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España España · Madrid
Voto de McTeague:
10
Comedia. Fantástico. Romance El duque Teseo ultima los preparativos de la boda de su hija Hipólita, al tiempo que aconseja a Egeo para que dé el visto bueno al matrimonio entre su hija Hermia y Demetrio. Lo que Egeo ignora es que Hermia está enamorada de Lysandra, y que la que está loca por Demetrio es Helena. En medio de tan curiosos enredos sentimentales, pululan las hadas y los duendes del bosque como Puck, que es el encargado de mezclar pociones mágicas que ... [+]
10 de febrero de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo esta película, uno está tentado de pensar que Shakespeare, como Verne, tenía intuiciones sobre los inventos que existirían en el futuro, y que escribió “El sueño de una noche de verano” sabiendo que algún día existirían unas cosas llamadas “cinematógrafo” y “fotografía en blanco y negro” que permitirían a su delirio fantasioso ser representado en todo su esplendor.

Porque viendo la representación concebida por el legendario Max Reinhardt (que triunfó en Broadway con un montaje parecido) transformada en imágenes por el ideoso Dieterle, uno siente que así es como debe disfrutarse la comedia de Shakespeare: como un juego de mágicas luces y sombras. ¿Son estrellas o son hadas esos puntos blancos que se acercan desde un cielo negro? ¿Y esta niebla que casi puedo tocar y difumina fronteras entre sueño y realidad? ¿Por qué todo parece tan evanescente como, sí, el sueño de una noche de verano? Este verdadero alud de imágenes maravillosas y trucos de cámara impresionó tanto en su época que hubo campaña para que se nominara su fotografía a los Oscars a pesar de que cuando se anunciaron las nominaciones no estaba entre las finalistas. Y ganó el Oscar, como ganó el Oscar a mejor montaje. Fotografía y montaje, pilares del lenguaje cinematográfico, al servicio de la palabra voladora de Shakespeare. Explosión de imaginación visual para la explosión de imaginación verbal del dramaturgo. Celebración de las posibilidades más lúdicas del cine para una obra que es celebración de lado más lúdico de la vida. Si “El sueño de una noche…” es puro placer dramático y verbal, esta transposición al cine es puro placer cinematográfico y visual.

Y sí, de su magnífico casting, que permitió el despegue de la carrera de más de uno de sus actores, como la de la entonces casi desconocida Olivia de Havilland (aquí más ligera, divertida y cálida que nunca), me gusta hasta el desaforado Mickey Rooney.
McTeague
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