptura de la cuarta pared, todo un akelarre de risas disparatadas, cual film de los hermanos Marx pero multiplicando por infinito sus delirantes gags. El cine es tan grande por cosas como esta, nunca deja de sorprenderme que una cinta con 80 años sea tan moderna es asombroso. Film dirigido por HC Potter para la Universal, en lo que es una adaptación de un exitoso musical-vodevil de Broadway, Hellzapoppin, que estuvo en cartel entre 1938 y 1941, 1.404 representaciones (récord histórico de espectáculos musicales de Broadway), recaudó más de $ 4.000.000 y enloqueció temporalmente a casi 5.000.000 de clientes. Inicialmente previsto el elenco de Broadway apareciera en la película, a excepción de Olsen y Johnson (productores del musical en Broadway), y Lindy Hoppers de Whitey, nadie más de ninguna de las producciones teatrales apareció en la película. Una obra en la que donde parte del humor era interactuar con el público, esto lo proyectaron en cine a romper la cuarta pared, o con los momentos en que los protagonistas en la pantalla se relacionan con el proyeccionista Shemp Howard (este entretenido en quehaceres amorosos). Ello en medio de farsa, gamberradas, travesuras, absurdeces, un caos aparentemente estrafalario que busca única y exclusivamente la complicidad del espectador para sacarle sonrisas de placer blanco.
Un despliegue descacharrante de sketches que se encadena unos a otros de modo electrizante, por supuesto que hay cierto desequilibrio, pero s que es imposible mantener el nivel durante todo su alocado metraje. Cine dentro del cine, riéndose del Séptimo Arte, cohabitando con él de forma desternillante, una explosión incandescente que ha influenciado a posteriores comediantes como Mel Brooks, los Monty Python o al trio Zucker & Zucker & Abrahams. Un maremágnum de sin sentidos puestos en medio de una anarquía propia del hermano demente de Groucho Marx, donde los fenomenales efectos especiales (epítome de esto es ver a los protagonistas medio invisibles) sirven para atomizar el humor irreverente. Todo esto donde la trama resulta una excusa, y de ello por supuesto hacen bromas nuestros protagonistas, pues esta le es impuesta por el productor, con lo que se hacen chanzas de tener que meternos siempre una historia de amor cursi (algo muy de los Marx), donde incluso los números musicales sirven para meternos más bromas.
El comienzo es ya toda una declaración de intenciones, con un proyeccionista, Louie (Shemp Howard), mirando su proyección sobre una pantalla de un musical clásico entonando un tema sobre el Paraíso, entonces las escaleras clásicas de estos números se pliegan y hacen que todos los del escenario desciendan cual tobogán n caída libre sobre unas llamaradas que les llevarán al Infierno, ello mientras pasan los créditos iniciales que acaban con un sobreimpresionado que pone “Cualquier parecido entre Hellzapoppin y una película es pura coincidencia”. Estamos en un caótico Averno donde todos cantan el tema central ‘Hellzapoppin’, poblado por acróbatas, multitud de diablillos con sus tridentes, afilándolos pinchando a incautos que rien al ser torturados, hay gente que es girada en una parrilla cual pollo al’ast, gente que empaquetan en bidones de modo industrial.
Entonces tras unos rayos aparece un taxi, se abre la puerta y salen todo tipo de animales domésticos, con perros, gansos, patos, o cabras, siendo el último u can pequeñito con una larga cuerda y tras él los protagonistas arrastrados por este, uno de los hombres le dice al otro ‘Es la primera vez que un taxi me lleva directamente a donde le digo’. Aparece una mujer desesperada buscando a su pequeño, entonces vemos a un tipo grande buscando a su mami, se tira de un altillo y rompe el suelo, la madre se tira a por él, hay una explosión y sale petróleo del agujero. El taxista pide le paguen la cuenta, vemos es un enano (¿?) que saca una extensa cuenta, Olson (o el otro) le hace una pedorreta que hace estallar el taxi. Entonces los protas se encaran con la pantalla llamando al proyeccionista (entrará más adelante para redoblar la apuesta en un juego de edición de falsa proyección tronchante, donde se mezclan mitades de proyección una película del oeste con indios), uno le dice al otro que eso no puede hacerlo, pero le responde que sí, él le consiguió el trabajo, es el primo Loui, vemos a este cortejando a una rubia. Se da cuenta de que lo llaman, le piden rebobine, este lo hace ante nuestros ojos. Y vemos que la pedorreta ahora convierte al taxi en un caballo con el enano de jockey, y este es elevado para ser sacado del escenario. Un tipo sale queriendo a completar un tres en raya sobre el muslo del caballo, lo hace y vuelve a correr, entonces vemos que estamos en el plató de rodaje de la película y el director (Richard Lane) grita horrorizado ‘Corten!!!’. Y solo han pasado con los créditos 6 minutos, arrollador carta de presentación.
