Media votos
6.5
Votos
5,704
Críticas
5,202
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
8
7.2
4,615
Comedia
Tres pequeñas historias basadas en concursos radiofónicos, todas ellas enlazadas a través del locutor Gabriel y su prometida. Dos inventores que quieren patentar un pistón y necesitan dinero, un ladrón que contesta a una llamada telefónica mientras está robando y un niño que necesita ir a Suecia para operarse son los protagonistas de estas historias en torno a la radio. (FILMAFFINITY)
9 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
244/01(01/12/12) Con la evocadora excusa de un homenaje a la radio nos presentan un fresco entrañable de una época, la década de los 50, un magnífico mosaico en el que varias historias se nos cuentan con una fluidez exquisita, dándose cita una pléyade de los mejores intérpretes del país. El nexo de unión es la radio, la que nos entretuvo décadas hasta que la tele se socializó, los concursos llenaban de ilusión a los radioyentes, les daban una ventana de esperanza, en el arranque dos tipos de mediana edad están en una típica pensión madrileña para hacer ejercicios gimnásticos con la ilusión de dejar peso, de fondo se oye la radio, expira un programa religioso e inicia el de educación física, la acción se traslada al estudio de Radio Madrid, un vanidoso y arrogante Gabriel Matilla (buen Paco Rabal) recita los ejercicios, tras una presentación voz en off saltamos a otro programa presentado por el mítico Bobby Deglané, da la alternativa a Gabriel Matilla, entrevistan al gran torero Rafael Gómez ’El Gallo’, dan paso a un concurso, darán un premio de 3000 pesetas (una fortuna entonces) al primero que llegue a la emisora vestido de esquimal, con un trineo y un perro, un científico-inventor encarnado por Pepe Isbert ansia el dinero para una patente, se disfraza y sale a la carrera por el camino se topará con otra persona que también quiere el premio, entre los dos se establecerá una carrera por Madrid por el preciado botín, derivando en situaciones hilarantes, teniendo su zenit en la escalera de la emisora en la que se producirá un divertidísimo diálogo:
El Desconocido: -Para quiere tanto dinero?
El Inventor: - Para un invento importante. Y usted?
E. D.: - Por una señorita.
E. I.: - Está enferma?
E. D.: - Que va! Está imponente.
E. I.: - No sé si le he comprendido? Tiene usted un lio?
E. D.: - No señor. Quiero tenerlo.
E. I.: - Comprenda que lo mío es más importante.
E. D.: - Es que usted no conoce a esta señorita.
E. I.: - Aunque sea una Venus! Un invento es siempre algo de interés Nacional..
E. D.: - Mi Nación soy yo, que mi interés está en esta señorita. Lo suyo que es? Otra bomba?
E. I.: - Un pistón a doble defector.
E. D.: - Sin pistones podemos vivir todos, pero sin señorita …
E. I.: - Yo vivo sin señorita!
E. D.: - Claro, por eso inventa usted pistones.
Hay en esta historia un pequeño papel del entonces poco conocido Tony Leblanc, hay un colofón en inesperado final, dando pie a un tierno monólogo de Pepe Isbert que emociona al popular presentador Bobby Deglané (probablemente el locutor de radio más famoso de la Historia en España).
La segunda historia girara en torno a un desesperado tipo (buen Angel de Andrés), acuciado por una deuda a su casero, Don Senen (buen José María Lado), está en la casa de este robándole mientras este está en la misa, hay una llamada de teléfono e inconscientemente contesta, es un concurso de la radio presentado por Gabriel Matilla, lo único que tiene que hacer es presentarse en los estudios antes de media hora con su carnet, esta trama recuerda bastante al arranque de la extraordinaria ‘Días de Radio’ de Woody Allen, me gustaría pensar que el genial neoyorkino la vio y homenajeo, el ladrón decide buscar a Don Senen en la Iglesia para repartirse el premio, el lio está servido, el mediador de los problemas que se derivaran será un cura (buen Pedro Porcel).
En la tercera nos trasladamos a un pueblo rural en la sierra de Madrid, poblado de buenas y humildes gentes, allí un niño padece una extraña enfermedad que solo puede tratar un médico en Suecia, el problema es su alto coste, los vecinos hacen una colecta pero aún les falta dinero así que deciden mandar al maestro, Don Anselmo (buen Alberto Romea), a un concurso de Radio Madrid presentado por Alfredo, donde le hacen preguntas de cultura general, en esta historia aparece José Luis Ozores como el párroco Don Matías.
