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Voto de TOM REGAN:
8
7.8
4,712
Drama. Romance
Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja. En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro. Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás. Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Gherardini, ... [+]
4 de octubre de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
227/19(26/09/17) Notable drama realizado por Michelangelo Antonioni, obra que radiografía con sutilidad estética-alegórica incisiva la institución del matrimonio y a la vez arremete contra (uno de los mantras del director) la superficialidad de la clase alta italiana (en este caso la milanesa). Antonioni guioniza con Ennio Flaiano (“La Dolce vita”) y Tonino Guerra (“Amarcord”) conformando un fresco desolador de la vida en pareja tras años, lo hace el libreto a través de un día en la vida de esta pareja de la alta burguesía, y de modo sibilino y gradual nos muestran se declive, decadencia deterior, sus grietas de incomunicación, de aislamiento, de frialdad, para simbolizar esta gelidez Antonioni se sirve de la arquitectura despersonalizada urbana para enfrentarla a la soledad de los humanos, para empequeñecerlos en su insignificancia, ello en una narración donde prima el poder de las imágenes, sus sugerencias, sus metáforas visuales, donde los diálogos son escasos pero sólidos en su poder emocional, un relato que reflexiona sobre la crisis de pareja, donde la rutina y monotonía ha hecho mella, la vida ordinaria llega a aburrir y se buscan nuevos alicientes en detrimento de lo ya muy conocido, esto mostrado con un potente lirismo melancólico, haciendo al espectador partícipe del estado de ánimo general. El binomio protagonista está sensacional en su evocación de este cansado matrimonio, se suma una sensual y deliciosa Monica Vitti. Considerada la película segunda de una trilogía sobre la incomunicación, junto a la anterior “L'Avventura” (1960) y la posterior “L'Eclisse” (1962). En 1961 recibió el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, así como el David di Donatello Premio al Mejor Director.
La simbiosis que Antonioni pretende mostrar entre la desalmada arquitectura y los vacíos personajes queda ya patente desde sus créditos iniciales en que la cámara realiza un largo travelling descendente desde lo alto de un alto edificio, exponiendo una panorámica de construcciones tensamente verticales, reflejándose en un tramo sobre los cristales de un rascacielos, y abajo personas minúsculas y sus vehículos moviéndose cual hormigas, mostrando la pequeñez humana entre la selva urbana que el hombre ha creado, donde el realizador parece decirnos que no caben los sentimientos.
Relato que indaga la apatía que producen los años de convivencia en pareja, de cómo el tiempo va degradando la pasión, va corrompiendo el amor para dejarlo al final en dos personas que viven juntas y que apenas tienen nada que decirse, y con ello germina el desamor que da paso a la infelicidad. De cómo el amor puede ser solo un sentimiento explosivo que con su calor inicial embruja pero cuando este ardor va apagándose puede no haber mucho en sostener (ejemplos son dos escenas: cuando lidia se da un baño y está desnuda, ante lo que Giovanni ni la mira en señal clara de rutina fría; el otro tramo es su estancia en el club y el modo de indiferencia con que miran un espectáculo contorsionista de ribetes eróticos) , llega la incomunicación, el que cada uno de los dos se convierta en una isla para el otro. La felicidad eterna es una quimera, y esto Antonioni lo expresa genialmente, mediante silencios cortantes, dejando lecturas entrelineas, paseos sin rumbo, diálogos de calado de los que muchas veces dicen más por lo que calan que por lo que dices, ello mediante una expresividad prodigiosa, ayudando un director que nos habla también mediante alegorías agudas visuales, ejemplo majestuoso es el vagabundeo que Lidia da por una ciudad semi-desierta, pasando por todo un desierto de naturaleza muerta, todo lo cubre el cemento y lo que no es un solar árido, en su caminar pasa junto a edificaciones que parecen monstruos sin vida, colosos inertes, que actúan a modo de reflejo del carácter huero de la burguesía que retrata, asimismo esta simbología visual queda reforzada por imágenes de rejas, muros (que separan), biombos, cristaleras, o como el uso dramático de la lluvia, elemento cuasi-religioso por el momento en que se produce, especie de recurso catárquico, donde las emociones se desbordan, esto maximizado por el apagón, especie de modo de expresarla ceguera en la que vive esta clase burguesa.
Antonioni dota de un ritmo fluido metraje, sabiendo modular los diferentes tempos narrativos, contraponiendo escenarios: el hospital con una habitación con alguien grave y en otra contigua reside una aparente enferma ninfómana; en otro contraste queda el bullicio de la presentación del libro de Giovanni y por otro el sereno y tranquilo paseo por calles sin apenas gente; en la fiesta del potentado por un lado están las ansias lujuriosas de infidelidad de Giovanni, y por otro esta Lidia reprimiéndose y negándose a serlo; Incluso contrasta las personalidades femeninas y masculinas, los hombres son mostrado como débiles seres movidos por sus bajos y lujuriosos instintos, frágiles y volubles ante los cantos de sirenas delas mujeres, mientras estas son enfocadas como fuertes, manipuladoras, con sus armas de mujer dominan al hombre a su antojos, lo hacen bailar a su antojo.
