Media votos
6.5
Votos
5,703
Críticas
5,201
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
6.7
2,478
Serie de TV. Thriller. Drama
Miniserie de TV (2018). 6 episodios. Basada en la famosa novela de espionaje de John Le Carré, y el debut televisivo del director Park Chan-wook (Oldboy, La doncella). Ambientada en los años 70, tras la masacre de Munich y durante la época más activa del terrorismo palestino. El Mossad, poniendo en práctica un plan tan maquiavélico como inteligente, capta los servicios involuntarios de Charlie (Florence Pugh), una actriz inglesa de poca ... [+]
22 de febrero de 2021
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
59/24(21/02/21) Esta crítica está dedicada al escritor fallecido recientemente David John Moore Cornwell (19 octubre 1931/ 12 diciembre 2020), más conocido por su seudónimo de John le Carré, fue un escritor británico de novelas de espionaje. Durante las décadas de 1950 y 1960, trabajó tanto para el Servicio de Seguridad (MI5) como para el Servicio Secreto de Inteligencia (MI6). Su tercera novela, El espía que vino del frío (1963), se convirtió en un éxito de ventas internacional y sigue siendo una de sus obras más conocidas. Tras el éxito de esta novela, dejó el MI6 para convertirse en autor a tiempo completo. Sus libros incluyen The Looking Glass War (1965), Tinker Tailor Soldier Spy (1974), Smileyy's People (1979), The Little Drummer Girl (1983), The Night Manager (1993), The Tailor of Panama (1996), The Constant Gardener (2001), A Most Wanted Man (2008) y Our Kind of Traitor (2010), todas ellas adaptadas para cine o televisión. Muchas de ellas han por el mismo productor ejecutivo, y en 2010 dos de sus hijos, Simon y Stephen, fundaron la productora The Ink Factory, de la que ya han salido dos películas y dos miniseries sobre libros de su padre, entre ellas la que me ocupa hoy (la otra “The Night Manager”).
Acabo de terminar de ver esta irregular serie de televisión británica de seis episodios basada en la novela homónima de 1983 de John le Carré, que guionizan Micael Lesslie (“Slow West” o “Macbeth”), y Claire Wilson (“Rocks” o “Gangs of London”), y dirigida por el coreano Chan-wook Park, creador de obras tan turbadoras como “Old Boy” o “La doncella”. Con una producción muy cuidada trasladándonos a finales de los 70 de modo inmersivo, gracias a la estupenda ambientación, con los escenarios (en Inglaterra, República Checa y Grecia), vestuario, peinados, autos, esto enaltecido por un notable uso de la cinematografía de Woo-hyung Kim (Amsal” o “1987”), con cromatismos muy marcados en sus contrastes, con recursos de cámara singulares. Tiene un en su desarrollo un estilo realista en la visión desmitificadora del mundo del espionaje (lejos de los James Bond), un micro universo, con dudas, ambigüedad moral, daños colaterales, traiciones, pragmatismo, egoísmo, en consonancia con la forma de verlo de le Carré, con sintonía con la cinta de Spielberg “Munich” (2005) con la que tiene muchos puntos en común.
Tiene un elenco actoral excelente con una sorprendente Florence Pugh como protagonista, una actriz menuda muy a seguir en el futuro, manejando todo un arsenal de gama de emociones que nos llegan; un siempre competente Alexander Skarsgård, aunque quizás se pasa de frialdad, y de melancólico; pero sobre todo un extraordinario Michael Shannon (y cuando no) en un rol que se nota disfrutando en su moralidad retorcida expuesta sutilmente, con ese bigote setentero y esa peluca rizada con gafas grandes, le dan un aspecto de burócrata que le van de maravilla a su personalidad maquiavélica y pragmática; Entre los secundarios destaca el capitán Picton encarnado por un formidable Charles Dance, dándole vida con mordacidad y un gran cinismo carismático.
