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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
8
Western A mediados del siglo XIX, un guía de caravanas (Robert Taylor) recibe el encargo de conducir a un grupo de mujeres desde Chicago a California. A partir de Independence (Missouri) tendrán que recorrer cinco mil kilómetros cruzando las montañas de Utah y el desierto californiano, en un viaje lleno de penalidades que constituye una auténtica odisea. El objetivo de la caravana es llegar a un valle habitado por un grupo de solteros ... [+]
9 de julio de 2009
40 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
La relación entre el cine comercial y el género femenino no es muy diferente a la relación que existe entre los hombres y las mujeres. El cine lleva desde sus inicios realzando la belleza de las mujeres, halagándolas desde el visor de una cámara, retratando todo lo que en nosotras puede haber de agradable y decorativo. Pero llegamos a un punto en que no queremos que nos digan que somos guapas o sensuales. Eso ya lo sabemos. Llegamos a un punto en que lo que en realidad deseamos es que el cine aprenda a querernos tal y como somos. Y esto incluye querernos incluso en los momentos que no somos ni guapas, ni decorativas ni sensuales. Es un largo camino que el cine todavía no está muy dispuesto a recorrer, excepto en ocasiones. Una de estas ocasiones se celebra, a lo grande, en esta (otra más) joya de William Wellman.

Las mujeres de Wellman son todas las mujeres. Unas mujeres capaces de recorrer cinco mil kilómetros de desierto y montañas para encontrarse con un montón de tipos que no han visto en su vida y de los que no conocen más que la foto. Mujeres que empujan carretas a través de las rocas pero gritan de pánico cuando ven a una serpiente; mujeres capaces de parir sin detener la marcha y al mismo tiempo, de hacer detener toda una caravana para acicalarse en mitad del desierto; mujeres con todas sus paradojas, su coraje, sus debilidades y esa capacidad innata de universalizarse que tiene el género femenino y de la que extrae gran parte de su fuerza.

Wellman reescribe la épica en sordina para adaptar la visión de un clásico viaje-odisea al temple y el silencio femeninos. Nadie duda de que la muerte o el sufrimiento o el cansancio no serán suficientes para detener la voluntad de un montón de mujeres con un objetivo común. Y con todo, lo mejor es que al llegar, ellas han cambido de muchas maneras, pero en ningún momento dejan de ser mujeres.

Moisés en su camino a Canaán no lo tuvo ni la mitad de crudo que Robert Taylor guiando a la caravana de mujeres: sin embargo, tampoco tuvo jamás a seguidores más fervientes. De las pocas ocasiones en el que las mujeres podemos contemplar un cine que habla de nosotras no como si nos admirase, sino como si simplemente, nos queriese.
Neathara
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