Entre medias se salpica con la subtrama de Gabriel Matilla con su novia, donde el narcisismo y la soberbia de él hará peligrar su relación, subtrama que cerrará la cinta, quedándonos unos segundos para el desternillante epílogo de los dos tipos de la pensión dándose un beso pues creen que es un ejercicio gimnástico.
Dirigida y escrita por José Luis Sáenz de Heredia, realizador muy ligado al franquismo, no en vano en 1941 dirigió ‘Raza’, escrita por Franco, y en 1964 hizo el documental hagiográfico ‘Franco, ese hombre’, aunque curiosamente inició sus pasos en el mundillo del cine junto al izquierdista Luis Buñuel, esta ‘Historias de la radio es su mejor y más redondo trabajo del que rezuma un aire muy capriano por su intrínseco optimismo, lo de que hay confiar en la bondad de las personas para salir de las vicisitudes de la vida. Es un entrañable retrato costumbrista de la España que trataba de levantarse de la postguerra, en los hogares la distracción es la radio, a través de ella los españoles escuchaban los partidos de futbol, alegoría la entrevista al realmadridista Luis Molowny, oían música, donde crecían las estrellas, ejemplo la actuación de la cantaora Gracia Montes, escuchaban las transmisiones de las corridas de toros, tributo a la Fiesta Nacional con la entrevista a Rafael Gómez ‘El Gallo’, y por supuesto los concursos. Era un mundo de entretenimiento, se formaban estrellas radiofónicas, nos cuentan la historia del trepa Gabriel, ansia quitarle el puesto al icono Deglané. (Continua en spoiler sin)
El Desconocido: -Para quiere tanto dinero?
El Inventor: - Para un invento importante. Y usted?
E. D.: - Por una señorita.
E. I.: - Está enferma?
E. D.: - Que va! Está imponente.
E. I.: - No sé si le he comprendido? Tiene usted un lio?
E. D.: - No señor. Quiero tenerlo.
E. I.: - Comprenda que lo mío es más importante.
E. D.: - Es que usted no conoce a esta señorita.
E. I.: - Aunque sea una Venus! Un invento es siempre algo de interés Nacional..
E. D.: - Mi Nación soy yo, que mi interés está en esta señorita. Lo suyo que es? Otra bomba?
E. I.: - Un pistón a doble defector.
E. D.: - Sin pistones podemos vivir todos, pero sin señorita …
E. I.: - Yo vivo sin señorita!
E. D.: - Claro, por eso inventa usted pistones.
Hay en esta historia un pequeño papel del entonces poco conocido Tony Leblanc, hay un colofón en inesperado final, dando pie a un tierno monólogo de Pepe Isbert que emociona al popular presentador Bobby Deglané (probablemente el locutor de radio más famoso de la Historia en España).
La segunda historia girara en torno a un desesperado tipo (buen Angel de Andrés), acuciado por una deuda a su casero, Don Senen (buen José María Lado), está en la casa de este robándole mientras este está en la misa, hay una llamada de teléfono e inconscientemente contesta, es un concurso de la radio presentado por Gabriel Matilla, lo único que tiene que hacer es presentarse en los estudios antes de media hora con su carnet, esta trama recuerda bastante al arranque de la extraordinaria ‘Días de Radio’ de Woody Allen, me gustaría pensar que el genial neoyorkino la vio y homenajeo, el ladrón decide buscar a Don Senen en la Iglesia para repartirse el premio, el lio está servido, el mediador de los problemas que se derivaran será un cura (buen Pedro Porcel).
En la tercera nos trasladamos a un pueblo rural en la sierra de Madrid, poblado de buenas y humildes gentes, allí un niño padece una extraña enfermedad que solo puede tratar un médico en Suecia, el problema es su alto coste, los vecinos hacen una colecta pero aún les falta dinero así que deciden mandar al maestro, Don Anselmo (buen Alberto Romea), a un concurso de Radio Madrid presentado por Alfredo, donde le hacen preguntas de cultura general, en esta historia aparece José Luis Ozores como el párroco Don Matías.
Entre medias se salpica con la subtrama de Gabriel Matilla con su novia, donde el narcisismo y la soberbia de él hará peligrar su relación, subtrama que cerrará la cinta, quedándonos unos segundos para el desternillante epílogo de los dos tipos de la pensión dándose un beso pues creen que es un ejercicio gimnástico.
