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Voto de TOM REGAN:
8
7.0
145
Fantástico. Intriga. Terror
Jerry Etherson es un ventrílocuo obsesionado con la idea de que Willy, el muñeco que usa en su espectáculo en un club nocturno, está vivo y se dedica a hacerle la vida imposible. Cuando confiesa su preocupación a Frank, su amigo y representante, éste atribuye dicha obsesión al problema de Jerry con el alcohol, y le da un ultimátum para que deje la bebida y su obsesión. Harto de la situación, el ventrílocuo decide al fin librarse de una ... [+]
3 de junio de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
183/01(01/06/22) Turbador episodio 33 de la tercer temporada (el 98 desde que empezó) de la icónica serie antológica creada por Rod Serling para la CBS. Dirige Abner Biberman (dirigió tres episodios más de la serie, “El increíble mundo de Horace Ford”, de la cuarta temporada, y “Número 12 se parece a ti” y “I Am the Night-Color Me Black” de la quinta), basándose Serling en una idea del guionista Lee Polk, que a su vez revisiona libremente uno de los fragmentos del ómnibus británico “Dead of Night” de 1945. Versando sobre un artista ventrílocuo en declive, con problemas de alcoholismo, que está convencido de que su muñeco Willie tiene vida propia, pero como en muchos episodios de la serie solo se produce este hecho extraordinario para él.
Un notable capítulo que indaga de forma ambigua en eso de los muñecos diabólicos que tanto juego han dado al género de terror, a la vez que hace un mordaz estudio sobre la mimetización entre el actor y su personaje, como puede este llegar a devorarlo. Todo ello desde lo críptico, generando las preguntas clásicas en muchos de los episodios de la serie, sobre si un personaje es preso de la locura en su tormento, o es real lo que dice sentir.
Todo ello enarbolado por un sensacional protagonista en Cliff Robertson (en su segunda aparición en la serie tras "A Hundred Yards Over the Rim", de la segunda temporada), de una intensidad espléndida, haciendo patente y real la angustia psicológica que sufre, con una expresividad prodigiosa nos hace su nerviosismo, su zozobra, su inestabilidad carcomiéndolo, su debilidad humana, ello en un increscendo dramático sofocante. Maravillosamente incómodo cuando en la calle el protagonista intenta seducir a una bailarina, Noreen (buena Sandra Warner), provocando desasosiego en su agresividad. Robertson también proporciona las voces de ambos muñecos, Willy y Goofy Goggles.
Todo ello en comunión fascinante la hábil dirección que utiliza la cinematografía de George T. Clemens para imprimir emociones, con punzantes primeros planos de Cliff sudoroso con el muñeco al fondo, también del pérfido muñeco Willy (creación inquietante con sus rasgos alargados y esas espeluznantes cejas) con planos holandeses en el tramo final para marcar la demencia galopante del protagonista, muy buena labor en el manejo del ritmo para hacer que todos vayamos pendiente debajo de modo trepidante, con momentos estremecedores, escalofriantes en su poder de removerte, cargando la atmósfera de aire malsano, ello para desembocar en un final abierto a interpretación es en su ingenioso giro.
Narración de apertura: Estás viendo a un ventrílocuo llamado Jerry Etherson, un lanzador de voces por excelencia. Su alter ego, sentado encima de su regazo, es un descarado palo de leña con el apodo de 'Willy'. En un momento, el Sr. Etherson y su socio de pino nudoso estarán reservados en uno de los bistrós apartados, ese lugar pequeño, oscuro e íntimo conocido como Twilight Zone.
El ventrílocuo Jerry Etherson (Cliff Robertson, oscarizado por el film “Charly” de 1968) está actuando con su muñeco Willy en un pequeño club de la ciudad de Nueva York. Al final del acto, Willy parece morder la mano de Jerry, y después de que regresa a su camerino, encuentra marcas de dientes en su dedo. Comienza a beber de una botella de licor que había escondido en un cajón. Su agente, Frank, entra y está molesto porque Jerry ha vuelto a beber. Jerry le dice a Frank, como lo ha hecho muchas veces antes, que Willy está vivo. Frank no le cree a Jerry y ya lo ha presionado para que obtenga ayuda psiquiátrica. Está convencido de que más sesiones psiquiátricas serían redundantes y que la única solución es deshacerse de Willy y actuar con un muñeco diferente, "Goofy Goggles", de ahora en adelante. Rápidamente se le ocurre nuevo material para Goofy Goggles y encierra a Willy en un baúl.
Serling deja patente su idea de desorientarnos cuando pone en boca de Willy espetando a Etherson: “Me hiciste real. Vertiste palabras en mi cabeza, moviste mi boca, me sacaste la lengua. Idiota, no lo entiendes? Tú me hiciste lo que soy hoy”. Queriendo dar una explicación al misterio, pero a la vez dejando el hálito de si algo sobre natural o es su distorsionada mente, aunque para mi queda claro cuando sale al exterior, a la calle, cuando ha encerrado a Wlly en un baúl dejándolo en el camerino. Y sin embargo sigue oyendo las voces de Willy riéndose de él, haciéndole burla, incluso atisba la sombra del muñeco sobre una pared, con lo que para mí la ambigüedad termina (o no).