Tras esto viene una discusión de los protas con el director reclamándoles una historia de amor para su film a regañadientes los lleva el productor a ver al guionista, ello mientras aparece uno de los grandes running gag del film con un tipo buscando con una planta a cuestas a Miss Jones, le echan en cara que está en medio del rodaje de una película, a lo que este responde ‘Es cuestión de opiniones’. Entre medias a hay un gag sobre autógrafos y otro sobre elección de fresas. En el camino a ver al guionista pasan por diferentes set de rodaje y por arte de birlí birloque se mimetizan con ellos, desde presos a elegantes del SXVIII (le toman un retrato ¿?), son esquimales (hay un genial gag sobre ‘Rosebud’ de “Ciudadano Kane”), hasta que llegan al guionista (Elisha Cook Jr.), este es un debilucho al que el doctor le ha recetado tres platos de comida (y los ha tomado), aparece otro genial running-gag con una mujer buscando a Oscar,... (sigo en spoiler)
Un despliegue descacharrante de sketches que se encadena unos a otros de modo electrizante, por supuesto que hay cierto desequilibrio, pero s que es imposible mantener el nivel durante todo su alocado metraje. Cine dentro del cine, riéndose del Séptimo Arte, cohabitando con él de forma desternillante, una explosión incandescente que ha influenciado a posteriores comediantes como Mel Brooks, los Monty Python o al trio Zucker & Zucker & Abrahams. Un maremágnum de sin sentidos puestos en medio de una anarquía propia del hermano demente de Groucho Marx, donde los fenomenales efectos especiales (epítome de esto es ver a los protagonistas medio invisibles) sirven para atomizar el humor irreverente. Todo esto donde la trama resulta una excusa, y de ello por supuesto hacen bromas nuestros protagonistas, pues esta le es impuesta por el productor, con lo que se hacen chanzas de tener que meternos siempre una historia de amor cursi (algo muy de los Marx), donde incluso los números musicales sirven para meternos más bromas.
El comienzo es ya toda una declaración de intenciones, con un proyeccionista, Louie (Shemp Howard), mirando su proyección sobre una pantalla de un musical clásico entonando un tema sobre el Paraíso, entonces las escaleras clásicas de estos números se pliegan y hacen que todos los del escenario desciendan cual tobogán n caída libre sobre unas llamaradas que les llevarán al Infierno, ello mientras pasan los créditos iniciales que acaban con un sobreimpresionado que pone “Cualquier parecido entre Hellzapoppin y una película es pura coincidencia”. Estamos en un caótico Averno donde todos cantan el tema central ‘Hellzapoppin’, poblado por acróbatas, multitud de diablillos con sus tridentes, afilándolos pinchando a incautos que rien al ser torturados, hay gente que es girada en una parrilla cual pollo al’ast, gente que empaquetan en bidones de modo industrial.
Entonces tras unos rayos aparece un taxi, se abre la puerta y salen todo tipo de animales domésticos, con perros, gansos, patos, o cabras, siendo el último u can pequeñito con una larga cuerda y tras él los protagonistas arrastrados por este, uno de los hombres le dice al otro ‘Es la primera vez que un taxi me lleva directamente a donde le digo’. Aparece una mujer desesperada buscando a su pequeño, entonces vemos a un tipo grande buscando a su mami, se tira de un altillo y rompe el suelo, la madre se tira a por él, hay una explosión y sale petróleo del agujero. El taxista pide le paguen la cuenta, vemos es un enano (¿?) que saca una extensa cuenta, Olson (o el otro) le hace una pedorreta que hace estallar el taxi. Entonces los protas se encaran con la pantalla llamando al proyeccionista (entrará más adelante para redoblar la apuesta en un juego de edición de falsa proyección tronchante, donde se mezclan mitades de proyección una película del oeste con indios), uno le dice al otro que eso no puede hacerlo, pero le responde que sí, él le consiguió el trabajo, es el primo Loui, vemos a este cortejando a una rubia. Se da cuenta de que lo llaman, le piden rebobine, este lo hace ante nuestros ojos. Y vemos que la pedorreta ahora convierte al taxi en un caballo con el enano de jockey, y este es elevado para ser sacado del escenario. Un tipo sale queriendo a completar un tres en raya sobre el muslo del caballo, lo hace y vuelve a correr, entonces vemos que estamos en el plató de rodaje de la película y el director (Richard Lane) grita horrorizado ‘Corten!!!’. Y solo han pasado con los créditos 6 minutos, arrollador carta de presentación.