Dirigida y escrita por José Luis Sáenz de Heredia, realizador muy ligado al franquismo, no en vano en 1941 dirigió ‘Raza’, escrita por Franco, y en 1964 hizo el documental hagiográfico ‘Franco, ese hombre’, aunque curiosamente inició sus pasos en el mundillo del cine junto al izquierdista Luis Buñuel, esta ‘Historias de la radio es su mejor y más redondo trabajo del que rezuma un aire muy capriano por su intrínseco optimismo, lo de que hay confiar en la bondad de las personas para salir de las vicisitudes de la vida. Es un entrañable retrato costumbrista de la España que trataba de levantarse de la postguerra, en los hogares la distracción es la radio, a través de ella los españoles escuchaban los partidos de futbol, alegoría la entrevista al realmadridista Luis Molowny, oían música, donde crecían las estrellas, ejemplo la actuación de la cantaora Gracia Montes, escuchaban las transmisiones de las corridas de toros, tributo a la Fiesta Nacional con la entrevista a Rafael Gómez ‘El Gallo’, y por supuesto los concursos. Era un mundo de entretenimiento, se formaban estrellas radiofónicas, nos cuentan la historia del trepa Gabriel, ansia quitarle el puesto al icono Deglané. (Continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Bajo su aire buenista subyace el lienzo de un tiempo que se vivía en precariedad, en la primera historia se deja constancia de la poca ayuda a los científicos, en la segunda se habla sobre los problemas para pagar el alquiler y en la tercera versa sobre los problemas de sanidad, dejándonos la perla que superó la censura en formato frase <El estado está para hacer carreteras, hacer pantanos y llevarse los dineros>, y la verdad, vista hoy, los años han pasado, el régimen institucional es otro, no estamos en post-guerra, tenemos tecnología superior, pero los problemas siguen siendo los mismos. El ritmo de la cinta es muy fluido, con un inteligente desarrollo, mezclando muy bien el melodrama con un ingenioso humor, humor que brota tanto de las situaciones como de unos diálogos ágiles, frescos y chispeantes, ejemplo el puesto arriba. Pues todo estos aciertos del guión se maximizan con un elenco actoral impresionante, unos actores en estado de gracia, unos secundarios que dan brillo a los protagonistas, inmenso Pepe Isbert, derrocha humanidad, su imagen vestido de esquimal resulta descacharrante, Ángel de Andrés borda su rol, José maría lado derrocha soberbia, Alberto Romea espléndido desbordando ternura, Paco rabal borda su pedante personaje, Juanjo Menéndez irónico y sardónico muestra una gran empatía, y más y más, un reparto coral glorioso.
El film es un retrato bienintencionado del momento histórico, regado por valores propios del régimen, en dos de las historias cobra mucha importancia la Iglesia y los curas, en la segunda el sacerdote ejerce de juez en una disputa, es una especie de Rey Salomón que convence a los contendientes gracias a un sentimental relato, en la última el cura del pueblo forma parte de las fuerzas vivas que dirimen lo que se debe hacer, luego mientras está el concurso lo vemos que no para de rezar, el niño enfermo también reza a San Nicolás, incluso al final la figura de un santo toma el rostro del cura, todo ello con el feliz resultado final, moraleja reza y Dios te ayudará. Como única tara está su falta de maldad, todo queda muy almibarado, algo de mala leche hubiera dado más capacidad de calado dramático. Aún así una notable cinta, inundada de humor y de carácter esperanzador. Fuerza y honor!!!
El film es un retrato bienintencionado del momento histórico, regado por valores propios del régimen, en dos de las historias cobra mucha importancia la Iglesia y los curas, en la segunda el sacerdote ejerce de juez en una disputa, es una especie de Rey Salomón que convence a los contendientes gracias a un sentimental relato, en la última el cura del pueblo forma parte de las fuerzas vivas que dirimen lo que se debe hacer, luego mientras está el concurso lo vemos que no para de rezar, el niño enfermo también reza a San Nicolás, incluso al final la figura de un santo toma el rostro del cura, todo ello con el feliz resultado final, moraleja reza y Dios te ayudará. Como única tara está su falta de maldad, todo queda muy almibarado, algo de mala leche hubiera dado más capacidad de calado dramático. Aún así una notable cinta, inundada de humor y de carácter esperanzador. Fuerza y honor!!!