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Voto de TOM REGAN:
7
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Drama
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
252/20(19/12/16) Valiosa obra del gran William Wyler, cálido y entrañable homenaje a las personas que lucharon en la Segunda Guerra Mundial y que al volver a “casa” se encuentran fuera de lugar, a su complicada reinserción civil, vista a través de tres veteranos de distintos ejércitos, infantería, aviación y a marina, con enfoque mosaico, sobre sus dificultades con su familia, matrimonio, amigos, y laborales. Robert Sherwood (“Rebeca”) adapta la novela “Glory for me” de Mackinlay Kantor. Fue un tremendo éxito de crítica y comercial, la película más taquillera tanto en USA y UK desde de el estreno de “Lo que el viento se llevó”, vendiendo aproximadamente 55 millones de entradas en los Estados Unidos. Asimismo ganando siete premios Oscars, incluyendo Película , Director (William Wyler), actor (Fredric March), actor secundario (Harold Russell), montaje (Daniel Mandell), guión adaptado (Robert Sherwood), y banda sonora original (Hugo Friedhofer), Russell también ganó un premio especial por "traer esperanza y valor a los compañeros veteranos", convirtiéndose en el único actor que ha ganado dos Oscar por un papel.
Wyler muestra con mucha fluidez narrativa este tríptico en que a través de estos tres protagonistas asistimos a sus temores, esperanzas, choques, frustraciones, preocupaciones, tres tipos han luchado en la guerra y ahora deben aprender a convivir en la paz del “hogar”, travesía existencial de modo gradual, primero con efusivo recibimiento a los combatientes, pero cuando la espuma baja queda la cruda realidad, su reinserción no es lo fácil que debería para personas que arriesgaron su vida por el país. Entonces en su vida ordinaria encuentran dificultades de adaptación, por prejuicios sociales, bien sea por secuelas físicas (de Homer), laborales (de Fred), o alcoholismo (de Al), créditos para proyectos (el tipo que va al banco a pedirlo), encontrarán rechazo de alguna gente los ve como levanta-trabajos, otros los ven como perdedores que lucharon en una guerra equivocada, otros como inútiles para el curro. Todo desarrollado sin sentimentalismos, ni dramatismos excesivos, desde una visión alentadora, desde el espíritu de superación se deben afrontar con coraje los fantasmas de los recuerdos y sus consiguientes pesadillas, sobre las ansias de sobrevivir a después del Infierno de la Guerra, sobre salir a flote ante las crisis, cuando la autoestima está por los suelos hay que sobreponerse, aporte en los que te quieren.
El realizador construye con cariño y ternura a sus personajes, los matiza y los hace tridimensionales, impregnándolos de vida interior, de hondura psicológica, seres humanos con sus defectos y virtudes, sabiendo sutilmente crear un halo de desencanto atmosférico, desenvolviéndolos con situaciones y diálogos punzantes, sensibles, emocionantes, alejándose del panfleto patriotero, mostrando una sociedad poliédrica en el recibimiento a estos soldados héroes por un día, que después pasan a ser civiles anónimos, en una reflexión hábil sobre la Condición Humana, todo esto aderezado por gotas de humor desengrasante.
William Wyler deja su huella con elegancia y saber mostrar sensaciones de modo superlativo, desde su inteligente arranque, los tres viajan en un avión militar tras acabar la guerra, rumbo a sus casas en Boone City, esa visión de los tres desde las alturas de una ciudad desde el cielo parece no haber cambiado, luego desde el taxi miran con ilusión las calles de su ciudad, y llegamos al primero debe bajarse en su casa, dice por qué no van al bar antes a tomar una copa, denotando el temor al recibimiento, acentuado por los complejos que tiene por no tener manos (perdidas en batalla), al final baja Homer y es recibido con cariño por su familia, todo lo veremos en tercera persona, cual voyeurs desde el taxi con Fred y Al, el primero dice ante lo que están viendo “Debemos felicitar a la Marina, entrenaron bien a ese muchacho para usar esos garfios”, pero vemos el abrazo de la prometida Wilma de Homer, con este estoico al poder abrazarla, y Al le replica a Fred “No pudieron enseñarle como abrazar a su chica y acariciarle el cabello”, trémulo; Luego Al es el siguiente, también inquieto por el recibimiento suelta lo de la última copa, al final desembarca en su lujoso apartamento (marcando ya la clase alta), acogido con enorme cariño por su familia, aquí lo que destaca es el juego de Wyler con las profundidades de campo, brillante en el pasillo como mientras abraza Al a sus hijos al fondo se ve aparecer a su esposa estremecida; El último es Fred, llega a la humilde casa de sus padres, Pat (Roman Bohnen) y Hortense Derry (Gladys George), remarcan la grieta social entre los civiles; Un primer tramo espléndido, queda marcado el sendero del metraje donde la maestría de Wyler queda exhibida en la dirección de actores, en la edificación de escenas para el recuerdo, donde los simbolismos y alegorías visuales son maravillosas, ejemplo la magnífica de cuando Fred pasea por un cementerio de aviones de combate, ahora una gigantesca chatarrería reciclable, Fred mientras observa los aparatos es inevitable se vea reflejado en ellos como un soldado al que reciclar.
