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Voto de TOM REGAN:
6
6.9
1,163
Intriga. Cine negro. Drama
Stephen Byrne, un escritor fracasado, aprovechando la ausencia de su mujer, intenta seducir a una criada, a la que mata involuntariamente. A continuación convence a su hermano para que le ayude a deshacerse del cadáver. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
62/17(19/03/20) Film menor de Friedrich Christian Anton Lang, obra de cine negro serie b que fue un fracaso comercial en USA, razón por la que no se estrenó en España, Un trabajo por encargo a raíz del fracaso de la productora que había creado junto con Joan Bennett y Walter Wanger para Republic, película de la que Lang no guarda buen recuerdo de ella. El (endeble) guión de Mel Dinelli (“La escalera de caracol”), adaptando una novela de A.P. Herbert, en la que Lang nos regala un esperanzador inicio muy hitchcockiano, pero a medida que se desarrolla la acción la cinta hace aguas en unos personajes sin matices, clichés, con un suspense artificioso, donde la trama tiene más agujeros que el coche de Bonny & Clyde, añádanse unas actuaciones sin sustancia (Louis Hayward, Lee Bowman y Jane Wyatt), siendo una oda al despropósito el rush final, donde el protagonista se torna en un demente psicópata embarcado en una gimkana homicida sin sentido. Lang siempre se ha caracterizado por mostrar las bajas pasiones del ser humano (sus impulsos sexuales), y sus contradicciones en sus actos, y dotar de profundidad psicológica a sus personajes, indagando en sus sentimientos de culpa, pero en esta ocasión cae en lo arquetípico de buenos muy buenos, y el malo malísimo, no hay lugar al gris. Tiene algunas marcas en las que entrevé al director vienés, en algunas secuencias hábiles, jugando con la ambientación victoriana, así como dotando de cierta estética expresionista algunas escenas. El director Fritz Lang quería que el personaje de la criada asesinada fuera una mujer afroamericana, pero la Oficina de Hays estaba en contra porque el deseo sexual entre negros y blancos era visto como problemático.
Tiene un comienza que augura unas expectativas que terminan diluyéndose. Vemos un rio por el que una vaca muerta flota siguiendo la corriente, una mujer mayor (señora Ambrose encarnada por Ann Shoemaker) ara su huerto junto a un espantapájaros, la mujer mira el animal y dice “Odio este río”, ello mientras en el jardín vecino un tipo (Louise Hayward encarnando a escribe Stephen Byrne), diciéndole a la Sra. "Debe culpar a la gente por la basura. No al rio”, dejando con ello un subtexto sobre la difusa moralidad de las personas. Tras esto aparece la criada de los Byrne para traerle el correo, Stephen le comenta a la Sra. que es un manuscrito que como lo que tiras al rio siempre vuelve (en este caso del editor), señalando con esto que es un escritor fracasado. La criada vuelve a la casa y Stephen se queda mirando su contoneo de modo avieso, mientras la Sra. Le pregunta por la esposa a él, y este le responde que está fuera. Abre el correo y como sospechaba es un rechazo, esto lo intuimos cuando rompe la nota que acompaña el manuscrito. Tras lo que ve un escarabajo sobre una de sus hojas, cuidadosamente lo posa en el suelo, podemos pensar con este gesto que es una buena persona, pero a continuación observa en su casa que la luz del baño se ha encendido, la criada se baña, y el mira la ventana con sonrisa perversa. Stephen vuelve a sentarse para volver a escribir, pero no puede, Lang inserta imágenes de la criada en la bañera, que es lo que tiene en la cabeza el escritor. Entonces decide volver a la casa, al acercarse escucha la cañería exterior que suena y la ventana con otra pícara sonrisa. Vemos a la criada que se mira al espejo con vaho, y se pone unas gotas de perfume en el cuello. Stephen entra y se mira al espejo de la entrada (el espejo es un toque muy del film, como lo es la escalera; dos elementos expresionistas muy presentes; el espejo como reflejo de lo que hay tras la mente, y la escalera como lugar de subidas y bajadas emocionales), se echa un wiski, y entonces se escucha la puerta del baño en el piso superior, y él apaga una vela quedando a oscuras. Vemos la sombra enorme de la criada saliendo del baño, y a renglón seguido sus hermosas piernas bajar por las escaleras, la criada escucha el tintineo