Ello para un producto desequilibrado, aunque entretenidillo, con buenos momentos, pero otros muchos estirados sin más sentido (parece) que el de rellenar seis episodios, sus primero cuatro capítulos resultan alargadísimos en sus reiteraciones y redundancias de como aleccionan a la amateur espía, en ese juego metaficcional de actriz haciendo que actuar para ser una espía. Lo cual ralentiza mucho el ritmo, a mi modesto entender menos episodios habrían mejorado el resultado final y dado solidez a una serie que tiene tramos lánguidos. Tampoco es que hay escenas de acción potentes, de hecho, todo se resuelve de forma anticlimática.
En Alemania Occidental, en 1979, una bomba explota en la casa del agregado israelí. Por casualidad, el propio diplomático está ileso, pero su hijo muere. El agente del Mossad 'Marty' (Michael Shannon) forma un equipo para perseguir a los responsables, y se dan cuenta de que el responsable es Salim (Amir Khoury), el hermano menor del líder terrorista palestino Khalil, cuyas órdenes llevaba fuera. Pero llegar a Khalil requerirá algo de ingenio de su parte. Mientras tanto, en Londres, Charlie (Florence Pugh) es una actriz política semirradical, cuya compañía de teatro es invitada a actuar en Grecia por un misterioso benefactor. Mientras está allí, se siente atraída por un enigmático extraño (Alexander Skarsgard), quien la invita a reunirse con él en Atenas.
La misión es infiltrar a una actriz en una célula terrorista para se haga pasar por ‘viuda de guerra’ y con ello ser aceptada, y con ello poder dar con la cabeza del comando. Para ello un comando del Mossad aleccionará a una joven para ello, la serie, ocupa demasiado espacio para el juego de trampantojo de personalidades, ello con el propósito de crear un vínculo complejo entre él se mimetiza con el terrorista para hacer más fácil la asimilación de la actriz. Con repeticiones y más repeticiones de discursos que cansan, yendo a los lugares que el terrorista estuvo, o lectura de sus cartas. De ello lo mejor es la química entre Charlie/Florence y Gadi/Skarsgård, de las que traspasa la pantalla con una tensión sexual constante. Donde visualmente destaca la escena en el Acrópolis de Atenas nocturno en que lo visitan Charlie y Gadi, estéticamente preciosa.
Con un desarrollo con giros que se ven venir de lejos, no sorprende, pero si se cuenta elegantemente donde se conforma un juego de espías con mucho de la hitchcockiana “Encadenados” (1948) en el romance entre el espía profesional y la espía forzada, y como él la pone moralmente contra las cuerdas, también tiene de la película “Argo” (2012) en donde unos actores hacen de espías en situaciones reales en Irán, y de esto queda proyectar el artificio teatral que es el mundo de los espías creando personalidades enmascaradas. Elloo donde Kurt (Shannon) se erige en demiurgo director de esta función, un productor y guionista creativo.
Acabo de terminar de ver esta irregular serie de televisión británica de seis episodios basada en la novela homónima de 1983 de John le Carré, que guionizan Micael Lesslie (“Slow West” o “Macbeth”), y Claire Wilson (“Rocks” o “Gangs of London”), y dirigida por el coreano Chan-wook Park, creador de obras tan turbadoras como “Old Boy” o “La doncella”. Con una producción muy cuidada trasladándonos a finales de los 70 de modo inmersivo, gracias a la estupenda ambientación, con los escenarios (en Inglaterra, República Checa y Grecia), vestuario, peinados, autos, esto enaltecido por un notable uso de la cinematografía de Woo-hyung Kim (Amsal” o “1987”), con cromatismos muy marcados en sus contrastes, con recursos de cámara singulares. Tiene un en su desarrollo un estilo realista en la visión desmitificadora del mundo del espionaje (lejos de los James Bond), un micro universo, con dudas, ambigüedad moral, daños colaterales, traiciones, pragmatismo, egoísmo, en consonancia con la forma de verlo de le Carré, con sintonía con la cinta de Spielberg “Munich” (2005) con la que tiene muchos puntos en común.