Dana Andrews como Fred encarna a un tipo resignado a tener que empezar de cero, el que parece sufrir más estrés post-traumático de guerra, el símbolo de las complicaciones para encontrar trabajo, muestra enorme dignidad, con subtrama con su esposa y la hija de uno de sus amigos, un tanto pastelosa y previsible, me sobra la vástaga del amigo, solo con su hedonista mujer habría ganado en sentido dramático, la otra mujer es una especie de imposición de esperanza acomodaticia; Fredric March es Al, la clase alta, acomodado empleado de banco, ahoga sus fantasmas en alcohol, el actor lo encarna con carisma y mordacidad, lástima su subtrama quede enredada en la de su hija;... (sigue en spoiler)
Wyler muestra con mucha fluidez narrativa este tríptico en que a través de estos tres protagonistas asistimos a sus temores, esperanzas, choques, frustraciones, preocupaciones, tres tipos han luchado en la guerra y ahora deben aprender a convivir en la paz del “hogar”, travesía existencial de modo gradual, primero con efusivo recibimiento a los combatientes, pero cuando la espuma baja queda la cruda realidad, su reinserción no es lo fácil que debería para personas que arriesgaron su vida por el país. Entonces en su vida ordinaria encuentran dificultades de adaptación, por prejuicios sociales, bien sea por secuelas físicas (de Homer), laborales (de Fred), o alcoholismo (de Al), créditos para proyectos (el tipo que va al banco a pedirlo), encontrarán rechazo de alguna gente los ve como levanta-trabajos, otros los ven como perdedores que lucharon en una guerra equivocada, otros como inútiles para el curro. Todo desarrollado sin sentimentalismos, ni dramatismos excesivos, desde una visión alentadora, desde el espíritu de superación se deben afrontar con coraje los fantasmas de los recuerdos y sus consiguientes pesadillas, sobre las ansias de sobrevivir a después del Infierno de la Guerra, sobre salir a flote ante las crisis, cuando la autoestima está por los suelos hay que sobreponerse, aporte en los que te quieren.
El realizador construye con cariño y ternura a sus personajes, los matiza y los hace tridimensionales, impregnándolos de vida interior, de hondura psicológica, seres humanos con sus defectos y virtudes, sabiendo sutilmente crear un halo de desencanto atmosférico, desenvolviéndolos con situaciones y diálogos punzantes, sensibles, emocionantes, alejándose del panfleto patriotero, mostrando una sociedad poliédrica en el recibimiento a estos soldados héroes por un día, que después pasan a ser civiles anónimos, en una reflexión hábil sobre la Condición Humana, todo esto aderezado por gotas de humor desengrasante.