del cristal y se asusta, Stephen la mira de medio lado con sonrisa, ella está asustada sin ver nada, entonces Stephen dice su nombre, Emily, y ella parece respirar aliviada. Pero él empieza a acosarla, no dejándola pasar, agarrándole la mano, tras lo que la abraza y la besa, ella lo rechaza, intenta quitárselo de encima, cuando Stephen ve a la vecina acercarse a la casa, entonces la coge del cuello para acallarla, vemos a la Sra. Que solo buscaba una cuerda en el suelo, tras lo que se aleja. Stephen suelta a Emily y se da cuenta de que la ha estrangulado. Tras lo que aparece tocando la puerta su hermano John (Lee Bowman), al que Stephen pide ayuda para deshacerse del cuerpo, este le dice que se ha caído por las escaleras, John no le cree, quiere denunciarlo pero Stephen le manipula de modo artero para que le socorra. Le ayuda a meterla en un saco de leña (con el nombre de John Byrne!), llevándolo por el jardín, con dosis de suspense al pasar delante de la chismosa avecina, suben el cuerpo a una barca y lo tiran al rio (sin echar un peso para que se hunda!). Vuelven y cuando llega a la casa Stephen se mira otra vez al espejo, tras lo que oye pasos y ve bajar una mujer las escaleras y grita Emily, y entonces ve que es su esposa Marjorie (Jane Wyatt), cerrando el círculo. Son veinte minutos de una intensidad vibrante. Pero a partir de aquí el argumento resulta muy forzado en una evolución torpe, solo se salva de en este metraje el tramo en que Stephen persigue en su barca el saco con el cuerpo de Emily que como apuntaba la Sra. vecina al principio siempre vuelve, un seguimiento aterradoramente filmado.
Tiene un comienza que augura unas expectativas que terminan diluyéndose. Vemos un rio por el que una vaca muerta flota siguiendo la corriente, una mujer mayor (señora Ambrose encarnada por Ann Shoemaker) ara su huerto junto a un espantapájaros, la mujer mira el animal y dice “Odio este río”, ello mientras en el jardín vecino un tipo (Louise Hayward encarnando a escribe Stephen Byrne), diciéndole a la Sra. "Debe culpar a la gente por la basura. No al rio”, dejando con ello un subtexto sobre la difusa moralidad de las personas. Tras esto aparece la criada de los Byrne para traerle el correo, Stephen le comenta a la Sra. que es un manuscrito que como lo que tiras al rio siempre vuelve (en este caso del editor), señalando con esto que es un escritor fracasado. La criada vuelve a la casa y Stephen se queda mirando su contoneo de modo avieso, mientras la Sra. Le pregunta por la esposa a él, y este le responde que está fuera. Abre el correo y como sospechaba es un rechazo, esto lo intuimos cuando rompe la nota que acompaña el manuscrito. Tras lo que ve un escarabajo sobre una de sus hojas, cuidadosamente lo posa en el suelo, podemos pensar con este gesto que es una buena persona, pero a continuación observa en su casa que la luz del baño se ha encendido, la criada se baña, y el mira la ventana con sonrisa perversa. Stephen vuelve a sentarse para volver a escribir, pero no puede, Lang inserta imágenes de la criada en la bañera, que es lo que tiene en la cabeza el escritor. Entonces decide volver a la casa, al acercarse escucha la cañería exterior que suena y la ventana con otra pícara sonrisa. Vemos a la criada que se mira al espejo con vaho, y se pone unas gotas de perfume en el cuello. Stephen entra y se mira al espejo de la entrada (el espejo es un toque muy del film, como lo es la escalera; dos elementos expresionistas muy presentes; el espejo como reflejo de lo que hay tras la mente, y la escalera como lugar de subidas y bajadas emocionales), se echa un wiski, y entonces se escucha la puerta del baño en el piso superior, y él apaga una vela quedando a oscuras. Vemos la sombra enorme de la criada saliendo del baño, y a renglón seguido sus hermosas piernas bajar por las escaleras, la criada escucha el tintineo del cristal y se asusta, Stephen la mira de medio lado con sonrisa, ella está asustada sin ver nada, entonces Stephen dice su nombre, Emily, y ella parece respirar aliviada. Pero él empieza a acosarla, no dejándola pasar, agarrándole la mano, tras lo que la abraza y la besa, ella lo rechaza, intenta quitárselo de encima, cuando Stephen ve a la vecina acercarse a la casa, entonces la coge del cuello para acallarla, vemos a la Sra. Que solo buscaba una cuerda