Un notable capítulo que indaga de forma ambigua en eso de los muñecos diabólicos que tanto juego han dado al género de terror, a la vez que hace un mordaz estudio sobre la mimetización entre el actor y su personaje, como puede este llegar a devorarlo. Todo ello desde lo críptico, generando las preguntas clásicas en muchos de los episodios de la serie, sobre si un personaje es preso de la locura en su tormento, o es real lo que dice sentir.
Todo ello enarbolado por un sensacional protagonista en Cliff Robertson (en su segunda aparición en la serie tras "A Hundred Yards Over the Rim", de la segunda temporada), de una intensidad espléndida, haciendo patente y real la angustia psicológica que sufre, con una expresividad prodigiosa nos hace su nerviosismo, su zozobra, su inestabilidad carcomiéndolo, su debilidad humana, ello en un increscendo dramático sofocante. Maravillosamente incómodo cuando en la calle el protagonista intenta seducir a una bailarina, Noreen (buena Sandra Warner), provocando desasosiego en su agresividad. Robertson también proporciona las voces de ambos muñecos, Willy y Goofy Goggles.
Todo ello en comunión fascinante la hábil dirección que utiliza la cinematografía de George T. Clemens para imprimir emociones, con punzantes primeros planos de Cliff sudoroso con el muñeco al fondo, también del pérfido muñeco Willy (creación inquietante con sus rasgos alargados y esas espeluznantes cejas) con planos holandeses en el tramo final para marcar la demencia galopante del protagonista, muy buena labor en el manejo del ritmo para hacer que todos vayamos pendiente debajo de modo trepidante, con momentos estremecedores, escalofriantes en su poder de removerte, cargando la atmósfera de aire malsano, ello para desembocar en un final abierto a interpretación es en su ingenioso giro.
Narración de apertura: Estás viendo a un ventrílocuo llamado Jerry Etherson, un lanzador de voces por excelencia. Su alter ego, sentado encima de su regazo, es un descarado palo de leña con el apodo de 'Willy'. En un momento, el Sr. Etherson y su socio de pino nudoso estarán reservados en uno de los bistrós apartados, ese lugar pequeño, oscuro e íntimo conocido como Twilight Zone.
El ventrílocuo Jerry Etherson (Cliff Robertson, oscarizado por el film “Charly” de 1968) está actuando con su muñeco Willy en un pequeño club de la ciudad de Nueva York. Al final del acto, Willy parece morder la mano de Jerry, y después de que regresa a su camerino, encuentra marcas de dientes en su dedo. Comienza a beber de una botella de licor que había escondido en un cajón. Su agente, Frank, entra y está molesto porque Jerry ha vuelto a beber. Jerry le dice a Frank, como lo ha hecho muchas veces antes, que Willy está vivo. Frank no le cree a Jerry y ya lo ha presionado para que obtenga ayuda psiquiátrica. Está convencido de que más sesiones psiquiátricas serían redundantes y que la única solución es deshacerse de Willy y actuar con un muñeco diferente, "Goofy Goggles", de ahora en adelante. Rápidamente se le ocurre nuevo material para Goofy Goggles y encierra a Willy en un baúl.
Serling deja patente su idea de desorientarnos cuando pone en boca de Willy espetando a Etherson: “Me hiciste real. Vertiste palabras en mi cabeza, moviste mi boca, me sacaste la lengua. Idiota, no lo entiendes? Tú me hiciste lo que soy hoy”. Queriendo dar una explicación al misterio, pero a la vez dejando el hálito de si algo sobre natural o es su distorsionada mente, aunque para mi queda claro cuando sale al exterior, a la calle, cuando ha encerrado a Wlly en un baúl dejándolo en el camerino. Y sin embargo sigue oyendo las voces de Willy riéndose de él, haciéndole burla, incluso atisba la sombra del muñeco sobre una pared, con lo que para mí la ambigüedad termina (o no).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Jerry vuelve corriendo al teatro. Entra en el vestidor oscuro, abre el baúl, tira el muñeco al suelo y lo rompe. Pero cuando enciende la luz, se da cuenta de que destruyó el muñeco Goofy Goggles en lugar de Willy. No puede entender cómo pudo haberse equivocado. Luego ve a Willy sentado en el sofá, hablando y riéndose de él. Willy le dice que fue él, Jerry, quien lo hizo vivir. Jerry baja la cabeza mientras Willy se ríe como un loco. Hay una elipsis y pasamos a un presentador en un club en Kansas City que anuncia sobre un escenario a "Jerry and Willy". El ventrílocuo que vemos tiene la imagen de ad Willy y el muñeco es claramente la fisonomía de Jerry, que se ha convertido en un muñeco. La metamorfosis de Jerry en su creación se ha consumado.