William Wyler deja su huella con elegancia y saber mostrar sensaciones de modo superlativo, desde su inteligente arranque, los tres viajan en un avión militar tras acabar la guerra, rumbo a sus casas en Boone City, esa visión de los tres desde las alturas de una ciudad desde el cielo parece no haber cambiado, luego desde el taxi miran con ilusión las calles de su ciudad, y llegamos al primero debe bajarse en su casa, dice por qué no van al bar antes a tomar una copa, denotando el temor al recibimiento, acentuado por los complejos que tiene por no tener manos (perdidas en batalla), al final baja Homer y es recibido con cariño por su familia, todo lo veremos en tercera persona, cual voyeurs desde el taxi con Fred y Al, el primero dice ante lo que están viendo “Debemos felicitar a la Marina, entrenaron bien a ese muchacho para usar esos garfios”, pero vemos el abrazo de la prometida Wilma de Homer, con este estoico al poder abrazarla, y Al le replica a Fred “No pudieron enseñarle como abrazar a su chica y acariciarle el cabello”, trémulo; Luego Al es el siguiente, también inquieto por el recibimiento suelta lo de la última copa, al final desembarca en su lujoso apartamento (marcando ya la clase alta), acogido con enorme cariño por su familia, aquí lo que destaca es el juego de Wyler con las profundidades de campo, brillante en el pasillo como mientras abraza Al a sus hijos al fondo se ve aparecer a su esposa estremecida; El último es Fred, llega a la humilde casa de sus padres, Pat (Roman Bohnen) y Hortense Derry (Gladys George), remarcan la grieta social entre los civiles; Un primer tramo espléndido, queda marcado el sendero del metraje donde la maestría de Wyler queda exhibida en la dirección de actores, en la edificación de escenas para el recuerdo, donde los simbolismos y alegorías visuales son maravillosas, ejemplo la magnífica de cuando Fred pasea por un cementerio de aviones de combate, ahora una gigantesca chatarrería reciclable, Fred mientras observa los aparatos es inevitable se vea reflejado en ellos como un soldado al que reciclar.
Dana Andrews como Fred encarna a un tipo resignado a tener que empezar de cero, el que parece sufrir más estrés post-traumático de guerra, el símbolo de las complicaciones para encontrar trabajo, muestra enorme dignidad, con subtrama con su esposa y la hija de uno de sus amigos, un tanto pastelosa y previsible, me sobra la vástaga del amigo, solo con su hedonista mujer habría ganado en sentido dramático, la otra mujer es una especie de imposición de esperanza acomodaticia; Fredric March es Al, la clase alta, acomodado empleado de banco, ahoga sus fantasmas en alcohol, el actor lo encarna con carisma y mordacidad, lástima su subtrama quede enredada en la de su hija;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Harold Russel encarna a Homer, ejemplo de lisiados físicos de guerra, se dan la mano complejos de ellos con condescendencia de sus allegados, confundiéndose unos y otros, el actor amateur lo interpreta con emoción mezclándose realidad y ficción, mientras era instructor militar en 1944, un cohete defectuoso le explotó en las manos, perdió las dos manos sustituyéndolos por dos ganchos que hacían funciones de manos, dista de saber mostrar sensaciones más allá de su rostro pétreo, nos llega su lenguaje físico con los ganchos, afán de superación manejándolos con enorme soltura y sobre todo par de escenas lo vemos como le quitan la prótesis, quedando desvalido como el bien cuenta, la realidad en miscelánea con la persona, trémulo; Teresa Wright queda un tanto pastelosa en un rol algo forzado; Virginia Mayo borda su papel de sediciosa, superficial, hedonista; Myrna Loy queda bien pero un tanto difusa; Cathy O'Donnell demasiado plano su rol, sin aparente carácter, sumisa ante la frialdad de Homer, aunque su rostro cuando Homer se quita ante ella los garfios es enternecedora.
Cinta un poco arrugada por el paso del tiempo, y nunca mejor dicho, pues su metraje es un tanto excesivo para lo que cuenta, notándose alguna subtrama metida con calzador, me refiero a la ya mencionada de Fred con Peggy, me sobra, nada aporta, más allá de intentar dar una salida acomodada a su relato, sin ella hubiera dado más fluidez; Tampoco la historia de Homer resulta bien sintetizada, pues no hay evolución del personaje, y todo lo que le sucede llega a la redundancia, una sobreexposición de su ganchos, nos quieren dar remasticado su “problema”, ello sumado a una novia demasiado abnegada ante el pasotismo de Homer, no muestra personalidad alguna ella, no me la creo; Tampoco su final aguanta bien al juez supremo del paso de lustros sobre ella (spoiler).
