Se basa en un relato de Ray Bradbury, pero recuerda muchísimo a los relatos iniciáticos y a algunos pasajes de las novelas de Stephen King en las que los niños tienen un importante protagonismo o poder sobre el devenir de la trama. Podría definirse como una mezcla entre "Cuenta conmigo" y "La tienda", es decir, una fábula infantil de marcados tintes siniestros a la que le falla, como han comentado otras críticas, los efectos especiales (muy cutres) y el final, no tanto el toque Disney que aquí no se aprecia demasiado la verdad.

Dos niños de un pueblecito americano encantador curiosean en una extraña feria que llega antes de una anunciada tormenta y que ofrece las diversiones normales: el tiovivo, la noria, el laberinto de espejos, la adivinadora...Pero estas inocentes atracciones no son tan inocentes como parecen: poco a poco, suceden cosas raras, inexplicables y horribles que dejan ver a las claras que aquí hay gato encerrado.

La película tiene momentos maravillosos (la escena de la biblioteca me parece una joya) y los personajes son bastante más intensos e interesantes de lo que el género estigmatizado como "para niños" nos tiene acostumbrados. Jack Clayton, incluso trabajando de encargo, tenía una manera especial de tratar la infancia en relación con los peligros del mundo adulto, como puede comprobarse por ejemplo en la oscurísima "A las nueve cada noche". Jason Robards como el padre de uno de los niños protagonistas está espléndido y los críos son para comérselos, no sólo por lo monos que son, sino porque no son irritantes ni están doblados por una señora con voz de rata adicta al helio, como suele suceder.

Una pequeña, pero seductora y mágica película.