Llámenme infantil, simple o sentimentaloide, pero esta película me tocó la fibra en su momento y permanece en mi recuerdo.

Sin salirse un ápice del esquema típico de esta clase de films, y aún siendo todo lo predecible que (obviamente) resulta, esta película bienintencionada me encanta por varios motivos:

- Nos hace creer que pueden existir cosas, como la bondad en las personas, que aunque se hallen ocultas, igual que el monstruo del lago, pueden ser descubiertas como grandes tesoros a conservar.

- Contemplar al malhumorado Becker haciendo de tipo tierno, interpretando a un personaje egoísta al que finalmente acabamos adorando.

- La química entre la pareja protagonista, que desde la primera escena ya parecen predestinados a compartir sus vidas el uno al lado del otro.

- El personaje del niño (gracias a dios no sólo digerible sino además encantador y emotivo), con el cual más de uno se identificará, en busca de esa magia que sólo los niños son capaces de encontrar, y en busca de un referente (sea el monstruo, el Dr. Dempsey o ambos) al que agarrarse.

- La búsqueda para descubrir qué se esconde detrás de la leyenda del famoso lago escocés, que siendo niño me cautivó. Los momentos en la guarida son tan mágicos que me parecería mezquino criticar que los efectos no son los de 'Godzilla'.

- Y, por supuesto, ese conmovedor final, ese final que no podía ser de otra forma, ese final de los que te arrancan la sonrisa y te hacen sentir el alma a flor de piel, ese final que jamás olvidaré.

Así pues, el tal doctor acude a esos bellísimos parajes para descubrir la verdad, y la acaba descifrando. Pero no me refiero a la verdad material acerca de la criatura, sino a otra verdad muy distinta: la de comprender que hay cosas más importantes que la fama y el prestigio, más sencillas, como el amor, el cariño y el respeto hacia algunas más grandes que nosotros mismos (y no en el sentido físico).

Acaba descubriendo el significado de un dibujo hecho por la ilusión de un niño. Acaba siendo mejor persona, llevando consigo un océano de felicidad.

Cursi, ¿eh? Yo siempre soñé con viajar al Lago Ness desde la primera vez que la vi...