Los dardos envenenados del director tienen uno de sus puntales (su filmografía lo confirma) en su ácida crítica a la clase alta, a su hedonismo, a su frivolidad, a su deshumanización, a su superficialidad, a su decadencia moral, a sus neurosis, a su ataraxia, a su esnobismo.
La simbiosis que Antonioni pretende mostrar entre la desalmada arquitectura y los vacíos personajes queda ya patente desde sus créditos iniciales en que la cámara realiza un largo travelling descendente desde lo alto de un alto edificio, exponiendo una panorámica de construcciones tensamente verticales, reflejándose en un tramo sobre los cristales de un rascacielos, y abajo personas minúsculas y sus vehículos moviéndose cual hormigas, mostrando la pequeñez humana entre la selva urbana que el hombre ha creado, donde el realizador parece decirnos que no caben los sentimientos.
Relato que indaga la apatía que producen los años de convivencia en pareja, de cómo el tiempo va degradando la pasión, va corrompiendo el amor para dejarlo al final en dos personas que viven juntas y que apenas tienen nada que decirse, y con ello germina el desamor que da paso a la infelicidad. De cómo el amor puede ser solo un sentimiento explosivo que con su calor inicial embruja pero cuando este ardor va apagándose puede no haber mucho en sostener (ejemplos son dos escenas: cuando lidia se da un baño y está desnuda, ante lo que Giovanni ni la mira en señal clara de rutina fría; el otro tramo es su estancia en el club y el modo de indiferencia con que miran un espectáculo contorsionista de ribetes eróticos) , llega la incomunicación, el que cada uno de los dos se convierta en una isla para el otro. La felicidad eterna es una quimera, y esto Antonioni lo expresa genialmente, mediante silencios cortantes, dejando lecturas entrelineas, paseos sin rumbo, diálogos de calado de los que muchas veces dicen más por lo que calan que por lo que dices, ello mediante una expresividad prodigiosa, ayudando un director que nos habla también mediante alegorías agudas visuales, ejemplo majestuoso es el vagabundeo que Lidia da por una ciudad semi-desierta, pasando por todo un desierto de naturaleza muerta, todo lo cubre el cemento y lo que no es un solar árido, en su caminar pasa junto a edificaciones que parecen monstruos sin vida, colosos inertes, que actúan a modo de reflejo del carácter huero de la burguesía que retrata, asimismo esta simbología visual queda reforzada por imágenes de rejas, muros (que separan), biombos, cristaleras, o como el uso dramático de la lluvia, elemento cuasi-religioso por el momento en que se produce, especie de recurso catárquico, donde las emociones se desbordan, esto maximizado por el apagón, especie de modo de expresarla ceguera en la que vive esta clase burguesa.
Antonioni dota de un ritmo fluido metraje, sabiendo modular los diferentes tempos narrativos, contraponiendo escenarios: el hospital con una habitación con alguien grave y en otra contigua reside una aparente enferma ninfómana; en otro contraste queda el bullicio de la presentación del libro de Giovanni y por otro el sereno y tranquilo paseo por calles sin apenas gente; en la fiesta del potentado por un lado están las ansias lujuriosas de infidelidad de Giovanni, y por otro esta Lidia reprimiéndose y negándose a serlo; Incluso contrasta las personalidades femeninas y masculinas, los hombres son mostrado como débiles seres movidos por sus bajos y lujuriosos instintos, frágiles y volubles ante los cantos de sirenas delas mujeres, mientras estas son enfocadas como fuertes, manipuladoras, con sus armas de mujer dominan al hombre a su antojos, lo hacen bailar a su antojo.
Los dardos envenenados del director tienen uno de sus puntales (su filmografía lo confirma) en su ácida crítica a la clase alta, a su hedonismo, a su frivolidad, a su deshumanización, a su superficialidad, a su decadencia moral, a sus neurosis, a su ataraxia, a su esnobismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena resulta memorable y muy rompedora para su tiempo a la hora de proyectar la decadencia moral y hastío existencial de los protagonistas, para esto es fundamental el formidable diseño de producción Piero Zuffi (“El General de la Rovere” o “Bocaccio’70”), rodando en diferentes lugares naturales de Milán, mostrando escenarios enfrentados, por un lado el urbanismo despersonalizado en estructuras de hormigón pétreo, y por otro lugares de decadencia moral como el cabaret y la hedonista fiesta nocturna, esto potenciado por la fascinante fotografía en glorioso b/n de Gianni di Venanzo (“El eclipse” o “Fellini 8½”), con tomas que alegórico metafóricas que anulan personalidad, que empequeñecen, que hormiguizan, ello con encuadres abiertos fenomenales, añadiendo profundidades decampo para enanizar aun más esto en el primer tramo diurno; en la noche los grises se escalan de modo dramático, jugando con los reflejos, con las sombras deformadoras, con rostros con efectos de sombras que turban, con los ventanales, con blancos muy marcados, con patinados cromáticos lúgubres que acentúan el alma oscura cerrada de los protagonistas, derivando en opresión ambiental. La música es obra de Giorgio Gaslini (“Rojo oscuro” o “La noche de los diablos”), aportando melodías jazzísticas serenas, sugestivas, con sonidos de saxo, piano, contrabajo y batería, amoldándose a la trama sin ser intrusiva.