Tras esto viene una discusión de los protas con el director reclamándoles una historia de amor para su film a regañadientes los lleva el productor a ver al guionista, ello mientras aparece uno de los grandes running gag del film con un tipo buscando con una planta a cuestas a Miss Jones, le echan en cara que está en medio del rodaje de una película, a lo que este responde ‘Es cuestión de opiniones’. Entre medias a hay un gag sobre autógrafos y otro sobre elección de fresas. En el camino a ver al guionista pasan por diferentes set de rodaje y por arte de birlí birloque se mimetizan con ellos, desde presos a elegantes del SXVIII (le toman un retrato ¿?), son esquimales (hay un genial gag sobre ‘Rosebud’ de “Ciudadano Kane”), hasta que llegan al guionista (Elisha Cook Jr.), este es un debilucho al que el doctor le ha recetado tres platos de comida (y los ha tomado), aparece otro genial running-gag con una mujer buscando a Oscar,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...le preguntan al guionista que a dónde quiere llegar y este contesta que a 29 años (¿?). Entonces hay un torpedo ácido contra la industria hollywoodiense y su visión del espectador cuando el director le va a contar la revisión de la historia con la incorporada historia de amor, a lo que Olsen (o el otro) le responde que ha hecho la obra en Broadway sin esto, y el productor le dice ‘Esto es Hollywood (¿?)”. Les cuenta como serán los cambios, ello mostrando al galán que han fichado en una foto (esta se mueve), les cuenta donde acontecerá el relato, será una mansión en Long Island que les muestra en un cuadro que los tres miran sentados, y el cuadro toman vida cual pantalla de tv, a la mansión llega mucha gente, pues hay una fiesta de la Cruz Roja, y los tres espectadores charlaran con los personajes de la pantalla, ello en un juego de espejos interminable, pues nosotros somos espectadores de una película sobre una película, que sus creadores ven en una pantalla interactuando con ella y viceversa (creo).
Es un film hecho para reírte sin complejos riéndote de todo lo habido y por haber, desde el Infierno, la muerte, los enanos, el amor, los musicales (el modo en que sabotean el supuesto clímax musical, con anuncios, o llamadas a gente del público [Stinky Miller], y más estropicio a los cantantes y bailarines), el terror (Frankenstein apareciendo de la nada para lanzar una bailarina), el sexo (ese modo picarón en que la cámara se niega a seguir la acción, para quedarse fijo en bellezones en bikini), y por supuesto el cine.
Como guinda tenemos a medio metraje un sensacional número musical bailado a ritmo mezcla de jazz y swing, llamado Lindy Hop (baile que nació en las comunidades negras de Harlem), por el grupo de afroamericanos “The Congaroo Dancers”, haciendo de sirvientes que se entretienen cuando los blancos no miran (en lo que es un acto de transgresión en un tiempo en que la comunidad afroamericana era oculta en Hollywood, solo recuerdo algo parecido de los Marx en “Un día en las carreras”), con unas contorsiones y movimientos que desafían a la gravedad, con saltos mortales imposibles, y danzadas a una velocidad impactante, coreografiado todo esto por Frankie Manning (también baila, junto a Norma Miller), utilizando elementos domésticos para hacer música, ello en tomas sin apenas cortes que nos dan realismo y vivacidad. Y todo esto acaba con Johnson (o el otro) diciendo: "Lástima que no estén en el programa".