Narración final: Lo que se conoce en la jerga de la época como el viejo cambio, de jefe a estúpido en unas pocas lecciones incómodas. Y si te gusta ir a discotecas de vez en cuando, mira este acto. Se llama Willy y Jerry, y por lo general están reservados en algunos de los clubes a lo largo de 'Gray Night Way' conocido como Twilight Zone.
El muñeco utilizado en este episodio para representar a "Willy" fue creado originalmente en la década de 1940 por el fabricante de marionetas Revello Petee. El mismo maniquí se usó más tarde, en el episodio de 1964 de Twilight Zone, "César y yo". El maniquí original real que se usó en ambos episodios se encontraba en una colección privada en Connecticut desde finales de la década de 1970, pero ahora reside en el Museo Internacional y Biblioteca de Artes Conjuradoras de David Copperfield en Las Vegas, junto con la efigie ficticia de Cliff Robertson que aparece al final de este episodio. Ambos títeres fueron objeto de una cuidadosa renovación por parte del artista estadounidense y experto en restauración de títeres Alan Semok.
El episodio marcó el regreso a la serie del técnico de maquillaje ganador del Oscar honorífico William Tuttle (“El mago de Oz” o “Planeta Prohibido”), que lo obtuvo por el film “Las 7 caras del Dr. Lao”, esto fue 17 años antes de que se estableciera como categoría oficial el Mejor Maquillaje. En ese momento, Tuttle era el jefe del departamento de maquillaje de MGM, donde The Twilight Zone fue rodada. Este episodio ofreció un desafío único a Tuttle en el sentido de que tuvo que crear un muñeco de ventrílocuo que se pareciera a Cliff Robertson para lograr efectivamente el giro final de Serling. Tuttle decidió que el mejor enfoque sería crear una caricatura de Robertson a partir de la cual pudiera crear un molde y construirlo sobre un muñeco de ventrílocuo tradicional. El problema que surgió fue que Tuttle no tenía la habilidad suficiente en el arte de la caricatura para crear el arte preliminar requerido para construir un modelo viable. Tuttle se acercó al gerente de producción Ralph W. Nelson con el problema y, a través de las conexiones industriales de Nelson, se puso en contacto con el hábil animador Thornton Hee, que se hacía llamar T. Hee.
Me queda uno de los episodios que calan de la serie por su fuerza dramátivca, por como indaga en los límitesd enbtre la demencia y la cordura. Gloria Ucrania!!!
Narración final: Lo que se conoce en la jerga de la época como el viejo cambio, de jefe a estúpido en unas pocas lecciones incómodas. Y si te gusta ir a discotecas de vez en cuando, mira este acto. Se llama Willy y Jerry, y por lo general están reservados en algunos de los clubes a lo largo de 'Gray Night Way' conocido como Twilight Zone.
El muñeco utilizado en este episodio para representar a "Willy" fue creado originalmente en la década de 1940 por el fabricante de marionetas Revello Petee. El mismo maniquí se usó más tarde, en el episodio de 1964 de Twilight Zone, "César y yo". El maniquí original real que se usó en ambos episodios se encontraba en una colección privada en Connecticut desde finales de la década de 1970, pero ahora reside en el Museo Internacional y Biblioteca de Artes Conjuradoras de David Copperfield en Las Vegas, junto con la efigie ficticia de Cliff Robertson que aparece al final de este episodio. Ambos títeres fueron objeto de una cuidadosa renovación por parte del artista estadounidense y experto en restauración de títeres Alan Semok.
El episodio marcó el regreso a la serie del técnico de maquillaje ganador del Oscar honorífico William Tuttle (“El mago de Oz” o “Planeta Prohibido”), que lo obtuvo por el film “Las 7 caras del Dr. Lao”, esto fue 17 años antes de que se estableciera como categoría oficial el Mejor Maquillaje. En ese momento, Tuttle era el jefe del departamento de maquillaje de MGM, donde The Twilight Zone fue rodada. Este episodio ofreció un desafío único a Tuttle en el sentido de que tuvo que crear un muñeco de ventrílocuo que se pareciera a Cliff Robertson para lograr efectivamente el giro final de Serling. Tuttle decidió que el mejor enfoque sería crear una caricatura de Robertson a partir de la cual pudiera crear un molde y construirlo sobre un muñeco de ventrílocuo tradicional. El problema que surgió fue que Tuttle no tenía la habilidad suficiente en el arte de la caricatura para crear el arte preliminar requerido para construir un modelo viable. Tuttle se acercó al gerente de producción Ralph W. Nelson con el problema y, a través de las conexiones industriales de Nelson, se puso en contacto con el hábil animador Thornton Hee, que se hacía llamar T. Hee.
Me queda uno de los episodios que calan de la serie por su fuerza dramátivca, por como indaga en los límitesd enbtre la demencia y la cordura. Gloria Ucrania!!!