en el suelo, tras lo que se aleja. Stephen suelta a Emily y se da cuenta de que la ha estrangulado. Tras lo que aparece tocando la puerta su hermano John (Lee Bowman), al que Stephen pide ayuda para deshacerse del cuerpo, este le dice que se ha caído por las escaleras, John no le cree, quiere denunciarlo pero Stephen le manipula de modo artero para que le socorra. Le ayuda a meterla en un saco de leña (con el nombre de John Byrne!), llevándolo por el jardín, con dosis de suspense al pasar delante de la chismosa avecina, suben el cuerpo a una barca y lo tiran al rio (sin echar un peso para que se hunda!). Vuelven y cuando llega a la casa Stephen se mira otra vez al espejo, tras lo que oye pasos y ve bajar una mujer las escaleras y grita Emily, y entonces ve que es su esposa Marjorie (Jane Wyatt), cerrando el círculo. Son veinte minutos de una intensidad vibrante. Pero a partir de aquí el argumento resulta muy forzado en una evolución torpe, solo se salva de en este metraje el tramo en que Stephen persigue en su barca el saco con el cuerpo de Emily que como apuntaba la Sra. vecina al principio siempre vuelve, un seguimiento aterradoramente filmado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Deja el substrato Lang de como el hedonismo de y prepotencia de las clases altas se creen con el poder para hacer y deshacer a su antojo. Epítome es el protagonista que se cree un ser superior de gran inteligencia, capaz de matar y no ser descubierto. Esto se refleja bien en el modo de mimetizar el arte de la literatura con su vida real, como bien le aconseja su vecina (“Un escritor sólo debe escribir sobre lo que conoce”), cuando el anterior inseguro escritor Stephen, tras convertirse en asesino se transforma en fluido meta-novelista, inspirándose en su experiencia personal con el homicidio, lo cual desdobla su personalidad entre la real y ficticia, y al final parece terminar confundiéndola.
De la puesta en escena lo que destaca es la cinematografía en glorioso b/n de Edward Cronjager (“El diablo dijo no”), creando secuencias de gran sentido de inquietud, jugando con la oscuridad, con las penumbras, con las sombras, con esa cuasi-protagonista escalera (en muchos casos en contrapicado), con planos bajos (esas piernas de la criada), con las condiciones duras de tiempo, moviéndose con fluidez en la escena de la persecución de Stephen del cadáver por el rio. Como reseñables son las profundidades campo para expresar la distancia entre personajes, me refiero sobre todo a la secuencia en que en que Stephen y a Marjorie discuten, vemos un pasillo por el que viene el marido al cuarto de ella, donde se enfrentan verbalmente, Stephen decide acabar y lo vemos avanzar a su dormitorio (que puritanos teniendo un dormitorio para cada uno) por el pasillo que pare enorme, hasta entrar y cerrar la puerta, dejando un cuasi-infinito espacio entre los dos, reflejando no solo la distancia física, sino de amor entre ambos.
Las actuaciones me resultan poco relevantes, Lee Bowman y Jane Wyatt resultan bastante monocordes en su personalidad y expresividad anodina. Y el actor sudafricano Louis Hayward me queda un villano tan de una notra que me resulta inverosímil que pudiera enamorar su personaje a la dulce Marjorie.
Pero todo lo bueno no puede contrapesar un metraje ramplón, donde los personajes se mueven con motivaciones arbitrarias. Con un malo caricaturesco nada creíble, despreciando su mujer una y otra vez, arremetiendo contra su hermano que le ha ayudado con el cadáver, en vez de hacer piña con él para que no le denuncie, para desembocar en una espiral de violencia sin justificación.
Spoiler:
El final resulta un torbellino de desatinos, pues no se entiende por qué Stephen decide matar a su hermano y a su esposa una noche, es como si de pronto hubiera sido poseído por el espíritu de un loco asesino que disfruta matando. Rompe cualquier vínculo con la realidad este final. Como es bastante cogido por los pelos ese final en que tras ver Stephen mientras intenta estrangular a Marjorie que su hermano ha vuelto de entre los ‘muertos’, huye y una cortina ‘justiciera levantada por el viento se lía en su cuello y lo hace caer por las escaleras (otra vez) de la planta superior a la baja, y con ello se supone ha fallecido. Todo muy cogido con papel de fumar, no sostiene un mínimo análisis.