Hay una subtrama divertida con un ruso que se hace pasar por un falso aristócrata ruso (Mischa Auer), que en realidad es un aristócrata ruso, este a su vez es perseguida de modo comicquero (cual mofeta de la Warner ‘Pepe Le pew’) a sus ‘novias’) por Betty (Martha Raye); Otra subtrama con un detective (Hugh Herbert), que deriva en un maestro de la magia que medio hace invisibles al tándem protagónico (pudo inspirar el argumento del film de animación “Onward?); Broma muy marxiana cuando el binomio Ole y Chic leen el guión y cuando leen un fragmento cursi lo arranca y rompen (¿?); Olsen entre el público durante el clímax del número musical (saboteado tropecientas mil veces) se pone una máscara grotesca para intentar asustar a los espectadores, pero estos pasan de él, entonces se la quita desilusionado, y es cuando los espectadores lo miran y se aterrorizan. Hay más.
Como curiosa anécdota decir que tuvo una nominación a los Oscar a Mejor Canción de "Pig Foot Pete" (que perdió ante "White Christmas"), pero esta canción nunca apareció en la película; en realidad, se interpretó en la película de Abbott y Costello “Keep 'Em Flying”, otra producción de Universal Pictures de 1941.
Todo un hallazgo infravalorado y desconocido esta valiosa joya contracorriente en su humor moderno. Fuerza y honor!!!
PD. Al final de la película, al director no le gusta el resultado; entonces, dispara al guionista.
PD 2. Desgraciadamente Ole Olsen y Chic Johnson nunca volvieron a dar un espectáculo de cómico parecido.
Es un film hecho para reírte sin complejos riéndote de todo lo habido y por haber, desde el Infierno, la muerte, los enanos, el amor, los musicales (el modo en que sabotean el supuesto clímax musical, con anuncios, o llamadas a gente del público [Stinky Miller], y más estropicio a los cantantes y bailarines), el terror (Frankenstein apareciendo de la nada para lanzar una bailarina), el sexo (ese modo picarón en que la cámara se niega a seguir la acción, para quedarse fijo en bellezones en bikini), y por supuesto el cine.
Como guinda tenemos a medio metraje un sensacional número musical bailado a ritmo mezcla de jazz y swing, llamado Lindy Hop (baile que nació en las comunidades negras de Harlem), por el grupo de afroamericanos “The Congaroo Dancers”, haciendo de sirvientes que se entretienen cuando los blancos no miran (en lo que es un acto de transgresión en un tiempo en que la comunidad afroamericana era oculta en Hollywood, solo recuerdo algo parecido de los Marx en “Un día en las carreras”), con unas contorsiones y movimientos que desafían a la gravedad, con saltos mortales imposibles, y danzadas a una velocidad impactante, coreografiado todo esto por Frankie Manning (también baila, junto a Norma Miller), utilizando elementos domésticos para hacer música, ello en tomas sin apenas cortes que nos dan realismo y vivacidad. Y todo esto acaba con Johnson (o el otro) diciendo: "Lástima que no estén en el programa".
Hay una subtrama divertida con un ruso que se hace pasar por un falso aristócrata ruso (Mischa Auer), que en realidad es un aristócrata ruso, este a su vez es perseguida de modo comicquero (cual mofeta de la Warner ‘Pepe Le pew’) a sus ‘novias’) por Betty (Martha Raye); Otra subtrama con un detective (Hugh Herbert), que deriva en un maestro de la magia que medio hace invisibles al tándem protagónico (pudo inspirar el argumento del film de animación “Onward?); Broma muy marxiana cuando el binomio Ole y Chic leen el guión y cuando leen un fragmento cursi lo arranca y rompen (¿?); Olsen entre el público durante el clímax del número musical (saboteado tropecientas mil veces) se pone una máscara grotesca para intentar asustar a los espectadores, pero estos pasan de él, entonces se la quita desilusionado, y es cuando los espectadores lo miran y se aterrorizan. Hay más.
Como curiosa anécdota decir que tuvo una nominación a los Oscar a Mejor Canción de "Pig Foot Pete" (que perdió ante "White Christmas"), pero esta canción nunca apareció en la película; en realidad, se interpretó en la película de Abbott y Costello “Keep 'Em Flying”, otra producción de Universal Pictures de 1941.
Todo un hallazgo infravalorado y desconocido esta valiosa joya contracorriente en su humor moderno. Fuerza y honor!!!
PD. Al final de la película, al director no le gusta el resultado; entonces, dispara al guionista.
PD 2. Desgraciadamente Ole Olsen y Chic Johnson nunca volvieron a dar un espectáculo de cómico parecido.