Puesta en escena excelente, formidable dirección artística de Perry Ferguson (“La soga”), y George Jenkins (“Todos los hombres del presidente”), rodándose en el Condado de Arboretum de Los Ángeles y el Jardín Botánico, en aeropuerto internacional de Ontario (California), aquí es el cementerio de aviones de combate (más de 2000), Estudios de Raleigh, Hollywood , en Cincinati (la ciudad que desde el cielo ven los tres y que representa la ficticia Boone), y las Samuel Goldwyn / Warner Hollywood Studios . La fotografía es del gran Gregg Tolan (“Ciudadano Kane”), aportando crudeza realista a los fotogramas, jugando con las profundidades de campo, esto va en dos vertientes, resaltar algo en primer plano y segundo en dar vida a algo que ocurre en segundo plano, maximizando la fuerza dramática de una escena, ejemplo cuando en el Bar, Homer con Butch toca el piano ante Al, vemos en primer plano los garfios en sus ansias de superación y en segundo plano a Fred en una cabina hacer una llamada telefónica crucial, vemos reflejos en espejos con personajes que intentan auscultarse, muy bueno también la mezcla de sonido y de imagen cuando Fred revive su tiempo en la guerra ha subido en un avión de combate para el desguace, manejando zoom para infundir zozobra en el espectador, fenomenal. Se suma la música de Hugo Fridhofer (“El gran carnaval”), con estimulante score, melodías de saxo sugerentes.
Spoiler:
Su referido final no satisfactorio del todo, con mensaje bastante naif en su sentido de final feliz para todos y comieron perdices, me queda chirriante y panfletario propagandístico, todo lo que no había sido hasta entonces el film, igual es que fue impuesto por la censura, con un país deseoso de mandar un grito de esperanza a sus veteranos, pero hoy día me es estridente tanto azúcar en su conclusión, por la ley de probabilidades alguno debería haberse hundido
Un clásico algo envejecido, pero aún mantiene vigencia en su fuerza dramática y en su loa a los héroes anónimos. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/12/los-mejores-anos-denuestra-vida.html
Cinta un poco arrugada por el paso del tiempo, y nunca mejor dicho, pues su metraje es un tanto excesivo para lo que cuenta, notándose alguna subtrama metida con calzador, me refiero a la ya mencionada de Fred con Peggy, me sobra, nada aporta, más allá de intentar dar una salida acomodada a su relato, sin ella hubiera dado más fluidez; Tampoco la historia de Homer resulta bien sintetizada, pues no hay evolución del personaje, y todo lo que le sucede llega a la redundancia, una sobreexposición de su ganchos, nos quieren dar remasticado su “problema”, ello sumado a una novia demasiado abnegada ante el pasotismo de Homer, no muestra personalidad alguna ella, no me la creo; Tampoco su final aguanta bien al juez supremo del paso de lustros sobre ella (spoiler).
Puesta en escena excelente, formidable dirección artística de Perry Ferguson (“La soga”), y George Jenkins (“Todos los hombres del presidente”), rodándose en el Condado de Arboretum de Los Ángeles y el Jardín Botánico, en aeropuerto internacional de Ontario (California), aquí es el cementerio de aviones de combate (más de 2000), Estudios de Raleigh, Hollywood , en Cincinati (la ciudad que desde el cielo ven los tres y que representa la ficticia Boone), y las Samuel Goldwyn / Warner Hollywood Studios . La fotografía es del gran Gregg Tolan (“Ciudadano Kane”), aportando crudeza realista a los fotogramas, jugando con las profundidades de campo, esto va en dos vertientes, resaltar algo en primer plano y segundo en dar vida a algo que ocurre en segundo plano, maximizando la fuerza dramática de una escena, ejemplo cuando en el Bar, Homer con Butch toca el piano ante Al, vemos en primer plano los garfios en sus ansias de superación y en segundo plano a Fred en una cabina hacer una llamada telefónica crucial, vemos reflejos en espejos con personajes que intentan auscultarse, muy bueno también la mezcla de sonido y de imagen cuando Fred revive su tiempo en la guerra ha subido en un avión de combate para el desguace, manejando zoom para infundir zozobra en el espectador, fenomenal. Se suma la música de Hugo Fridhofer (“El gran carnaval”), con estimulante score, melodías de saxo sugerentes.
Spoiler:
Su referido final no satisfactorio del todo, con mensaje bastante naif en su sentido de final feliz para todos y comieron perdices, me queda chirriante y panfletario propagandístico, todo lo que no había sido hasta entonces el film, igual es que fue impuesto por la censura, con un país deseoso de mandar un grito de esperanza a sus veteranos, pero hoy día me es estridente tanto azúcar en su conclusión, por la ley de probabilidades alguno debería haberse hundido
Un clásico algo envejecido, pero aún mantiene vigencia en su fuerza dramática y en su loa a los héroes anónimos. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/12/los-mejores-anos-denuestra-vida.html