Tiene un elenco actoral excelente con una sorprendente Florence Pugh como protagonista, una actriz menuda muy a seguir en el futuro, manejando todo un arsenal de gama de emociones que nos llegan; un siempre competente Alexander Skarsgård, aunque quizás se pasa de frialdad, y de melancólico; pero sobre todo un extraordinario Michael Shannon (y cuando no) en un rol que se nota disfrutando en su moralidad retorcida expuesta sutilmente, con ese bigote setentero y esa peluca rizada con gafas grandes, le dan un aspecto de burócrata que le van de maravilla a su personalidad maquiavélica y pragmática; Entre los secundarios destaca el capitán Picton encarnado por un formidable Charles Dance, dándole vida con mordacidad y un gran cinismo carismático.
Ello para un producto desequilibrado, aunque entretenidillo, con buenos momentos, pero otros muchos estirados sin más sentido (parece) que el de rellenar seis episodios, sus primero cuatro capítulos resultan alargadísimos en sus reiteraciones y redundancias de como aleccionan a la amateur espía, en ese juego metaficcional de actriz haciendo que actuar para ser una espía. Lo cual ralentiza mucho el ritmo, a mi modesto entender menos episodios habrían mejorado el resultado final y dado solidez a una serie que tiene tramos lánguidos. Tampoco es que hay escenas de acción potentes, de hecho, todo se resuelve de forma anticlimática.
En Alemania Occidental, en 1979, una bomba explota en la casa del agregado israelí. Por casualidad, el propio diplomático está ileso, pero su hijo muere. El agente del Mossad 'Marty' (Michael Shannon) forma un equipo para perseguir a los responsables, y se dan cuenta de que el responsable es Salim (Amir Khoury), el hermano menor del líder terrorista palestino Khalil, cuyas órdenes llevaba fuera. Pero llegar a Khalil requerirá algo de ingenio de su parte. Mientras tanto, en Londres, Charlie (Florence Pugh) es una actriz política semirradical, cuya compañía de teatro es invitada a actuar en Grecia por un misterioso benefactor. Mientras está allí, se siente atraída por un enigmático extraño (Alexander Skarsgard), quien la invita a reunirse con él en Atenas.
La misión es infiltrar a una actriz en una célula terrorista para se haga pasar por ‘viuda de guerra’ y con ello ser aceptada, y con ello poder dar con la cabeza del comando. Para ello un comando del Mossad aleccionará a una joven para ello, la serie, ocupa demasiado espacio para el juego de trampantojo de personalidades, ello con el propósito de crear un vínculo complejo entre él se mimetiza con el terrorista para hacer más fácil la asimilación de la actriz. Con repeticiones y más repeticiones de discursos que cansan, yendo a los lugares que el terrorista estuvo, o lectura de sus cartas. De ello lo mejor es la química entre Charlie/Florence y Gadi/Skarsgård, de las que traspasa la pantalla con una tensión sexual constante. Donde visualmente destaca la escena en el Acrópolis de Atenas nocturno en que lo visitan Charlie y Gadi, estéticamente preciosa.
Con un desarrollo con giros que se ven venir de lejos, no sorprende, pero si se cuenta elegantemente donde se conforma un juego de espías con mucho de la hitchcockiana “Encadenados” (1948) en el romance entre el espía profesional y la espía forzada, y como él la pone moralmente contra las cuerdas, también tiene de la película “Argo” (2012) en donde unos actores hacen de espías en situaciones reales en Irán, y de esto queda proyectar el artificio teatral que es el mundo de los espías creando personalidades enmascaradas. Elloo donde Kurt (Shannon) se erige en demiurgo director de esta función, un productor y guionista creativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En los dos últimos capítulos la serie vira cuando Charlie se infiltra en la célula, donde otra vez se les va la ano con tanto ‘examen’ de no estar mintiendo, después del primero el segundo, y tras este otro y así sucesivamente. Una vez ella está con los terroristas vemos un microuniverso donde parece Charlie sentirse a gusto, tanto que cuando hay un ataque a la base donde están y ve morir a una niña, dudamos de donde está la lealtad de ella, si habrá virado. Pero este elemento no se explota suficientemente para ofrecer tensión, teniendo un final un tanto desinflado, a lo que se añade un epílogo insatisfactorio para mí, no se te clava. Como coletilla mencionar que se intenta ser un tanto equidistante con el conflicto Israel-Palestina, pero esto me resultan fuegos de artificio fatuos, pues aparte de los hechos histórico-reales, lo que vemos en pantalla son atentados de los palestinos contra inocentes , pues lo del ataque aéreo hebreo que vemos es un lugar de entrenamiento de terroristas, por tanto objetivo más que justificado, y es que lo de querer humanizar a un terrorista me resulta bienintencionadamente torpe, en este caso acaba de enviar con Charlie una maleta-bomba para matar a cuantas más personas mejor en un lugar encima de civiles, no puedo sentir lástima por el destino letal de este tipejo.