Momento recordable: ‘Cuando Stephen navega por el río en busca del saco acusador; la luz se vuelve entonces más fantástica que nunca, al tiempo que las ramas de los árboles y las hojas sumergidas de las plantas nos introducen brillantemente en un ambiente de pesadilla, incrementado por la fugaz y repetida visión de un pez que salta fugazmente fuera del agua, generando un terror enfermizo y culpable en Byrne’.
No es que sea mala la película, es que se mide con el nivel de “M, el vampiro de Dusseldorf”, “Furia”, o “Perversidad”, y antes resulta poca cosa, aun así con su duración de apenas 80 minutos se me ha hecho amena, con algunos picos ya comentados que la hacen interesante de ver, pese a sus defectos. Fuerza y honor!!!
De la puesta en escena lo que destaca es la cinematografía en glorioso b/n de Edward Cronjager (“El diablo dijo no”), creando secuencias de gran sentido de inquietud, jugando con la oscuridad, con las penumbras, con las sombras, con esa cuasi-protagonista escalera (en muchos casos en contrapicado), con planos bajos (esas piernas de la criada), con las condiciones duras de tiempo, moviéndose con fluidez en la escena de la persecución de Stephen del cadáver por el rio. Como reseñables son las profundidades campo para expresar la distancia entre personajes, me refiero sobre todo a la secuencia en que en que Stephen y a Marjorie discuten, vemos un pasillo por el que viene el marido al cuarto de ella, donde se enfrentan verbalmente, Stephen decide acabar y lo vemos avanzar a su dormitorio (que puritanos teniendo un dormitorio para cada uno) por el pasillo que pare enorme, hasta entrar y cerrar la puerta, dejando un cuasi-infinito espacio entre los dos, reflejando no solo la distancia física, sino de amor entre ambos.
Las actuaciones me resultan poco relevantes, Lee Bowman y Jane Wyatt resultan bastante monocordes en su personalidad y expresividad anodina. Y el actor sudafricano Louis Hayward me queda un villano tan de una notra que me resulta inverosímil que pudiera enamorar su personaje a la dulce Marjorie.
Pero todo lo bueno no puede contrapesar un metraje ramplón, donde los personajes se mueven con motivaciones arbitrarias. Con un malo caricaturesco nada creíble, despreciando su mujer una y otra vez, arremetiendo contra su hermano que le ha ayudado con el cadáver, en vez de hacer piña con él para que no le denuncie, para desembocar en una espiral de violencia sin justificación.
Spoiler:
El final resulta un torbellino de desatinos, pues no se entiende por qué Stephen decide matar a su hermano y a su esposa una noche, es como si de pronto hubiera sido poseído por el espíritu de un loco asesino que disfruta matando. Rompe cualquier vínculo con la realidad este final. Como es bastante cogido por los pelos ese final en que tras ver Stephen mientras intenta estrangular a Marjorie que su hermano ha vuelto de entre los ‘muertos’, huye y una cortina ‘justiciera levantada por el viento se lía en su cuello y lo hace caer por las escaleras (otra vez) de la planta superior a la baja, y con ello se supone ha fallecido. Todo muy cogido con papel de fumar, no sostiene un mínimo análisis.
Momento recordable: ‘Cuando Stephen navega por el río en busca del saco acusador; la luz se vuelve entonces más fantástica que nunca, al tiempo que las ramas de los árboles y las hojas sumergidas de las plantas nos introducen brillantemente en un ambiente de pesadilla, incrementado por la fugaz y repetida visión de un pez que salta fugazmente fuera del agua, generando un terror enfermizo y culpable en Byrne’.
No es que sea mala la película, es que se mide con el nivel de “M, el vampiro de Dusseldorf”, “Furia”, o “Perversidad”, y antes resulta poca cosa, aun así con su duración de apenas 80 minutos se me ha hecho amena, con algunos picos ya comentados que la hacen interesante de ver, pese a sus defectos. Fuerza y honor!!!