"Los feos también mojan" es por decirlo así la película estrella de esa efímera gloria que fue DJ Qualls, ese peculiar actor cuya característica más sobresaliente era la de ser tremenda y objetivamente feo. La verdad es que para tratarse de una película de este estilo no protagonizada por Sean William Scott, no es tan abominable como pudiera deducirse de la horrenda traducción al español del título (vale que hace veinte años no había tanta gente bilingüe en España, pero ahora...¿qué explicación dan los traductores a estos atropellos?) o de su espantoso cartel que es algo así como un mix entre portada de disco de Manowar y poster de película de Chevy Chase.

El DJ Qualls no se hace especialmente gracioso -alguien tendría que avisar a los productores que el hecho de que un actor sea extremadamente feo no lo convierte en cómico per se- y casi todo el desarrollo de la película hasta el último tercio tira a lo lastimoso, pero entonces llega ese pedazo de final, del que no digo nada salvo que vale la pena aguantar todo el metraje para disfrutar un momentazo surrealista que hará las delicias de todo aquel que ya estuviera por entonces al borde del suicidio o lo que es aún peor, del fast forward.

El resto, salvo la mirada de loco y las apariciones de Lovett, podría tirarse tranquilamente a la basura. Natural que no hayamos vuelto a saber nada de Qualls.