Desde los títulos de crédito, el director deja patente que sabe contar una historia. Se alía con la hermosa cantante Edda Magnason, y al ritmo del "Take 5", te adentra en la vida de Mónica Z, más como sí fuera una historia de ficción que como un biopic. El guión no sucumbe ante la evidencia, ya que se ocupa únicamente de un puñado de años: los que van desde su salida de Hagfors, hasta su boda con su primer bajista. Después aún se casaría dos veces más.

El cuidadísimo diseño de producción y la excelente fotografía te adentran en unos primeros años 60 tratados con emoción y cariño... los colores, el maquillaje, los cardados, el vestuario y el humo de los cigarrillos arropan tanto a Edda Magnason, como la luz tamizada, los primeros planos y los planos medios que Per Fly le regala durante todo el metraje de la cinta.

Fresca, sofisticada, divertida, aterrada y descarada... A la cantante le espera un futuro en el cine y la televisión, al menos tan prolífico como lo tuvo la cantante y actriz a la que interpreta con brillantez y seguridad. Deslumbrante en algunos planos. Contenida y desgarrada por momentos en las secuencias más dramáticas, concluye con nota esta su ópera prima.

El encuentro con Ella Fitzgerald y su referencia al Nueva Orleans de Billie Holiday constituyen una verdad universal que sirve de eficaz "leitmotiv" a la historia.

Poner letra sueca al Take 5, es una micro historia dentro de la historia tan bien contada como el conjunto.

Intentaré ver más películas de Per Fly; y a Edda nos la vamos a encontrar en nuevas producciones. Estoy seguro.