El epílogo sucede en Israel, con Charlie atendiendo a una nueva llamada de Gadi vía mensaje oculto en un paquete de tabaco, y los dos desparecen en la vivienda de este sin decir palabra a tomar te.
‘La clave del título, y quizá la moraleja principal de toda la obra, viene de una conversación que Kurtz tiene con el capitán Picton, un intenso y desdeñoso oficial inglés con el que Charles Dance se come la pantalla en sus breves apariciones. Picton le cuenta una batallita sobre su juventud en los 40, durante las revueltas del Medio Oriente contra el dominio británico: molestos con un grupo de chavales que les tiraban de todo, Picton identificó a uno de ellos como eslabón débil, lo detuvo y lo interrogó sobre el resto de su banda. Su ojo clínico no funcionó y el chico no se chivó de nada a pesar de que Picton acabó «con la mano dolorida». Al soltarlo y verlo irse, se preguntó si no acababa de crear un nuevo tamborilero («a little drummer boy») que en el futuro marcharía decididamente contra ellos, vengativamente traumatizado por la violencia que acababa de sufrir. Y así seguimos como siempre hemos sido los humanos, creando nuevos tamborileros con nuestra violencia… y con la manera en que nuestras ficciones interpretan la realidad.’
John le Carré declaró que basó a Charlie en su media hermana, la actriz Charlotte Cornwell, quien quería que interpretara el papel en la adaptación cinematográfica de 1984. La que fue dirigida por George Roy Hill con Diane Keaton en el papel principal.
Sin ser mala, esperaba más de la serie. Fuerza y honor!!!
El epílogo sucede en Israel, con Charlie atendiendo a una nueva llamada de Gadi vía mensaje oculto en un paquete de tabaco, y los dos desparecen en la vivienda de este sin decir palabra a tomar te.
‘La clave del título, y quizá la moraleja principal de toda la obra, viene de una conversación que Kurtz tiene con el capitán Picton, un intenso y desdeñoso oficial inglés con el que Charles Dance se come la pantalla en sus breves apariciones. Picton le cuenta una batallita sobre su juventud en los 40, durante las revueltas del Medio Oriente contra el dominio británico: molestos con un grupo de chavales que les tiraban de todo, Picton identificó a uno de ellos como eslabón débil, lo detuvo y lo interrogó sobre el resto de su banda. Su ojo clínico no funcionó y el chico no se chivó de nada a pesar de que Picton acabó «con la mano dolorida». Al soltarlo y verlo irse, se preguntó si no acababa de crear un nuevo tamborilero («a little drummer boy») que en el futuro marcharía decididamente contra ellos, vengativamente traumatizado por la violencia que acababa de sufrir. Y así seguimos como siempre hemos sido los humanos, creando nuevos tamborileros con nuestra violencia… y con la manera en que nuestras ficciones interpretan la realidad.’
John le Carré declaró que basó a Charlie en su media hermana, la actriz Charlotte Cornwell, quien quería que interpretara el papel en la adaptación cinematográfica de 1984. La que fue dirigida por George Roy Hill con Diane Keaton en el papel principal.
Sin ser mala, esperaba más de la serie. Fuerza y honor!!!