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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · São Tomé
Voto de Alexei:
7
Drama Dinamarca, 1623. En plena caza de brujas, Absalom, un viejo sacerdote, promete a una mujer condenada a muerte que salvará a su hija Anne de la hoguera si la joven accede a casarse con él. Según la ley, las descendientes de las brujas también deben arder en una pira. Meret, la anciana madre de Absalom, desaprueba desde el principio el matrimonio. Cuando Martin, el hijo de Absalom, regresa a casa para conocer a su madrastra, se enamorará ... [+]
5 de agosto de 2007
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algún tiempo estuve ojeando una entrevista que le hicieron a Jonathan Rosenbaum –prestigioso crítico de cine que escribe para el Chicago Reader– en Buenos Aires. En ella le preguntaban por sus films favoritos. Nombró M; y los tres últimos de Dreyer, entre otros.
Por eso esta noche me he postrado de nuevo ante la pantalla para desentrañar qué magnificas proezas me desvelaría esta vez el cine.
Primera película que veo de Carl Theodor Dreyer, Vredens Dag (precioso título, tanto por su significado como por su sonoridad) no me ha impactado en el grado que me imaginaba. Empieza de una forma impresionante, eso sí, con esa música y ese poema apocalípticos y hermosos.
Todos los actores me han parecido magníficos, destacando las soberbias actuaciones de Anna Svierkier (Marte Herlofs), Lisbeth Movin (Anne) y Thorkild Roose (Absalon).
Iluminación conseguida, creando un bello contraste entre el blanco y el negro a través del vestuario (vestidos negros), los escenarios (paredes oscuras) y los primeros planos (caras blancas de luz).
Puesta en escena austera, sin recovecos; con una cámara parsimoniosa pero firme, aunque no muy a destacar.
Lo que sí es digno de mención en Dies Irae es la creación del ambiente: oscuro, pesimista, denso y angustiante en sus primeros cuarenta minutos; y ligeramente irregular en los restantes, destacando el crescendo de la historia de la bella Anne y su “conversión”.
El tiempo le ha hecho un flaco favor. Hay obras imperecederas, como Touch of Evil o Los Siete Samuráis, que vistas hoy día siguen dejando la misma huella; pero esta sin duda no lo es. Le faltan las imágenes poderosas, potentes como balas, de Kurosawa o de Welles, o de Bergman, ya que estamos.
En su época me hubiera sobrecogido y emocionado mucho más, estoy seguro; por ahora iré a buscar esas imágenes perdidas a Ordet y a Gertrud.
P.D.: Precioso idioma el danés.
Alexei
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