Marcello Mastroianni, borda su rol de escritor bohemio, seductor, cansado de un matrimonio fútil busca nuevos alicientes, lo hace exponiendo emociones con sutilidad, y manteniendo una gran química más con Monica Vitti que con Jeanne Moreau, incluso esto le viene bien al relato; Jeanne Moreau está sensacional como la pesarosa esposa que comienza a darse cuenta que vive en una mentira, expresa la melancolía y el mundo interior en ebullición; Monica Vitti encarna con una sensualidad desbordante a la nihilista hija del industrial, muy erótica tumbada sobre el suelo jugando pícaramente, manteniendo un tour de forcé emocionante con Mastroiani.
Film que recuerda bastante en su desarrollo a “La Dolce Vita” de Fellini, estrenada un año antes, no es extraño pues comparten a uno de los guionistas en Ennio Flaiano, con muchos puntos en común, retrato una gran urbe en la de Federico Roma y aquí Milán, el protagonista es un escritor hedonista que se alterna entre la jet set; se mueve entre saraos y clubs nocturnos en que la burguesía disfruta en cuasi bacanales lujuriosas; hay esposa engañada; y está su marcada puesta en escena que evocan el estado de ánimo decaída, las dos en b/n, las dos con música de jazz; incluso en las dos aparece un helicóptero, quizás como una especie de alegoría sobre el Ojo de Dios observándonos (de hecho en la de Fellini el aparato transporta un gran crucifijo).
Spoiler:
Cuando La Notte fue estrenada por primera vez en Italia en 1960 el Comité para la Revisión Teatral del Ministerio italiano de Patrimonio Cultural y Actividades la calificó como VM16: no apta para niños menores de 16 años. Además, el comité impuso que las siguientes escenas se eliminaran: 1) la escena en el hospital con Mastroianni y la joven debe terminar en el momento en que los dos comienzan a besarse mutuamente; 2) la escena en el vestuario en la que es posible ver los pechos desnudos de Moreau; 3) la palabra "puta", dicha por una de las dos señoras que caminan en el parque, debe ser quitada; 4) la escena final en la que Mastroianni y Moreau se abrazan y empiezan a rodar por la hierba, puede reanudarse cuando el disparo panorámico muestra el paisaje sin mostrar a los dos actores.
Umberto Eco aparece en un cameo durante la presentación del libro de Giovanni.
Muy sugerente film de Antonioni, probablemente su mejor obra retratando el cansancio vital de la monogamia. Fuerza y honor!!!
Marcello Mastroianni, borda su rol de escritor bohemio, seductor, cansado de un matrimonio fútil busca nuevos alicientes, lo hace exponiendo emociones con sutilidad, y manteniendo una gran química más con Monica Vitti que con Jeanne Moreau, incluso esto le viene bien al relato; Jeanne Moreau está sensacional como la pesarosa esposa que comienza a darse cuenta que vive en una mentira, expresa la melancolía y el mundo interior en ebullición; Monica Vitti encarna con una sensualidad desbordante a la nihilista hija del industrial, muy erótica tumbada sobre el suelo jugando pícaramente, manteniendo un tour de forcé emocionante con Mastroiani.
Film que recuerda bastante en su desarrollo a “La Dolce Vita” de Fellini, estrenada un año antes, no es extraño pues comparten a uno de los guionistas en Ennio Flaiano, con muchos puntos en común, retrato una gran urbe en la de Federico Roma y aquí Milán, el protagonista es un escritor hedonista que se alterna entre la jet set; se mueve entre saraos y clubs nocturnos en que la burguesía disfruta en cuasi bacanales lujuriosas; hay esposa engañada; y está su marcada puesta en escena que evocan el estado de ánimo decaída, las dos en b/n, las dos con música de jazz; incluso en las dos aparece un helicóptero, quizás como una especie de alegoría sobre el Ojo de Dios observándonos (de hecho en la de Fellini el aparato transporta un gran crucifijo).
Spoiler:
Cuando La Notte fue estrenada por primera vez en Italia en 1960 el Comité para la Revisión Teatral del Ministerio italiano de Patrimonio Cultural y Actividades la calificó como VM16: no apta para niños menores de 16 años. Además, el comité impuso que las siguientes escenas se eliminaran: 1) la escena en el hospital con Mastroianni y la joven debe terminar en el momento en que los dos comienzan a besarse mutuamente; 2) la escena en el vestuario en la que es posible ver los pechos desnudos de Moreau; 3) la palabra "puta", dicha por una de las dos señoras que caminan en el parque, debe ser quitada; 4) la escena final en la que Mastroianni y Moreau se abrazan y empiezan a rodar por la hierba, puede reanudarse cuando el disparo panorámico muestra el paisaje sin mostrar a los dos actores.
Umberto Eco aparece en un cameo durante la presentación del libro de Giovanni.
Muy sugerente film de Antonioni, probablemente su mejor obra retratando el cansancio vital de la monogamia. Fuerza y honor!!!